—¿Cómo está Emilia? —preguntó el hombre mayor y la azabache se aterró en serio, pues, que ese hombre la conociera y se interesara en ella, podría ser algo peligroso de verdad—. ¿A dónde pasarás por ella?—Está bien —respondió Alejando con una expresión relajada y el rostro de Malena se frunció inevitablemente, pues en el estómago de la joven seguía ardiendo su coraje y en su cabeza comenzaron a aparecer mil inseguridades—, ha estado animada, así que me siento tranquilo.Todo se estaba tornando para mal para Malena, porque Alejandro de verdad parecía no tener más interés en ella, a pesar de que antes babeaba cuando la veía pasar; de otra forma, él no estaría olvidándose de que ella estaba ahí y se estaría acomodando en el suelo para que ella pisara sobre él.» Iré por ella a un club campestre a las afueras de la ciudad —informó Alejandro a su abuelo—, la psicóloga le recomendó un taller de tanatología con arteterapia, o algo así, y estará fuera todo el día. Quería invitarla a cenar lueg
—Eres un imbécil —declaró Malena que, luego de pagar la cuota por la información, leía un documento que de Leandro Martín recibía, y enfurecía al obtener un tan mal resultado—. Esto no me sirve de nada. No quiero su lista de obras de caridad, Leandro, quiero su historial malo, el que me pueda ayudar a sacarla de la vida de Alejandro.—Ese historial no existe —informó Leandro, contando los billetes recién recibidos—. La joven se la vivía del trabajo al hospital, y del hospital a la casa; eso era todo para ella, a veces no tenía tiempo ni de comer, mucho menos de portarse mal.—No. Tiene que haber más —declaró la azabache, ansiosa por encontrar algo de utilidad para ella, algo contundente—. ¿En dónde diablos pudo haber conocido a Alejandro? Ni el hospital, ni su trabajo, y mucho menos su casa son lugares que él pudiera frecuentar.—Pues, su casa no sé —informó el hombre de cabello castaño y ojos marrones—, pero al hotel donde ella trabajaba, sí que iba, Hay montones de registros de su ho
—¿Te ofrezco algo para tomar? —preguntó Malena luego de que ese hombre llegara hasta su departamento—. Lamento haberte llamado aquí, pero me siento tan mal que no me atrevo a salir con esta cara.Alejandro no dijo nada al respecto, él era un caballero, así que no le mencionaría lo mal que la azabache se veía, porque de verdad parecía que ella la estaba pasando mal. Era una verdadera suerte que él la conociera de verdad.Malena lo condujo hasta la sala, caminó a su cava de vinos y luego fue gasta él para entregarle un coctel que ella misma había preparado, y al cual le había añadido una sustancia especial para que él se pusiera de buen humor, en el aspecto sexual, claro.» De verdad no entiendo qué fue lo que pasó con nosotros —declaró la joven, sentándose al frente de donde Alejandro había tomado asiento, viéndolo complacida beber lo que ella le había ofrecido—, ¿por qué no fui suficiente para ti, Alejandro?—Malena —habló el hombre luego de haber bebido media copa de eso que ella le d
—Es normal —dijo el médico luego de revisar al hombre y de escuchar sus preocupaciones—. Hasta que tu sistema no se deshaga de toda la sustancia, tu cuerpo estará reaccionado de manera extraña, pero es normal. Lo que puedes hacer es tomar mucha agua, hacer ejercicio y comer sanamente, en lo que tu cuerpo lo desecha todo.Alejandro asintió y miró a Emilia, que, desde la puerta de la habitación, se abrazaba a sí misma, sintiendo el corazón en la boca.Ella intentaba no pensar demasiado en el pasado, pero había cosas que detonaban desagradables sensaciones al traer a su mente algunos recuerdos. En ese instante, viendo a un médico junto a la cama, le provocaba un hueco en el estómago y ganas de vomitar.—Oye —habló Alejandro, notando lo pálida que se veía la joven—, estoy bien, así que quita esa cara.Emilia, tras ser sacada de la marejada de emociones negativas que le estaban envolviendo, volvió a respirar y sonrió un poco.—Vigílelo —pidió el médico y la joven asintió, le sonrió al hombr
—Entonces —habló Armando Darrell que, por esa noche, cenaría con Alejando y Emilia algo que la joven había preparado—, ¿cuándo se casarán? Quiero una fecha.Alejandro y Emilia se miraron uno al otro sin saber qué responder, pues, era cierto que el tiempo seguía pasando y ellos, aunque ya habían dicho que se casarían, en realidad no habían puesto una fecha, porque habían estado demasiado ocupados disfrutando de su vida juntos.Y es que, para ser francos, estaban cómodos como estaban y en donde estaban, y ambos sabían que, luego de casarse, algunas cosas deberían cambiar, cosas como su lugar de residencia y la dinámica que estaban manejando porque, por ahora, no era que ambos vivieran juntos, sino que Alejandro Darrell se estaba quedando con Emilia para acompañarla.—No hemos hablado de eso —confesó Alejandro a su abuelo—, han pasado muchas cosas, así que no nos hemos dado tiempo para discutirlo.—Pues entonces pondré la fecha yo —declaró Armando—, porque los veo muy cómodos solo viviend
—¡Vaya! —exclamó un joven de cabello castaño claro y de ojos claros también, acercándose a la prometida de su primo, de quien tomó la mano y la besó—... Eres preciosa, y creo que no es la primera vez que nos vemos... ¿o sí?Emilia sintió que la incomodidad que había estado molestando a su estómago subía a su pecho, y era casi seguro que, algo que no eran palabras, iba a salir por su boca, pronto.» ¿Por qué siento que te he visto en alguna parte? —preguntó Álvaro Darrell, el primo de Alejandro, intentando no perder la mano de esa joven que puso todo su esfuerzo en zafarse de él y por eso retrocedió un poco hasta chocar con alguien detrás de ella.—¿Estás bien? —preguntó Alejandro a la joven que le miraba casi aterrada, y aún cuando la joven asintió el hombre de cabello y ojos oscuros miró con seriedad a su primo—. ¿Necesitas algo de mi prometida?—Sí —declaró Álvaro, sonriendo—. Siento que la conozco, pero no recuerdo de dónde, así que quería confirmar con ella si nos hemos encontrado
La boda ocurrió sin contratiempos, lo único que no parecía normal era el rostro duro de Alejandro que, con lo nerviosa que Emilia estaba, no notó; pero Armando Darrell sí lo hizo, aunque él tampoco se preocupó, pues él asumió que el joven también estaba nervioso solo que, a diferencia de Emilia que se la pasaba sonriendo, Alejandro no lograba mover ni un solo músculo de su apático rostro.—¿Estás preocupado por algo? —preguntó Álvaro, llegando hasta su primo—. No deberías, después de todo, el pasado está en el pasado... algunas veces.Alejandro Darrell apretó los dientes y miró mal a su primo, que solo sonrió y lo dejó atrás, inmerso en el recuerdo de lo que había hablado con él la tarde anterior.FLASHBACK—Pareces ocupado —dijo Álvaro, entrando a la oficina de su primo y tomando asiento aún cuando ni siquiera había recibido invitación para pasar—, quiero decirte algo, porque, si no lo hago, me remorderá la conciencia para siempre. Alejandro separó los ojos de su trabajo y miró con d
Alejandro llegó de nuevo tarde a casa. Él tenía toda la semana evitando a Emilia, probablemente, no a propósito, pero Emilia sentía que lo mejor sería que él compartiera un poco de eso que le agobiaba con ella, por eso lo esperó despierta esta vez.Pero la castaña se arrepintió un poco cuando su marido no se mostraba tan agotado o angustiado como creyó que se vería, pues, en los días pasados, había sido más lo que lo había escuchado de él que lo que lo había visto; pero ese hombre había llegado molesto a su casa, y pareció molestarse mucho más al encontrarla despierta.—¿Acabas de despedir a las visitas? —preguntó Alejandro, evidentemente molesto, y Emilia le miró completamente contrariada.—Alejandro, son más de las once de la noche —señaló la castaña—. ¿Qué clase de visitas mal educadas se irían a esta hora? Además, te recuerdo que no tengo amigos que me visiten. Te estaba esperando. Me tienes preocupada, y pensé que tal vez sería bueno que hablaras conmigo.—¿Hablar de qué? —cuestio