La tormenta rugía como si el mismísimo cielo estuviera en guerra con la isla.El viento aullaba, la lluvia golpeaba los cristales y la cabaña crujía como si fuera un anciano quejándose del reumatismo. Pero ahí estaba Carla, durmiendo como si nada, roncando con una potencia que podía competir con el estruendo de la tormenta.Aziel, que tenía el instinto de supervivencia de un gato en un incendio, no estaba nada tranquilo. Caminaba por la casa como un jaguar enjaulado, con las manos en la cintura y un tic nervioso en el ojo izquierdo. Nunca había pasado una tormenta en el caribe. De repente la luz se fué. Miró por la ventana y se fijó que no había luz en toda la isla.—Esto no está bien —murmura para sí mismo.Fue hasta la habitación de Naiara y la encontró despierta, pero con una tranquilidad que solo podía explicarse con un exceso de confianza o una gran falta de sentido común.—Hey, esta tormenta pasó a huracán categoría 2, se dice que aumentó al cruzar el mar caribe y va en aumento.
Después de la tormenta que dejó la cabaña en ruinas, Aziel no lo pensó dos veces y decidió llevar a Naiara a Atlanta. Pero antes de partir coordinaron con un ingeniero, luego de recoger lo que se podía salvar mientras se hospedaban en el hotel en dónde Naiara trabaja como planeadora de bodas.Lo que se salvó lo envió en un Courrier express directo a Atlanta.Aziel quiere vivir con ella, no solo para que estuviera segura y estar cerca de su bebé, sino porque, siendo sinceros, la idea de dormir en esas ruinas no era precisamente su sueño dorado. Además un cambio de aires no le vendría mal. Ellos luego de organizar todo, comprar los pasajes de avion y empacar las maletas partieron rumbo al aeropuerto.Naiara llamó a su amiga Valentina y le contó todo lo que le había sucedido.Y, por supuesto, en el viaje los acompañaba Carla, el hombre más amanerado y extravagante que Naiara había conocido en su vida. Aunque muy leal y apasionado por la vida.—Pense que era broma el que vendrías— le dice
Apenas entraron al apartamento, Carla se hizo la dueña del lugar.—Bueno, mis amores, yo tomaré la habitación de visitas. Necesito un espacio para mis cremas, mis aceites esenciales y mis sesiones nocturnas de meditación con velas aromáticas —dijo mientras caminaba con sus maletas como si fuera una estrella de cine llegando a un hotel de cinco estrellas.Aziel rodó los ojos con resignación y miró a Naiara con una sonrisa traviesa.—Supongo que eso significa que nos tocará compartir cama.Naiara, que ya estaba lo suficientemente cansada por el viaje y las náuseas, le lanzó una mirada asesina.—¡Ni lo sueñes! Yo puedo dormir con carla. Ambas somos visita.Aziel se lleva una mano al pecho, fingiendo estar ofendido.—¡Naiara, estás embarazada de mi hijo! No puedo dejar que duermas con otro hombre aunque se crea una mujer. Vamos, te cedo la mitad de mi cama. Además Carla ronca como su tuviera un demonio en la garganta.Ella suspira y se frota la frente.—La mitad. Nada de intentar hacerte
—Renata, por favor… —su voz sonaba entre nerviosa y suplicante.—Esto no es apropiado. No puedes llegar aquí como perro por tu casa. Esto es mi espacio personal. Tu y yo ya hablamos. No tenemos nada.Renata ignora por completo su incomodidad.—Aziel, mi amor, volví para recuperar lo nuestro. ¡Te extraño tanto! ¡Tu madre me dijo que estabas mal pero no sabía qué tanto! Mira que traer a esta isleña de tan lejos y a...eso de allí —señala a Carla con su mascarilla puesta.—¿Lo nuestro? —interrumpe Naiara con una voz tan filosa que hasta Carla se estremece. —¡Disculpa, pero creo que te equivocaste de dirección y de novio!Renata gira el rostro hacia ella, posando su mirada en ella.—¿Y tú isleña crees que Aziel te ama? Él me ama solo a mi. Haci que regresa por dónde llegaste.Naiara sonríe sin humor.—Soy la novia, amante, mujer y amiga de Aziel… si es que alguna vez se le ocurre casarse seré la esposa. ¿lo dudas?Aziel siente un escalofrío recorrerle la espalda. Naiara habla con tal sarca
Bernard resopla, pero antes de que pudiera lanzar otra de sus frases autoritarias, Naiara lo detuvo.—Tío, con todo respeto, he decidido mi camino. Vine por mi abuela, no para asumir un rol que no deseo —dice con firmeza.El tío la mira con desaprobación, pero no pudo decir más, pues la misa en honor a la difunta abuela estaba por comenzar. Luego asistirían a una cena de gala en la noche, como una conmemoración.Más tarde, en el gran salón, rodeados de nobles y políticos de todas partes, luego del discurso de muchos y los pésame de otros, Aziel aprovecha la ocasión y se lleva a Naiara a uno de los jardines para que se despeje la mente. Pasaron un día ajenos a los prejuicios de los demás.Para mala suerte de Aziel, Naiara fue asignada a su antigua habitación, mientras que los demás tenían sus propias habitaciones en otra ala del castillo.Cada vez que asistía con Naiara a una reunión social, las nobles siempre estaban preguntando a Naiara porqué estaba embarazada sin casarse y quien er
Llegado el día, el castillo en Inglaterra estaba adornado con flores blancas y doradas, con candelabros de cristal brillando en cada rincón. Naiara estaba en su habitación, lista para ponerse el vestido de novia, mientras su mejor amiga y Carla la ayudaba.—¡Ay, por favor, que alguien me pase una copa de champán! —suspira Carla dramáticamente, abanicándose con una mano—. Estoy demasiado emocionado para esto.—Carla, todavía no hemos terminado de abrochar el vestido —le recordó la mejor amiga de Naiara, estirando los cordones del corsé.—¡Ay! ¿Quieres que me quede sin aire en plena ceremonia? —se queja Naiara, intentando respirar mientras Carla seguía asegurándose de que todo quedara perfecto.—Princesa, tú tranquila. Si te desmayas, al menos caerás con estilo —dice Carla con una sonrisa pícara—. Aunque si yo fuera tú, me desmayaría justo cuando el cura diga “puedes besar a la novia”, así Aziel entra en pánico y tenemos un momento de drama gratis.—Eres un caso perdido —se ríe Naiara, m
Naiara y Aziel llegaron a la habitación real donde pasarían su luna de miel.La enorme habitación parecía sacada de un cuento de hadas, con esculturas y cuadros imponentes y una vista privilegiada de los campos verdes de Inglaterra. Naiara acostumbrada, ve como Aziel entra con los ojos brillantes de emoción y con una expresión entre amor y resignación.—¿Sabías que este castillo tiene más de quinientos años? —dice Naiara emocionada, girando sobre sí misma mientras admiraba cada detalle.—Sí, mi amor, si que se lucieron —responde Aziel, mientras se sienta en la enorme cama matrimonial.—¿Te gusta? Podemos dar un paseo en el exterior si quieres—le dice Naiara emocionada.—No, gracias, solo quiero tumbarme aquí en la cama como un rey medieval después de una batalla. Ha Sido un día muy largo —dijo Aziel, pero fue ignorado olímpicamente por su esposa.—Podemos venir de vacaciones aquí, Aziel. Mira estos libros, algunos tienen siglos de antigüedad. Es como un sueño hecho realidad para tí—di
En la cabeza de Aziel hay una tormenta en plena formación. Naiara, con una barriga que parece tener vida propia, se pasea por el salón revisando listas, ajustando flores y dando instrucciones con una energía que él no entiende de dónde saca.—Naiara, por el amor de Dios, siéntate un rato —dice Aziel, siguiéndola como un guardaespaldas en pánico.—No puedo, hoy es la boda de los gemelos —responde ella con una sonrisa, como si no estuviera a escasos días de dar a luz.Aziel suspira, frotándose el puente de la nariz. Lleva semanas preparándose mentalmente para el día que diera a luz, pero nada lo ha preparado para la realidad de ver a su esposa, en su noveno mes de embarazo, dirigiendo un evento de esta magnitud como si fuera una maratón olímpica.—Podrías dirigir desde un asiento, ¿sabes? No hace falta que recorras cada mesa como si estuvieras en un desfile —insiste él.—Siéntate tú, que eres el que parece al borde de un colapso —se burla ella, dándole una palmadita en la mejilla.Él bu