Grecia estaba reacia a creer todas aquellas palabras, porque eso significaba que se había equivocado con Diego, que lo había juzgado terriblemente mal. Ella sabía que él había sufrido un accidente, pero jamás preguntó al respecto por temor a remover viejas heridas que no debían ser tocadas. No sabía cómo había sido o cómo había sobrevivido, desconocía esa parte de su vida. «En realidad desconoces toda su vida, no sabes nada de él, ni siquiera sabes si tiene familia o no», pensó.
Pero también existía la posibilidad de que todo fuera una trampa, que Silvia estuviera haciendo y diciendo todo aquello para… «¿Para qué? Eso es Grecia, qué sentido tiene para ella mentirte. Eres tú quien debe tomar la batuta de su vida, eres tú quien debe sopesar la verdad y admitir que te equivocaste con Diego»
Diego gruñó al sentir la bala rozar su brazo, había sido descuidado al no prestar atención a las palabras de Jorge; parecía que no aprendía del pasado.—¡Estás bien! —gritó Jorge al verlo sostener su brazo. —Te dije que era una maldit@ trampa —añadió cubriendo el cuerpo de Diego y disparando hacia el segundo nivel que fue de donde el primer disparo salió.—Rodrigo no está aquí, ese hombre no habría fallado, me odia tanto que habría aprovechado esta oportunidad —gruñó Diego con enojo. Se había dejado llevar por la rabia y el deseo de exterminar a su enemigo que había caído nuevamente en una trampa. Se preguntó seriamente cuántos errores tenía que cometer primero antes de atrapar a Rodrigo o sí el hombre siempre estaría un paso por delante de él.
Diego observó a Grecia dormir, se veía sencillamente hermosa, sus labios hinchados prueba de haber hecho el amor durante todo el amanecer, sus hermosas pestañas amenazaban con abrirse, pero el cansancio de ella la superaba.—Mí bella durmiente —susurró acariciando el rostro de su mujer con la yema de sus dedos, acarició sus labios entreabiertos que lo invitaban a besarlos nuevamente. —Te amo, sé que aún no me perdonas del todo, pero te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para demostrar todo lo que te amo, a ti y a mis hijos, no quiero perderlos. Los amo demasiado —añadió sucumbiendo a la tentación de besarla.Grecia gimió al sentir los labios de su marido sobre sus labios, se había dejado seducir por él antes de hablar sobre Silvia, pero ya era tarde para lamentarlo, se sentía feliz de poder estar entre sus brazos y d
Diego y Basil recorrieron los campos que este último deseaba comprar. Diego debía admitir que la calidad de su producción estaba al nivel que las cosechas de Los Cascabeles, él mismo había comprado la producción y exportado al extranjero. —¿Qué opinas? —preguntó el griego luego de dos horas de recorrido. —Son buenas tierras, el café que produce es un buen grano, es una buena opción para invertir —dijo revisando las hojas que no fueran a tener roya, eso sería terrible cuando esperaban la próxima temporada de recolección. —¿Te animas a invertir conmigo o me dejarás solo? —Eres un tanto manipulador Basil, pero debo reconocer que con dos fincas más con un excelente grano, tendríamos café para surtir todo un año, hay sacos en nuestras bodegas, pero esto sería otro nivel. ¿Pretendes tener a toda Europa a tus pies? —le cuestionó. Basil se echó a reír, Diego era un hombre muy inteligente en los negocios. —Es la intención, existió un momento en el que
Diego y Grecia se despidieron de Basil al final de la tarde, cuando el sol empezaba a ocultarse y el cielo se tornó naranja. Era una vista hermosa desde los cielos, una que solo Basil tuvo oportunidad de disfrutar, mientras que en tierra Diego observaba a Grecia como si le hubiesen salido dos cabezas, sin poder creer ese comportamiento que estaba teniendo.—¿Puedo saber por qué tanta amabilidad con Basil? —preguntó con tono celoso.—¿Estás celoso, cariño? —respondió la mujer con una sonrisa coqueta en los labios.—No juegues con fuego Grecia, te puedes quemar —dijo acercándose peligrosamente a ella.—¿De verdad? Quiero ver eso —le provocó haciendo que Diego la tomara entre sus brazos y se apoderara de sus labios con fiereza, una pasión arrolladora que los llevó a la habitación más cercana, Grecia adoraba
La siguiente semana pasó entre una bruma, una paz que ninguno respiraba desde hacía poco más de tres años. Grecia por su parte pidió hablar con Jorge, en el fondo de su corazón esperaba, tenía la ilusión que lo sucedido con Camila solo fuera un error, pero al escuchar las palabras de Jorge ya no pudo negarse más a la verdad. Camila no era la mujer que ella creía que era y no sabía cómo sentirse ya. Afortunadamente, Diego estuvo para ella en todo momento y fue su sostén y soportó durante esas horas en las que se permitió sufrir y llorar por Camila.Diego por su parte estaba intranquilo, el silencio que Rodrigo tenía le inquietaba. Había contratado a varios investigadores para dar con su paradero, incluso la policía estaba tras sus huellas al entregar la mayor cantidad de pruebas que habían reunido en su contra y el atentado contra Guillermo. Pero
Grecia esperó con calma durante los siguientes días, Diego le había prometido conseguir una casa para ellos en las afueras de la ciudad y confiaba que pronto estarían alejados de los Cascabeles, las maletas estaban preparadas con anticipación, pensó que ahorrar tiempo era mejor, habría querido salir en auto de la finca, pero era un viaje demasiado largo y el recuerdo de cuando llegó le hizo temblar, no quería por nada del mundo volver a subirse a un auto para un viaje largo y menos estando embarazada.Días que Camila también aprovechó para acercarse a la finca, tratando de pasar desapercibida, su cabello fue teñido y con un poco de maquillaje cambió ligeramente su aspecto para no ser reconocida por alguno de los peones que la vieron en compañía de Grecia.Estar allí no había sido nada fácil, sobre todo, porque Rodrigo no mostraba ning&uac
La doctora les atendió con una amable sonrisa en los labios, pidió a Grecia pasar directamente a la camilla para poder realizarle la ecografía y saber cómo se desarrollaba y encaminaba la bebé para el momento de su nacimiento.Diego se paró a su lado, tomó la pequeña mano de Grecia entre las suyas mientras en la pantalla se observaba la imagen de su bebé. Las emociones se desbordaron dentro de su corazón al escuchar el latido del corazón de su hija tan firme y fuerte.—El bebé está más que bien. Tiene un peso perfecto y su tamaño es excelente, le quedan pocas semanas por lo que deberás tener mucho cuidado y continuar con tu alimentación y cuidados de siempre —expresó la doctora.—¿Todo está bien, estás segura? —preguntó Diego acariciando la mano de Grecia.—Completamente seg
Diego observó el rostro de Grecia mientras dormía en la habitación de la clínica a donde fue internada luego del desmayo sufrido ante la noticia del secuestro de Guillermo.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Basil ingresando a la habitación.—Han secuestrado a nuestro hijo, aprovecharon un descuido de la gente de seguridad y nuestra ausencia para irrumpir en nuestra casa y llevarse a Guillermo —Diego se mesó los cabellos con evidente frustración.—¿Tienes idea de quién ha podido ser el responsable? ¿Has dado aviso a la policía? —preguntó el hombre con tono preocupado.—Sí, Camila y el hermano de Grecia. Rodrigo Falcón se ha encargado de hacer nuestras vidas miserables, pero te juro que si llego a ponerle la mano encima soy capaz de matarlo de una maldit@ vez y por todas —gruñ&oac