La siguiente semana pasó entre una bruma, una paz que ninguno respiraba desde hacía poco más de tres años. Grecia por su parte pidió hablar con Jorge, en el fondo de su corazón esperaba, tenía la ilusión que lo sucedido con Camila solo fuera un error, pero al escuchar las palabras de Jorge ya no pudo negarse más a la verdad. Camila no era la mujer que ella creía que era y no sabía cómo sentirse ya. Afortunadamente, Diego estuvo para ella en todo momento y fue su sostén y soportó durante esas horas en las que se permitió sufrir y llorar por Camila.
Diego por su parte estaba intranquilo, el silencio que Rodrigo tenía le inquietaba. Había contratado a varios investigadores para dar con su paradero, incluso la policía estaba tras sus huellas al entregar la mayor cantidad de pruebas que habían reunido en su contra y el atentado contra Guillermo. Pero
Grecia esperó con calma durante los siguientes días, Diego le había prometido conseguir una casa para ellos en las afueras de la ciudad y confiaba que pronto estarían alejados de los Cascabeles, las maletas estaban preparadas con anticipación, pensó que ahorrar tiempo era mejor, habría querido salir en auto de la finca, pero era un viaje demasiado largo y el recuerdo de cuando llegó le hizo temblar, no quería por nada del mundo volver a subirse a un auto para un viaje largo y menos estando embarazada.Días que Camila también aprovechó para acercarse a la finca, tratando de pasar desapercibida, su cabello fue teñido y con un poco de maquillaje cambió ligeramente su aspecto para no ser reconocida por alguno de los peones que la vieron en compañía de Grecia.Estar allí no había sido nada fácil, sobre todo, porque Rodrigo no mostraba ning&uac
La doctora les atendió con una amable sonrisa en los labios, pidió a Grecia pasar directamente a la camilla para poder realizarle la ecografía y saber cómo se desarrollaba y encaminaba la bebé para el momento de su nacimiento.Diego se paró a su lado, tomó la pequeña mano de Grecia entre las suyas mientras en la pantalla se observaba la imagen de su bebé. Las emociones se desbordaron dentro de su corazón al escuchar el latido del corazón de su hija tan firme y fuerte.—El bebé está más que bien. Tiene un peso perfecto y su tamaño es excelente, le quedan pocas semanas por lo que deberás tener mucho cuidado y continuar con tu alimentación y cuidados de siempre —expresó la doctora.—¿Todo está bien, estás segura? —preguntó Diego acariciando la mano de Grecia.—Completamente seg
Diego observó el rostro de Grecia mientras dormía en la habitación de la clínica a donde fue internada luego del desmayo sufrido ante la noticia del secuestro de Guillermo.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Basil ingresando a la habitación.—Han secuestrado a nuestro hijo, aprovecharon un descuido de la gente de seguridad y nuestra ausencia para irrumpir en nuestra casa y llevarse a Guillermo —Diego se mesó los cabellos con evidente frustración.—¿Tienes idea de quién ha podido ser el responsable? ¿Has dado aviso a la policía? —preguntó el hombre con tono preocupado.—Sí, Camila y el hermano de Grecia. Rodrigo Falcón se ha encargado de hacer nuestras vidas miserables, pero te juro que si llego a ponerle la mano encima soy capaz de matarlo de una maldit@ vez y por todas —gruñ&oac
—El alta está firmada, pero aclaro que todo es bajo su responsabilidad —dijo el doctor en tono severo ante la insistencia de Grecia por dejar la clínica, estaba cansada de ver las caras de lástima que las enfermeras le dedicaban cada vez que pasaban por su habitación; ella no quería su lástima, quería tener a su hijo de nuevo entre sus brazos y ser feliz.—¿Estás lista? —preguntó Basil ignorando las palabras del doctor y dirigiéndose hacia Grecia.—Sí, ya quiero estar fuera de este lugar que solo me deprime más —dijo Grecia poniéndose de pie con ayuda del griego.—Es mejor marcharnos, mi chofer espera en el auto, te llevaré a mi casa —dijo el hombre haciendo que Grecia se detuviera en seco.—No, yo quiero volver a mi casa, a lo mejor Camila se arrepiente y quiera devolverme a mi hijo.—
El corazón de Diego latía más y más fuerte con cada kilómetro recorrido, el lugar estaba tan apartado de la ciudad, que en caso de emergencia sería casi imposible lograr salir a tiempo para algún tipo de atención médica.También pensar en lo que su hijo podía estar sufriendo a manos de ese par de desequilibrados le carcomía el alma. Guillermo solo era un pequeño inocente que apenas empezaba a vivir, no podía pensar en nada que no fuera rescatarlo, se lo había prometido a Grecia y así le costara la vida iba a cumplirle la promesa hecha.—Estamos cerca Diego, hoy mismo tendrás a tu hijo entre tus brazos —le prometió Jorge al ver la desesperación en el rostro de su jefe.—Es lo que más deseo Jorge, llevarle el niño a Grecia y olvidarnos de este mal momento —dijo pensando en lo que podía sur
El vidrio se rompió en mil pedazos al estrellarse sobre el piso, Grecia se llevó una mano al vientre.—¡Grecia! —Nancy corrió al verla tambalearse.»¡Grecia! —gritó la niñera nuevamente, sosteniéndola para evitar que cayera y se hiciera daño sobre el vidrio roto. —¡Señor Basil! —gritó desesperada al escuchar a Grecia gemir de dolor.—Mi bebé, mi bebé —se quejó respirando entre los espasmos de dolor que le atravesaron el cuerpo.—¡Señor Stavros! —gritó Nancy nuevamente. —Respira Grecia —le pidió y ella lo hizo.—¿Qué sucede? ¿Por qué gritas? —preguntó Basil saliendo de su despacho.—Es Grecia…—La bebé, Basil, la bebé —interrumpió Grecia entre die
Grecia abrió los ojos ligeramente aturdidos, observó el techo de la habitación como si fuera la cosa más interesante del mundo y es que para ella en ese preciso momento lo era. No quería enfrentarse a la realidad, pero lo quisiera o no, debía hacerlo sobre todo porque necesitaba saber de su hijo, sino fuera por él desearía dormir por la eternidad. Por él se obligó a ponerse de pie.—Guillermo —susurró en tono bajo, pero no lo suficiente como para que Guillermo se acercara a ella.—Grecia, ¿Cómo te sientes? —se apresuró a preguntar.—¿Cómo esperas tú que me sienta? —respondió sin verlo.—Lo siento Grecia, todo tiene una explicación, yo…—Yo no quiero escuchar y te agradeceré que no vuelvas a tocarme, no quiero saber más de tus mentiras —le inter
Grecia sintió su corazón latir fuerte dentro de su pecho y sin pensarlo corrió hasta la habitación de su hijo, abrió la puerta y ver los ojitos de su pequeño le inundó de felicidad.—¡Mi bebé! —gimoteo acercándose a él.—Mami —susurró estirando sus manitos para que ella pudiera cogerlo, pero los cables no se lo permitían.—Tranquilo mi amor, aquí estoy contigo, no te dejaré mi tesoro. Por ahora debemos esperar —le susurró acariciando su cabecita con ternura.Guillermo observó la escena con el corazón apretado, su hijo estaba a salvo, su familia estaba completa, pero…—¡Papi! —llamó el niño al verlo parado en la puerta.—Hola campeón —dijo acercándose por el otro lado para no incomodar a Grecia.—Papá