Grecia se alejó unos cuantos pasos de Diego, se mordió el labio porque aquel beso había despertado el deseo en su cuerpo, hacía meses que no tenían un acercamiento de ese tipo. Ellos habían tenido una noche de pasión antes de que la tragedia se desatara y era muy consciente que los motivos eran totalmente distintos al amor.
—Lo siento, no quiero presionarte —le escuchó disculparse y alejarse dos pasos de ella.
—No me incomoda, más bien es que… me has hecho sentir cosas que hace tiempo no sentía y me asusté —confesó ella cerrando la distancia de nuevo entre ellos.
—¿De verdad? —preguntó él, no quería que ella sintiera que trataba de imponer su presencia; deseaba que las cosas se dieran de manera espontánea.
—Estoy siendo sincera —dijo Grecia acariciando la mejilla marcada del hombre.
Grecia se puso el hermoso vestido que Diego le había hecho llegar momentos antes, no sabía cómo o qué había hecho para conseguirlo, pero para ella el gesto fue de lo más hermoso.—Cielos, no volveré a decir nada en contra de ese hombre —dijo Camila arreglando el cabello de Grecia, lo dejaría suelto para que cubriera las cicatrices de su espalda, el vestido dejaba ver el nacimiento de las mismas, pero Grecia quiso utilizarlo de todas maneras.—Te aseguro que Diego ya no es el mismo hombre con quien me casé. Si somos sinceras no puedo juzgarlo. Rodrigo es el peor ser humano que he conocido en mi vida y él solamente creyó que yo no sería distinta —expuso para defender a su esposo frente a su mejor amiga.—No diré nada más Grecia. Solo espero que tú puedas ser feliz y que tu decisión sea la mejor para ti y para Guillermo, lo a
Grecia se movió al sentir el peso de una mano sobre su cintura, no se atrevió a abrir los ojos, pero una ligera sonrisa se extendió por su rostro. Respiró profundamente y el aroma de la loción de Diego la envolvió por completo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que aceptó darle una oportunidad? No recordaba exactamente quizás uno o dos meses, quizás un poco más, lo único que sabía con seguridad es que era completamente feliz a su lado.—Si no dejas de moverte voy a tomarte aquí y ahora —susurró Diego a su oído y Grecia no pudo evitar estremecerse ante la amenaza, porque sabía que él era muy capaz de mantenerla en la cama todo el día.—Estaría más que encantada, pero debo ocuparme de Guillermo, Camila regresa hoy a la ciudad para reunirse con su hermano, le pediré a Nancy que me ayude co
Grecia observó el reloj en la pared de la cocina, se le hizo extraño que Diego no volviera cuando se lo había prometido, él nunca le quedaba mal y de no poder llegar enviaba siempre a uno de los trabajadores a decirle que llegaría un poco más tarde.Empacó un poco de comida para llevárselo al área de trabajo, pensando que quizás él no tuviese tiempo, la cosecha había terminado hacía unos días, pero el café para procesar seguía en el beneficio, mientras los mozos secaban el café para enviarlo a la exportadora y seguidamente enviarlo al extranjero para cumplir con los contratos contraídos por la empresa de Guillermo. Negó con un movimiento de cabeza. No era la empresa de Guillermo sino la de Diego, el hombre había hecho una gestión de primera y había logrado salvar varios contratos y cumplir con ellos, comprando café a
Días después…—No deberías estar aquí —susurró Silvia humedeciendo sus labios con la lengua.—Es exactamente donde tengo que estar. Descansa el doctor pasará a revisar tu estado por la tarde, duerme y recupera tus fuerzas —pidió Diego besando la frente de la mujer.—¿No tienes miedo de que ella se entere? —le preguntó antes de gemir por el dolor que atravesó su cuerpo.—Grecia está en los Cascabeles y está segura allí. Ahora solo debes recuperarte para llevarte conmigo.Diego dibujó una ligera sonrisa en el rostro, estaba cayéndose a pedazos de cansancio y preocupación. Había hablado con Grecia todos los días que llevaba en el hospital y varias veces al día. Pero sabía que no era suficiente y más tarde que temprano tendría que decirle la verdad. No sabía cuánto tiempo más estaría ausente. El doctor no le había dado ninguna explicación al avance del estado de Silvia y eso despertaba sus alarmas y le hacía sospechar que la situación
Grecia observó el rostro de Diego, al mirarlo así en calma, no podía evitar pensar en Guillermo, pensando ¿Cómo podían parecerse tanto sin ser la misma persona? Y ahora estaba segura de que era mucho más que un parecido, había gestos que le recordaban más y más a su difunto marido.«Estás pensando de más Grecia. Es imposible que puedan parecerse tanto, miras cosas donde no las hay», se dijo, mientras negaba con un ligero movimiento de cabeza.—No pueden ser la misma persona, eso es imposible —murmuró extendiendo sus dedos sobre la cicatriz que marcaba el rostro de Diego.El corazón se le estrujó al pensar en el dolor que debió sufrir al hacerse aquella herida, tenía algunas otras cicatrices en su cuerpo, sobre todo en su espalda. No se había atrevido a preguntar cómo se las había hecho pues temí
—Te dejo para que hables a gusto, iré por Guillermo, no demores —dijo Grecia al verlo dudar.Caminó lejos de él, mientras las sospechas iban creciendo en su interior, no sabía nada de Silvia desde el día que abandonó los Cascabeles, tampoco se había preocupado por ella porque Diego había sido suyo y los meses que siguieron al accidente fueron los mejores ¿Estaba equivocándose con su marido? La pregunta asaltó su mente. Realmente no conocía del todo a Diego Mendoza.El hombre había aparecido en la ciudad, en la exportadora y en su vida con un aire de ángel vengador. No fue dulce, ni tierno y mucho menos amable con ella en ninguna ocasión. Se casó con ella para hacerle pagar ¿Por qué? No lo sabía. Pero no podía negar que había visto el odio en sus ojos e iba dirigido a ella. La convirtió en su esposa para lu
Diego se despidió de Grecia después del desayuno, para reunirse con Robledo en la finca San Vicente, de paso mataría dos pájaros en un solo tiro. Aprovecharía para ver a Silvia y saber cómo seguía y hablaría con su asistente acerca de sus sospechas. No le costaba pensar que uno de los hermanos fuera un traidor o incluso los dos. Después de todo él ya había confiado en la persona equivocada en el pasado.Escogió un caballo para llegar a la finca vecina, se sentía más seguro y era mucho más rápido para acortar el camino por las veredas.Desmontó en el patio amarró a su precioso alazán y caminó con paso lento hacia el interior de la vivienda. La casa era pequeña comparada a la casa grande de los cascabeles, pero esta se acomodaba perfectamente para Silvia, estar en una silla de ruedas no era nada fácil, él estuvo
—Camila, ¿Cómo llegaste? —preguntó Grecia al ver a su mejor amiga en la sala de su casa.—Preguntando cómo se llega a Roma, querida —sonrió acercándose a ella y saludándola con un beso en ambas mejillas. —Te he echado tanto de menos, sobre todo a Guillermo, ¿Mi pequeño se ha portado bien? —preguntó mientras lo buscaba con la mirada.—Sí, es una pena que no puedas verlo, salió con Diego —mintió y no sabía qué fue lo que le llevó a decir aquellas palabras, pero ya las había dicho y esperaba de todo corazón que Guillermo no despertara en ese momento y la llamara.—¿De verdad? —preguntó sentándose en el sillón.—Sí, salió hace unos momentos, debiste llamar, debiste…—No, no sé lo que Diego tiene en mi c