—Camila, ¿Cómo llegaste? —preguntó Grecia al ver a su mejor amiga en la sala de su casa.
—Preguntando cómo se llega a Roma, querida —sonrió acercándose a ella y saludándola con un beso en ambas mejillas. —Te he echado tanto de menos, sobre todo a Guillermo, ¿Mi pequeño se ha portado bien? —preguntó mientras lo buscaba con la mirada.
—Sí, es una pena que no puedas verlo, salió con Diego —mintió y no sabía qué fue lo que le llevó a decir aquellas palabras, pero ya las había dicho y esperaba de todo corazón que Guillermo no despertara en ese momento y la llamara.
—¿De verdad? —preguntó sentándose en el sillón.
—Sí, salió hace unos momentos, debiste llamar, debiste…
—No, no sé lo que Diego tiene en mi c
Diego entró a su casa y se sentó en el sillón más cercano. Se mesó el cabello, mientras se rompía la cabeza buscando una manera de explicarle la situación a Grecia. Debía advertirle sobre Camila y, sobre todo, debía hablarle claro sobre lo sucedido con Silvia, quizás tenían que mudarse y sería a San Vicente, mientras el peligro pasara o quizás…—¿A qué hora llegaste? —preguntó Grecia caminando hacia él, pero sin acercarse.—Apenas hace unos minutos, ¿Dónde está Guillermo? —preguntó poniéndose de pie, para cerrar la distancia entre ellos; Grecia se alejó al ver sus intenciones causando desazón en el corazón de Diego.—Guillermo está en su habitación, ¿Quieres verlo? —preguntó mirándolo fijamente.Diego sinti
Grecia perdió la noción del tiempo, no supo con exactitud cuánto tiempo estuvo tirada en el suelo de esa casa y cuánto tiempo había llorado, ni siquiera fue consciente del momento en que sus lágrimas se secaron. Se sentía devastada por el engaño de Diego. Ella no podía creer que el lazo que lo unía a Silvia fuera una simple amistad o un simple agradecimiento. De ser así, él no le hubiese ocultado la verdad.—Grecia, Grecia —escuchó la voz de Nancy llamarla, pero no quería girar su rostro, no quería abrir los ojos, solo quería dormir, dejarse llevar por la oscuridad que acariciaba su mundo. Cerrar los ojos y olvidarse de todo y de todos.»Grecia, piensa en tus hijos, no le hará ningún bien al bebé en tu vientre este descuido. Recuerda que todo lo que tu sientes y sufres lo sentirá y sufrirá ella —dijo
Los días fueron pasando y ninguno de los dos había podido superar lo sucedido, mientras Grecia luchaba día a día para poder apartar los recuerdos de los momentos felices con Diego, él vivía añorando cada pequeño detalle de su vida con Grecia, como Guillermo o como Diego, los momentos felices lo atormentaban cada vez que la noche llegaba y nada podía hacer para evitar la añoranza que golpeaba su corazón.Diego tenía una actitud de hierro, un hombre implacable durante el día, pero al anochecer no era más que un hombre destrozado, un hombre sin ganas de vivir.—No podemos dejar que esto continúe de esa manera, debemos hacer algo para ayudar a Diego, se está dejando morir —expuso Silvia con preocupación a Jorge y Robledo. El asistente se había infiltrado en los Cascabeles y se había enterado por Nancy que Grecia no estaba en mejor
Grecia estaba reacia a creer todas aquellas palabras, porque eso significaba que se había equivocado con Diego, que lo había juzgado terriblemente mal. Ella sabía que él había sufrido un accidente, pero jamás preguntó al respecto por temor a remover viejas heridas que no debían ser tocadas. No sabía cómo había sido o cómo había sobrevivido, desconocía esa parte de su vida. «En realidad desconoces toda su vida, no sabes nada de él, ni siquiera sabes si tiene familia o no», pensó.Pero también existía la posibilidad de que todo fuera una trampa, que Silvia estuviera haciendo y diciendo todo aquello para… «¿Para qué? Eso es Grecia, qué sentido tiene para ella mentirte. Eres tú quien debe tomar la batuta de su vida, eres tú quien debe sopesar la verdad y admitir que te equivocaste con Diego»
Diego gruñó al sentir la bala rozar su brazo, había sido descuidado al no prestar atención a las palabras de Jorge; parecía que no aprendía del pasado.—¡Estás bien! —gritó Jorge al verlo sostener su brazo. —Te dije que era una maldit@ trampa —añadió cubriendo el cuerpo de Diego y disparando hacia el segundo nivel que fue de donde el primer disparo salió.—Rodrigo no está aquí, ese hombre no habría fallado, me odia tanto que habría aprovechado esta oportunidad —gruñó Diego con enojo. Se había dejado llevar por la rabia y el deseo de exterminar a su enemigo que había caído nuevamente en una trampa. Se preguntó seriamente cuántos errores tenía que cometer primero antes de atrapar a Rodrigo o sí el hombre siempre estaría un paso por delante de él.
Diego observó a Grecia dormir, se veía sencillamente hermosa, sus labios hinchados prueba de haber hecho el amor durante todo el amanecer, sus hermosas pestañas amenazaban con abrirse, pero el cansancio de ella la superaba.—Mí bella durmiente —susurró acariciando el rostro de su mujer con la yema de sus dedos, acarició sus labios entreabiertos que lo invitaban a besarlos nuevamente. —Te amo, sé que aún no me perdonas del todo, pero te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para demostrar todo lo que te amo, a ti y a mis hijos, no quiero perderlos. Los amo demasiado —añadió sucumbiendo a la tentación de besarla.Grecia gimió al sentir los labios de su marido sobre sus labios, se había dejado seducir por él antes de hablar sobre Silvia, pero ya era tarde para lamentarlo, se sentía feliz de poder estar entre sus brazos y d
Diego y Basil recorrieron los campos que este último deseaba comprar. Diego debía admitir que la calidad de su producción estaba al nivel que las cosechas de Los Cascabeles, él mismo había comprado la producción y exportado al extranjero. —¿Qué opinas? —preguntó el griego luego de dos horas de recorrido. —Son buenas tierras, el café que produce es un buen grano, es una buena opción para invertir —dijo revisando las hojas que no fueran a tener roya, eso sería terrible cuando esperaban la próxima temporada de recolección. —¿Te animas a invertir conmigo o me dejarás solo? —Eres un tanto manipulador Basil, pero debo reconocer que con dos fincas más con un excelente grano, tendríamos café para surtir todo un año, hay sacos en nuestras bodegas, pero esto sería otro nivel. ¿Pretendes tener a toda Europa a tus pies? —le cuestionó. Basil se echó a reír, Diego era un hombre muy inteligente en los negocios. —Es la intención, existió un momento en el que
Diego y Grecia se despidieron de Basil al final de la tarde, cuando el sol empezaba a ocultarse y el cielo se tornó naranja. Era una vista hermosa desde los cielos, una que solo Basil tuvo oportunidad de disfrutar, mientras que en tierra Diego observaba a Grecia como si le hubiesen salido dos cabezas, sin poder creer ese comportamiento que estaba teniendo.—¿Puedo saber por qué tanta amabilidad con Basil? —preguntó con tono celoso.—¿Estás celoso, cariño? —respondió la mujer con una sonrisa coqueta en los labios.—No juegues con fuego Grecia, te puedes quemar —dijo acercándose peligrosamente a ella.—¿De verdad? Quiero ver eso —le provocó haciendo que Diego la tomara entre sus brazos y se apoderara de sus labios con fiereza, una pasión arrolladora que los llevó a la habitación más cercana, Grecia adoraba