Grecia llamó a una de las enfermeras aprovechando que estaba sola y sin Diego a su alrededor, aunque sabía de sobra que no entraría hasta el cambio de turno. Según le había comentado una de las enfermeras él tenía un poder grande convencimiento y no difícilmente se había separado de ella.
Diego llevaba en la sala de espera desde que ella había sido ingresada y que se colaba a la unidad para verla dormir así no pudiera hablar con ella; Grecia por supuesto no comprendía ese cambio tan abrupto en él, pero no podía negar que le gustaba tener su atención y la manera que Diego la había mirado cuando abrió los ojos fue un bálsamo a su herido y sufrido corazón.
—¿Puedo ayudarle? —preguntó la enfermera acercándose a ella.
Grecia lo había pensado muy bien antes de hablar con la chica, sin embargo, ahor
Guillermo volvió al hospital horas más tarde no habría querido demorar tanto, pero tuvo que dejar en claro las cosas en los Cascabeles y también ordenó al investigador que había contratado buscar el año perdido de Grecia, algo le decía que ahí se escondía una gran verdad y que él necesitaba saber para continuar viviendo.—Entonces… ¿Serás Diego de ahora en adelante? —preguntó Silvia antes de que él la dejara en la puerta del hospital.—Sí, voy a seguir tu consejo y voy a conquistar el amor de Grecia como Diego Mendoza, solo espero que jamás ella descubra la verdad que se esconde tras este rostro marcado. Tengo que compensarla por todo lo que le he hecho —dijo con vergüenza.—No lo sabías Diego, no puedes culparte. Fuiste engañado, no tenías manera de saber que…—D
Grecia observó la finca en la distancia, tenía que caminar hasta allí y luego… ¿Qué se suponía que le diría a Diego? Jamás había traído a nadie a Los Limonares y hoy no lo había dudado al pedirle aquel enorme favor. —¿Grecia? —preguntó Guillermo al verla detenerse. —Hay algo que debes saber antes de llegar a esa casa —susurró. —Te escucharé, solo si tú estás preparada para decírmelo —dijo con suavidad, temía que lo que estaba por saber fuera demasiado para él. Grecia sonrió ligeramente, pero sin que la felicidad llegara a sus ojos. Respiró profundo y se giró para verlo a los ojos, era posible que después de esto él la odiara más o quizás fuera capaz de comprenderla, pero no podía seguir ocultando aquella verdad por más tiempo, ella necesitaba liberarse de tanto dolor. —Guillermo no murió en un accidente como se le hizo creer a los medios de comunicación —respiró, pero las lágrimas ya inundaban sus ojos. —Guillermo murió por mi culpa —dijo haci
Grecia solo respiró tranquila cuando el helicóptero estuvo en el aire. No podía imaginarse lo que hubiera sido de su hijo y de Camila si llegaban a caer en las manos de Rodrigo. No podía siquiera explicar cuál era el motivo de tanto odio en su contra. Ya dudaba seriamente que él necesitara un motivo para sus maldades, él debió nacer con el alma podrida.—¡Dios, ese hombre está loco! —dijo Camila, para quien no era un secreto todo el daño que Rodrigo le había hecho a Grecia.—Gracias al cielo, venimos a tiempo —susurró Grecia mientras extendía sus manos para tomar al pequeño Guillermo entre sus brazos y depositar varios besos en la frente y mejillas del bebé.Guillermo observó a su hijo en brazos de Grecia, moría por acercarse y tomarlos entre sus brazos y jurarles que todo iba a salir bien, pero se abstuvo. Su nueva
Grecia parpadeo varias veces y lo hizo solo para darse cuenta que estaba recostada en el largo sillón de la sala, con los labios de Diego, muy muy cerca de sus propios labios; un escalofrío recorrió su cuerpo involuntariamente al imaginarse esos labios posados sobre los suyos en un beso ardiente y pasional, tuvo que morderse el interior de su mejilla para evitar gemir al recordar lo que aquella boca era capaz de hacer.—¿Q-qué haces? —preguntó interrumpiendo la línea de sus pensamientos al darse cuenta que su cuerpo empezaba a reaccionar a la cercanía del cuerpo masculino y sobre todo al cálido aliento acariciaba sus labios.—¿Despertándote con un beso? —respondió con una ligera sonrisa antes de apartarse de ella. —Me diste un susto de muerte —añadió incorporándose en toda su altura, para evitar caer en la tentación de besa
Grecia se alejó unos cuantos pasos de Diego, se mordió el labio porque aquel beso había despertado el deseo en su cuerpo, hacía meses que no tenían un acercamiento de ese tipo. Ellos habían tenido una noche de pasión antes de que la tragedia se desatara y era muy consciente que los motivos eran totalmente distintos al amor.—Lo siento, no quiero presionarte —le escuchó disculparse y alejarse dos pasos de ella.—No me incomoda, más bien es que… me has hecho sentir cosas que hace tiempo no sentía y me asusté —confesó ella cerrando la distancia de nuevo entre ellos.—¿De verdad? —preguntó él, no quería que ella sintiera que trataba de imponer su presencia; deseaba que las cosas se dieran de manera espontánea.—Estoy siendo sincera —dijo Grecia acariciando la mejilla marcada del hombre.
Grecia se puso el hermoso vestido que Diego le había hecho llegar momentos antes, no sabía cómo o qué había hecho para conseguirlo, pero para ella el gesto fue de lo más hermoso.—Cielos, no volveré a decir nada en contra de ese hombre —dijo Camila arreglando el cabello de Grecia, lo dejaría suelto para que cubriera las cicatrices de su espalda, el vestido dejaba ver el nacimiento de las mismas, pero Grecia quiso utilizarlo de todas maneras.—Te aseguro que Diego ya no es el mismo hombre con quien me casé. Si somos sinceras no puedo juzgarlo. Rodrigo es el peor ser humano que he conocido en mi vida y él solamente creyó que yo no sería distinta —expuso para defender a su esposo frente a su mejor amiga.—No diré nada más Grecia. Solo espero que tú puedas ser feliz y que tu decisión sea la mejor para ti y para Guillermo, lo a
Grecia se movió al sentir el peso de una mano sobre su cintura, no se atrevió a abrir los ojos, pero una ligera sonrisa se extendió por su rostro. Respiró profundamente y el aroma de la loción de Diego la envolvió por completo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que aceptó darle una oportunidad? No recordaba exactamente quizás uno o dos meses, quizás un poco más, lo único que sabía con seguridad es que era completamente feliz a su lado.—Si no dejas de moverte voy a tomarte aquí y ahora —susurró Diego a su oído y Grecia no pudo evitar estremecerse ante la amenaza, porque sabía que él era muy capaz de mantenerla en la cama todo el día.—Estaría más que encantada, pero debo ocuparme de Guillermo, Camila regresa hoy a la ciudad para reunirse con su hermano, le pediré a Nancy que me ayude co
Grecia observó el reloj en la pared de la cocina, se le hizo extraño que Diego no volviera cuando se lo había prometido, él nunca le quedaba mal y de no poder llegar enviaba siempre a uno de los trabajadores a decirle que llegaría un poco más tarde.Empacó un poco de comida para llevárselo al área de trabajo, pensando que quizás él no tuviese tiempo, la cosecha había terminado hacía unos días, pero el café para procesar seguía en el beneficio, mientras los mozos secaban el café para enviarlo a la exportadora y seguidamente enviarlo al extranjero para cumplir con los contratos contraídos por la empresa de Guillermo. Negó con un movimiento de cabeza. No era la empresa de Guillermo sino la de Diego, el hombre había hecho una gestión de primera y había logrado salvar varios contratos y cumplir con ellos, comprando café a