C62- IMPOSIBLE RESISTIRSE.Cuando llegaron al salón, todas las miradas se volvieron hacia ella. Los murmullos cesaron, y el lugar quedó en completo silencio. Luna sintió cómo el corazón le latía con fuerza, pero no por la atención de los demás, sino porque al final del pasillo estaba él.Cassio.Sus ojos se encontraron, y en ese instante, todo lo demás desapareció. Él la miraba como si fuera la única persona en el mundo, y la intensidad de su mirada hizo que Luna sintiera que sus pies flotaban. Su vestido, que se movía como una segunda piel con cada paso, parecía no importar. Ni las decoraciones, ni las miradas curiosas de los invitados.Solo existía él.Con cada paso que daba, sentía cómo su felicidad crecía. Su mente estaba llena de pensamientos, pero todos convergían en una sola verdad: esto era lo correcto. No sabía cómo ni por qué, pero sabía que estaba destinada a estar con Cassio. Y no solo por ella, sino también por el bebé que ahora estaba segura crecía en su vientre.Cuando l
C63-DULCE VENENO. Cassio y Luna entraron en la habitación del hotel sin dejar de besarse, sus labios se devoraban, sus manos se aferraban al otro con una intensidad febril. Luna dejó escapar un pequeño jadeo cuando su espalda tocó la puerta cerrada. Y Cassio sonrió contra su boca, su aliento cálido sobre su piel.De pronto, él se apartó apenas, con los ojos verdes fijos en ella, devorándola con la mirada. Un destello oscuro de deseo encendía su expresión.—Empieza a desvestirte. Lento —ordenó con voz ronca, cada palabra impregnada de lujuria.Luna le sostuvo la mirada con una sonrisa seductora. Sus dedos fueron hasta los broches de su vestido de novia y comenzó a soltar uno a uno con una lentitud exasperante. Dejó que el tirante se deslizara por su hombro, revelando piel suave y tentadora. La prenda se deslizó poco a poco, cayendo por sus curvas con una sensualidad natural. Sus movimientos eran calculados, provocadores, como si cada segundo de espera fuera una caricia invisible sobre
C64- SALIR DE DUDAS.A la mañana siguiente, Cassio y Luna cruzaron la entrada principal de la mansión tomados de la mano. Cassio llevaba una sonrisa relajada, segura, mientras Luna caminaba a su lado con una mezcla de nerviosismo y timidez.En el comedor, Enzo desayunaba con Svetlana. Al verlos entrar, alzó las cejas y dejó escapar una carcajada burlona.—Vaya, por la sonrisa que traes, parece que alguien tuvo una noche... inspiradora.Luna sintió cómo el calor subía por su cuello hasta teñirle las mejillas. Bajó la mirada, avergonzada, mientras Svetlana giraba hacia su esposo con una mirada de reproche.—¡Enzo! No seas indiscreto —le siseó, fulminándolo con los ojos.Cassio, sin perder la calma, soltó una risa baja. Se inclinó ligeramente hacia Enzo mientras abría una silla para Luna.—Digamos que fue una noche... inolvidable —respondió con una sonrisa ladina, dejando claro que no tenía intención de ocultar nada—. Triste por esos que ya no pueden ser libres como antes porque tienen o
C65- EL RESULTADO.Poco después, Luna estaba sentada en el borde de la cama, moviendo nerviosamente una pierna mientras Svetlana regresaba. Finalmente, entró y saco una pequeña caja y se la entregó a Luna.—Aquí tienes. Ve al baño, haz lo que tienes que hacer y luego hablamos.Luna tomó la caja con manos temblorosas.—¿Y si... y si realmente estoy...?Svetlana guardó silencio un instante, su mirada fija en Luna, pero en su interior, su mente era un caos.«Por favor, que sea negativo. Por favor, que sea negativo» se repetía.Respiró hondo antes de responder, esforzándose por no mostrar sus pensamientos.—No saquemos conclusiones precipitadas. Primero ve a hacer lo que te dije —dijo con firmeza, aunque su voz tenía un leve temblor.Luna tragó saliva, asintiendo lentamente. Se levantó, sosteniendo la caja y caminó hacia el baño. Svetlana la vio cerrar la puerta detrás de ella, y en cuanto quedó sola, dejó escapar un suspiro profundo.Pasaron unos minutos que parecieron eternos y finalmen
C66- EL HOMBRE MAS FELIZ DEL MUNDO.—¡Nos vieron! —gritó uno de los hombres de Cassio.—¡No me digas, genio! —gruñó Enzo, mientras sacaba su pistola y devolvía el fuego—. ¡Cassio, estos idiotas no van a negociar!—¡Nunca lo hacen! —respondió Cassio, disparando con precisión contra las sombras que se movían entre los contenedores—. ¡Todos, avancen! ¡No quiero culos muertos hoy!Los hombres de Cassio se dispersaron, cubriéndose detrás de los contenedores mientras devolvían el fuego. La bodega se convirtió en un campo de batalla. Las balas golpeaban el metal, rebotaban y perforaban.—¡Enzo, por la derecha! —ordenó Cassio.—¿Y tú? —preguntó Enzo, con una sonrisa torcida.—Voy por el centro. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio.—Como siempre. —Enzo se agachó y corrió hacia la derecha, disparando mientras avanzaba. Su risa resonó incluso en medio del tiroteo—. ¡Vamos, hijos de perra, denme algo de acción!Cassio negó con la cabeza. Enzo siempre disfrutaba demasiado de estas cosas. Avan
C67- LA PEQUEÑA CAJITA.La tarde estaba tranquila en el salón de la mansión. Luna, con una mano sobre su vientre, lo acariciaba con ternura, mientras observaba cómo Alina jugaba con sus juguetes.. Desde que supo que iba a ser madre, había desarrollado una conexión especial con los hijos de Svetlana. Pero Alina, con su risa contagiosa y su curiosidad infinita, era su favorita.—Svetlana, ¿cómo fue cuando supiste que estabas esperando a Matteo? —preguntó Luna de repente, con los ojos brillantes de emoción.Svetlana se acomodó en su asiento y respondió con calma. —Fue... inesperado. Pero cuando lo sentí moverse por primera vez, supe que todo valía la pena.Luna suspiró, soñadora.—No puedo esperar para sentir eso. Debe ser mágico.Antes de que Svetlana pudiera responder, la puerta del salón se abrió de golpe, y ambas mujeres giraron la cabeza. Matteo, con su cabello desordenado y una sonrisa enorme, corrió hacia Enzo, que acababa de entrar.—¡Papá! —gritó el pequeño, extendiendo los bra
C68- ¡ES TU HIJO!Cassio aún seguía en el baño, con el agua mojando su cuerpo, relajado, ajeno a lo que estaba por venir. Luna entró despacio, sosteniendo una pequeña caja envuelta como regalo. Su sonrisa era nerviosa, y sus dedos temblaban ligeramente mientras se la ofrecía.—Tu regalo… —dijo, llena de emoción contenida—. Y sé que… cuando lo abras será el mejor regalo de tu vida.Cassio le dio una sonrisa despreocupada y sus ojos brillaron de diversión.—¿El mejor regalo? —repitió, tomando la caja mientras arqueaba una ceja con burla—. ¿Qué será? ¿Una pista de aterrizaje para mi ego? ¿O tal vez un boleto para que me aguantes toda la vida?Luna soltó una risa débil, pero su corazón latía con fuerza. Lo miraba llena de nervios y esperanza, como si todo su mundo dependiera de ese momento. Él abrió la caja con una sonrisa juguetona, pero en cuanto vio lo que había dentro, su rostro cambió. La sonrisa desapareció, sus labios se tensaron, y su expresión se volvió dura como una roca.La pru
C69-¡NO PUEDO TENER HIJOS!El la miraba fijamente, su respiración pesada, su mano seguía apretando su cuello, no con la intención de lastimarla, pero lo suficiente como para que ella sintiera que no podía escapar. En su mente, todo era un torbellino. Por un instante, deseó en el fondo de su ser que eso fuera cierto. Deseó que su realidad no existiera. Deseó volver a lo que eran hace apenas unos minutos.Pero la realidad lo golpeó.Ella la mujer a la que habia elegido amar, lo traicionó.Y como una maldición, el rostro de Esteban apareció. Sus ojos se llenaron de una furia aún mayor, mezclada con un dolor tan profundo que parecía consumirlo desde dentro.—¿Es de él, verdad? ―sentenció—. ¿Es de ese maldito Esteban? ¡¿Te revolcaste con ese hijo de puta?!Luna lo miró con los ojos llenos de lágrimas, pero esta vez no eran solo de miedo. Había dolor, un dolor profundo que la atravesaba al escuchar esas palabras salir de la boca de Cassio.No podía creerlo.No podía creer que él estuviera d