C67- LA PEQUEÑA CAJITA.La tarde estaba tranquila en el salón de la mansión. Luna, con una mano sobre su vientre, lo acariciaba con ternura, mientras observaba cómo Alina jugaba con sus juguetes.. Desde que supo que iba a ser madre, había desarrollado una conexión especial con los hijos de Svetlana. Pero Alina, con su risa contagiosa y su curiosidad infinita, era su favorita.—Svetlana, ¿cómo fue cuando supiste que estabas esperando a Matteo? —preguntó Luna de repente, con los ojos brillantes de emoción.Svetlana se acomodó en su asiento y respondió con calma. —Fue... inesperado. Pero cuando lo sentí moverse por primera vez, supe que todo valía la pena.Luna suspiró, soñadora.—No puedo esperar para sentir eso. Debe ser mágico.Antes de que Svetlana pudiera responder, la puerta del salón se abrió de golpe, y ambas mujeres giraron la cabeza. Matteo, con su cabello desordenado y una sonrisa enorme, corrió hacia Enzo, que acababa de entrar.—¡Papá! —gritó el pequeño, extendiendo los bra
C68- ¡ES TU HIJO!Cassio aún seguía en el baño, con el agua mojando su cuerpo, relajado, ajeno a lo que estaba por venir. Luna entró despacio, sosteniendo una pequeña caja envuelta como regalo. Su sonrisa era nerviosa, y sus dedos temblaban ligeramente mientras se la ofrecía.—Tu regalo… —dijo, llena de emoción contenida—. Y sé que… cuando lo abras será el mejor regalo de tu vida.Cassio le dio una sonrisa despreocupada y sus ojos brillaron de diversión.—¿El mejor regalo? —repitió, tomando la caja mientras arqueaba una ceja con burla—. ¿Qué será? ¿Una pista de aterrizaje para mi ego? ¿O tal vez un boleto para que me aguantes toda la vida?Luna soltó una risa débil, pero su corazón latía con fuerza. Lo miraba llena de nervios y esperanza, como si todo su mundo dependiera de ese momento. Él abrió la caja con una sonrisa juguetona, pero en cuanto vio lo que había dentro, su rostro cambió. La sonrisa desapareció, sus labios se tensaron, y su expresión se volvió dura como una roca.La pru
C69-¡NO PUEDO TENER HIJOS!El la miraba fijamente, su respiración pesada, su mano seguía apretando su cuello, no con la intención de lastimarla, pero lo suficiente como para que ella sintiera que no podía escapar. En su mente, todo era un torbellino. Por un instante, deseó en el fondo de su ser que eso fuera cierto. Deseó que su realidad no existiera. Deseó volver a lo que eran hace apenas unos minutos.Pero la realidad lo golpeó.Ella la mujer a la que habia elegido amar, lo traicionó.Y como una maldición, el rostro de Esteban apareció. Sus ojos se llenaron de una furia aún mayor, mezclada con un dolor tan profundo que parecía consumirlo desde dentro.—¿Es de él, verdad? ―sentenció—. ¿Es de ese maldito Esteban? ¡¿Te revolcaste con ese hijo de puta?!Luna lo miró con los ojos llenos de lágrimas, pero esta vez no eran solo de miedo. Había dolor, un dolor profundo que la atravesaba al escuchar esas palabras salir de la boca de Cassio.No podía creerlo.No podía creer que él estuviera d
C70- UN CORAZON ROTO.Luna sintió que el aire se volvía espeso, imposible de respirar. Su corazón martillaba en su pecho entre la incredulidad y el miedo. Lo miró con los ojos abiertos de par en par, tratando de encontrar en su mirada una pizca de duda, algo que le indicara que todo esto era un malentendido. Pero lo único que encontró fue rabia. Una rabia que la golpeó con la misma fuerza de un puño. —No... —susurró, con la voz entrecortada—. No puede ser... Cassio soltó una carcajada amarga y cruel, teñida de dolor y vergüenza. —¿Así que ahora te haces la sorprendida? —espetó con veneno—. ¡No me tomes por un idiota, Luna! ¡Me engañaste! ¡Te acostaste con Esteban y ahora pretendes meterme su hijo como si fuera mío! Ella sintió un estallido dentro de ella. Lágrimas ardientes resbalaron por sus mejillas, pero no era solo tristeza, era rabia. Y sin pensarlo, alzó la mano y le dio una bofetada con todas sus fuerzas. —¡No te atrevas a decir eso! —gritó—. ¡Ese bebé no es de Esteban! ¡Es
C71-VEN CON NOSOTROS.Svetlana le secó las lágrimas a Luna con delicadeza, como si el contacto pudiera aliviar su tormento. Sus ojos reflejaban una mezcla de compasión y tristeza.—Escucha, Luna, hay algo que tienes que saber sobre Cassio —dijo suavemente.Luna la miró, con su rostro empapado de llanto y el corazón latiéndole con una fuerza desbocada.—Él... no puede tener hijos —soltó Svetlana, con cuidado ―Lo que te dijo es verdad…Luna parpadeó, mientras sus labios temblaban.—No... no es posible —susurró ―Mi bebé Svetlana… mi niño es suyo… por mi vida te juro que es suyo.—Y te creo ―la calmó ―Pero… cuando Cassio era más joven… sufrió un accidente —continuó Svetlana—. Fue emboscado en un tiroteo, una bala le rozó el abdomen, pero otra impactó cerca de su zona baja. Sobrevivió, pero los médicos le dijeron que nunca podría tener hijos.Luna sintió que el aire la abandonaba.—No, eso no tiene sentido —negó con desesperación, llevándose las manos a la cabeza—. Yo... yo estoy embarazad
C72- TU ÚNICA SALIDA.Esa mañana…Cassio cerró los ojos por un instante, apoyándose en el borde del lavabo. Su respiración era pesada, como si cada inhalación le quemara el pecho. El reflejo en el espejo le devolvía una imagen que apenas reconocía: un hombre consumido por la rabia, pero también por algo más profundo, algo que lo carcomía desde dentro y que no quería admitir.Miedo.No era solo el hecho de que Luna estuviera embarazada, era el hecho de que, por primera vez en su vida, sentía que el control se le escapaba entre los dedos. Había construido su vida sobre certezas, sobre hechos inquebrantables, y una de esas verdades era que nunca podría tener hijos. Los médicos lo habían dicho con certeza clínica, y él había aceptado esa realidad como una condena. Pero ahora… ahora todo se tambaleaba.—No puede ser verdad —susurró, con la mirada clavada en el espejo. Pero su propia voz le sonó hueca.Y de repente la pregunta lo golpeó con una fuerza inesperada.«¿Y si ese niño es mío?»Po
C73- COMUNICARSE CON DIOS.Luna apenas alcanzó el pomo de la puerta, cuando él la agarró del brazo con brusquedad, obligándola a girarse hacia él. Sus ojos estaban encendidos, oscuros como la noche, pero llenos de una tormenta que parecía fuera de control.—No vas a irte, Luna —gruñó ―¿Crees que puedes simplemente escapar de mí? No. Nunca. Porque tú me perteneces.Ella miró su brazo, ardía donde él la sostenía, pero no era nada comparado con el fuego que sentía en su pecho. Se zafó de su agarre con un tirón, su mirada era como la de una leona protegiendo a su cachorro.—No soy una maldita posesión, Cassio —dijo, con la voz cargada de desprecio y dolor. ―Soy un ser humano, y por encima de todo, soy la madre de un niño que no tiene que vivir con un padre que lo ¡desprecia!La palabra "padre" golpeó algo dentro de él. Era estéril. Ese niño no podía ser suyo. Y, sin embargo, Luna seguía llamándolo padre. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacía? Una parte de él quería creer que sí, que de algún modo,
C74- DEMONIOS QUE LLAMAN A TU PUERTA.Cassio se quedó inmóvil, observando cómo Luna se alejaba y cada palabra que ella había dicho resonaba en su cabeza como un eco que no podía silenciar."Soy la madre de un niño que no tiene que vivir con un padre que lo desprecia… Este bebé es tuyo."Cerro los ojos y se apretó el puente de la nariz. Su mente era un torbellino de preguntas sin respuestas.¿Y si era verdad? ¿Y si estaba cometiendo el peor error de su vida?La posibilidad lo destruía.No podía ignorar la certeza en la voz de Luna, la manera en que lo había dicho. No había duda en ella, ni un atisbo de inseguridad. Ella lo creía. Estaba absolutamente segura de que ese bebé era suyo. Y eso, más que cualquier otra cosa, lo hacía tambalearse.Porque si ella estaba tan segura, ¿podía él estar equivocado?Y de repente, la voz de ella regresó a su mente, aguda y llena de desprecio, como un látigo que lo azotaba una y otra vez. «Eres un hombre incompleto, Cassio. Nunca podrás darme lo que qu