C64- SALIR DE DUDAS.A la mañana siguiente, Cassio y Luna cruzaron la entrada principal de la mansión tomados de la mano. Cassio llevaba una sonrisa relajada, segura, mientras Luna caminaba a su lado con una mezcla de nerviosismo y timidez.En el comedor, Enzo desayunaba con Svetlana. Al verlos entrar, alzó las cejas y dejó escapar una carcajada burlona.—Vaya, por la sonrisa que traes, parece que alguien tuvo una noche... inspiradora.Luna sintió cómo el calor subía por su cuello hasta teñirle las mejillas. Bajó la mirada, avergonzada, mientras Svetlana giraba hacia su esposo con una mirada de reproche.—¡Enzo! No seas indiscreto —le siseó, fulminándolo con los ojos.Cassio, sin perder la calma, soltó una risa baja. Se inclinó ligeramente hacia Enzo mientras abría una silla para Luna.—Digamos que fue una noche... inolvidable —respondió con una sonrisa ladina, dejando claro que no tenía intención de ocultar nada—. Triste por esos que ya no pueden ser libres como antes porque tienen o
C65- EL RESULTADO.Poco después, Luna estaba sentada en el borde de la cama, moviendo nerviosamente una pierna mientras Svetlana regresaba. Finalmente, entró y saco una pequeña caja y se la entregó a Luna.—Aquí tienes. Ve al baño, haz lo que tienes que hacer y luego hablamos.Luna tomó la caja con manos temblorosas.—¿Y si... y si realmente estoy...?Svetlana guardó silencio un instante, su mirada fija en Luna, pero en su interior, su mente era un caos.«Por favor, que sea negativo. Por favor, que sea negativo» se repetía.Respiró hondo antes de responder, esforzándose por no mostrar sus pensamientos.—No saquemos conclusiones precipitadas. Primero ve a hacer lo que te dije —dijo con firmeza, aunque su voz tenía un leve temblor.Luna tragó saliva, asintiendo lentamente. Se levantó, sosteniendo la caja y caminó hacia el baño. Svetlana la vio cerrar la puerta detrás de ella, y en cuanto quedó sola, dejó escapar un suspiro profundo.Pasaron unos minutos que parecieron eternos y finalmen
C66- EL HOMBRE MAS FELIZ DEL MUNDO.—¡Nos vieron! —gritó uno de los hombres de Cassio.—¡No me digas, genio! —gruñó Enzo, mientras sacaba su pistola y devolvía el fuego—. ¡Cassio, estos idiotas no van a negociar!—¡Nunca lo hacen! —respondió Cassio, disparando con precisión contra las sombras que se movían entre los contenedores—. ¡Todos, avancen! ¡No quiero culos muertos hoy!Los hombres de Cassio se dispersaron, cubriéndose detrás de los contenedores mientras devolvían el fuego. La bodega se convirtió en un campo de batalla. Las balas golpeaban el metal, rebotaban y perforaban.—¡Enzo, por la derecha! —ordenó Cassio.—¿Y tú? —preguntó Enzo, con una sonrisa torcida.—Voy por el centro. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio.—Como siempre. —Enzo se agachó y corrió hacia la derecha, disparando mientras avanzaba. Su risa resonó incluso en medio del tiroteo—. ¡Vamos, hijos de perra, denme algo de acción!Cassio negó con la cabeza. Enzo siempre disfrutaba demasiado de estas cosas. Avan
C67- LA PEQUEÑA CAJITA.La tarde estaba tranquila en el salón de la mansión. Luna, con una mano sobre su vientre, lo acariciaba con ternura, mientras observaba cómo Alina jugaba con sus juguetes.. Desde que supo que iba a ser madre, había desarrollado una conexión especial con los hijos de Svetlana. Pero Alina, con su risa contagiosa y su curiosidad infinita, era su favorita.—Svetlana, ¿cómo fue cuando supiste que estabas esperando a Matteo? —preguntó Luna de repente, con los ojos brillantes de emoción.Svetlana se acomodó en su asiento y respondió con calma. —Fue... inesperado. Pero cuando lo sentí moverse por primera vez, supe que todo valía la pena.Luna suspiró, soñadora.—No puedo esperar para sentir eso. Debe ser mágico.Antes de que Svetlana pudiera responder, la puerta del salón se abrió de golpe, y ambas mujeres giraron la cabeza. Matteo, con su cabello desordenado y una sonrisa enorme, corrió hacia Enzo, que acababa de entrar.—¡Papá! —gritó el pequeño, extendiendo los bra
C68- ¡ES TU HIJO!Cassio aún seguía en el baño, con el agua mojando su cuerpo, relajado, ajeno a lo que estaba por venir. Luna entró despacio, sosteniendo una pequeña caja envuelta como regalo. Su sonrisa era nerviosa, y sus dedos temblaban ligeramente mientras se la ofrecía.—Tu regalo… —dijo, llena de emoción contenida—. Y sé que… cuando lo abras será el mejor regalo de tu vida.Cassio le dio una sonrisa despreocupada y sus ojos brillaron de diversión.—¿El mejor regalo? —repitió, tomando la caja mientras arqueaba una ceja con burla—. ¿Qué será? ¿Una pista de aterrizaje para mi ego? ¿O tal vez un boleto para que me aguantes toda la vida?Luna soltó una risa débil, pero su corazón latía con fuerza. Lo miraba llena de nervios y esperanza, como si todo su mundo dependiera de ese momento. Él abrió la caja con una sonrisa juguetona, pero en cuanto vio lo que había dentro, su rostro cambió. La sonrisa desapareció, sus labios se tensaron, y su expresión se volvió dura como una roca.La pru
C69-¡NO PUEDO TENER HIJOS!El la miraba fijamente, su respiración pesada, su mano seguía apretando su cuello, no con la intención de lastimarla, pero lo suficiente como para que ella sintiera que no podía escapar. En su mente, todo era un torbellino. Por un instante, deseó en el fondo de su ser que eso fuera cierto. Deseó que su realidad no existiera. Deseó volver a lo que eran hace apenas unos minutos.Pero la realidad lo golpeó.Ella la mujer a la que habia elegido amar, lo traicionó.Y como una maldición, el rostro de Esteban apareció. Sus ojos se llenaron de una furia aún mayor, mezclada con un dolor tan profundo que parecía consumirlo desde dentro.—¿Es de él, verdad? ―sentenció—. ¿Es de ese maldito Esteban? ¡¿Te revolcaste con ese hijo de puta?!Luna lo miró con los ojos llenos de lágrimas, pero esta vez no eran solo de miedo. Había dolor, un dolor profundo que la atravesaba al escuchar esas palabras salir de la boca de Cassio.No podía creerlo.No podía creer que él estuviera d
C70- UN CORAZON ROTO.Luna sintió que el aire se volvía espeso, imposible de respirar. Su corazón martillaba en su pecho entre la incredulidad y el miedo. Lo miró con los ojos abiertos de par en par, tratando de encontrar en su mirada una pizca de duda, algo que le indicara que todo esto era un malentendido. Pero lo único que encontró fue rabia. Una rabia que la golpeó con la misma fuerza de un puño. —No... —susurró, con la voz entrecortada—. No puede ser... Cassio soltó una carcajada amarga y cruel, teñida de dolor y vergüenza. —¿Así que ahora te haces la sorprendida? —espetó con veneno—. ¡No me tomes por un idiota, Luna! ¡Me engañaste! ¡Te acostaste con Esteban y ahora pretendes meterme su hijo como si fuera mío! Ella sintió un estallido dentro de ella. Lágrimas ardientes resbalaron por sus mejillas, pero no era solo tristeza, era rabia. Y sin pensarlo, alzó la mano y le dio una bofetada con todas sus fuerzas. —¡No te atrevas a decir eso! —gritó—. ¡Ese bebé no es de Esteban! ¡Es
C71-VEN CON NOSOTROS.Svetlana le secó las lágrimas a Luna con delicadeza, como si el contacto pudiera aliviar su tormento. Sus ojos reflejaban una mezcla de compasión y tristeza.—Escucha, Luna, hay algo que tienes que saber sobre Cassio —dijo suavemente.Luna la miró, con su rostro empapado de llanto y el corazón latiéndole con una fuerza desbocada.—Él... no puede tener hijos —soltó Svetlana, con cuidado ―Lo que te dijo es verdad…Luna parpadeó, mientras sus labios temblaban.—No... no es posible —susurró ―Mi bebé Svetlana… mi niño es suyo… por mi vida te juro que es suyo.—Y te creo ―la calmó ―Pero… cuando Cassio era más joven… sufrió un accidente —continuó Svetlana—. Fue emboscado en un tiroteo, una bala le rozó el abdomen, pero otra impactó cerca de su zona baja. Sobrevivió, pero los médicos le dijeron que nunca podría tener hijos.Luna sintió que el aire la abandonaba.—No, eso no tiene sentido —negó con desesperación, llevándose las manos a la cabeza—. Yo... yo estoy embarazad