C5- ESPERO QUE ELLA TAMBIÉN TE ABANDONE.
Luna se acercó lentamente y, de pronto, escuchó risas y voces animadas. Se asomó por una ventana entreabierta y lo vio: Mark estaba allí, sonriendo como nunca lo había visto sonreír con ella. Pero no estaba solo. Una mujer se acercó a él. —Sabía que vendrías, aunque fuera tarde —dijo la mujer—. Cada vez que terminas tu turno en el bar y regresas con nosotros, siento que todo vale la pena. Gracias por no fallarnos nunca. Mark sonrió, se inclinó hacia la mujer y la besó. —Siempre voy a volver con ustedes, ¿cómo no lo haría? Son mi vida. No hay nada más importante para mí. De repente, un niño llegó corriendo con los brazos abiertos. —¡Papá! —gritó el pequeño, abrazándolo con fuerza.Mark lo cargó con facilidad, alzándolo en el aire mientras el niño reía a carcajadas.
Y, de pronto, todo cobró sentido. Las veces que él le había dicho que tenía "asuntos importantes", las excusas de último minuto, las largas ausencias que ella había aceptado sin cuestionar. Era esto. Era su otra vida, su familia. Luna sintió que las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas, calientes y pesadas. Su cuerpo temblaba, no solo de tristeza, sino de la rabia que la consumía por dentro. Así que respiró hondo y tocó la puerta. Cuando se abrió, allí estaba él: Mark, con una expresión que pasó de la sorpresa al pánico en cuestión de segundos.—¿L-Luna? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, intentando cerrar la puerta.
Pero ella sonrió, una sonrisa fría, y antes de responder, entró en la casa. —Oh, pensé que sería un buen momento para conocerte de verdad, Mark. ¿No vas a invitarme a pasar? Cuando llegó al salón, la mujer que había visto hace un momento la miró confundida.—¿Quién es ella, Mark? —preguntó.
—Eh… déjame explicarte, sí… esto… Mark intentó interponerse entre ambas, pero Luna se hizo a un lado y extendió su mano hacia la mujer. —Lo siento, no nos hemos presentado. Soy Luna, la mujer con la que Mark ha estado saliendo durante el último año. —¡¿Qué?! Mark intercaló miradas entre ambas y decidió explicarle a la madre de su hijo. —No es nada, cariño. Solo una loca del bar que me sigue a todas partes… —Claro —interrumpió Luna—, me echarás toda la culpa a mí, ¿no? Porque no hay una explicación lógica para que tengas otra familia escondida. La mujer miró a Mark, desconcertada. —¿¿Otra familia?? ¿De qué está hablando? Mark apretó el brazo de Luna con fuerza mientras la arrastraba hacia la puerta. Abrió la puerta de golpe y prácticamente la empujó afuera, cerrándola detrás de él con un portazo. Su rostro estaba transformado; ya no era el hombre encantador que conocía, sino alguien oscuro y amenazante. —Escúchame bien —dijo entre dientes—. Vas a cerrar esa m*****a boca, ¿me oyes? No vas a arruinar esto para mí. Si dices una palabra más, te juro que lo vas a lamentar. Y dime, ¿cómo demonios me encontraste? —¿Eso es lo único que te importa? ¿Cómo te encontré? —dijo, con una sonrisa sarcástica—. No importa cómo, Mark. Lo importante es que lo hice. Y ahora sé la verdad. Sé que eres un maldito cobarde, un mentiroso patológico, un pedazo de basura que no vale ni el aire que respira. Mark arqueó una ceja, completamente imperturbable. —¿Eso es todo? —preguntó, con una sonrisa cínica—. ¿Terminaste tu discurso de víctima? Porque, honestamente, Luna, no tienes ningún derecho a reprocharme nada. No después de que te acostaste de buena gana con un maldito mafioso. La sangre de Luna hervía. —¿Qué dijiste? —Lo que oíste. ¿De verdad crees que tienes derecho a juzgarme, cuando te revolcaste con un criminal como una cualquiera? No eres mejor que yo, Luna. Te escuché gemir como una m*****a puta mientras él te follaba. Porque déjame decirte algo: no parecías una virgen sacrificada anoche. Parecías una perra satisfecha, ¡disfrutándolo como si te encantara ser usada!El aire se volvió denso entre ambos. Luna sintió cómo su rabia alcanzaba un punto de ebullición. —¿Sabes qué? Tienes razón. ¡Lo disfrute y mucho! ¡Y prefiero haberlo hecho con él que contigo! Levantó el pie con toda la fuerza que tenía y pateó su entrepierna. El golpe hizo que Mark se doblara, soltando un jadeo ahogado mientras sus manos instintivamente se movían hacia su dolorido miembro. —¡Maldita seas, Luna! —gruñó, cayendo de rodillas al suelo, su rostro retorcido en una mueca de agonía. Luna lo miró desde arriba, su respiración agitada, pero con una calma fría en sus ojos. —Maldito seas tú por haberte cruzado en mi vida. Mark intentó levantarse, pero aún estaba demasiado afectado por el golpe. —Eres una loca... —murmuró entre dientes. Luna no dudó ni un segundo. Con la misma furia que la consumía, levantó de nuevo la pierna y le propinó una patada directa en el estómago. El impacto fue tan fuerte que Mark cayó de espaldas al suelo, jadeando, tratando desesperadamente de recuperar el aire. —Por cierto, espero que ella también te abandone. Luna cerró la puerta del taxi de golpe y se dejó caer contra el asiento. Sus manos temblaban. Por más que intentaba apretarlas en puños para controlarse, no podía detener el temblor. Se sentía furiosa, pero sobre todo estúpida. ¿Cuánto tiempo había perdido creyendo en él? ¿Cuánto tiempo había pasado justificando lo injustificable? En cuestión de horas, todo lo que pensaba que era su vida se había desmoronado como si nunca hubiera sido real. Suspiró y cerró los ojos, tratando de calmarse. Pero el nudo en su garganta no desaparecía, y su pecho seguía subiendo y bajando rápido, como si aún estuviera atrapada en esa tormenta. Cuando el taxi se detuvo frente a su casa, lo que vio la dejó helada. Dos patrullas de policía estaban estacionadas frente a su puerta, con las luces encendidas. Luna apenas esperó a que el taxi se detuviera por completo, salió casi corriendo, con el corazón en la garganta. La sensación de que algo terrible había pasado la golpeó como un puñetazo en el estómago.C6- SÉ MI AMANTE.Había pasado una semana desde que Luna llegó a casa y encontró a la policía. Su padre seguía desaparecido, y la incertidumbre la estaba destrozando. Apenas comía, dormía mal, y cada vez que miraba el teléfono, sentía un vacío más grande en el pecho. Esa mañana, incapaz de soportarlo más, tomó el teléfono y llamó al detective.—Buenos días, habla Luna Monroe, mi padre…—Señorita, ya sabemos quién es —la interrumpió el detective con tono brusco—. No tenemos noticias de su padre.Luna apretó los labios, intentando controlar el temblor en su voz.—Ya ha pasado una semana y…—Estas cosas toman tiempo. No es el único caso. La llamaremos si sabemos algo.Y colgó. Así, sin más. Luna se quedó mirando el teléfono, paralizada, con las manos temblando y el corazón hecho pedazos. Las lágrimas empezaron a correr antes de que pudiera detenerlas. Nada tenía sentido. Nadie parecía importarle. Su padre era lo único que tenía, y ahora estaba sola.Y así los días pasaron lentos y cruele
C7- NO VOY A DEVORARTE.Luna no pudo evitar sentirse diminuta mientras se adentraba en la majestuosa mansión de Cassio. Las puertas se abrieron lentamente, revelando un imponente vestíbulo iluminado por un gigantesco candelabro de cristal que proyectaba destellos dorados sobre las paredes de mármol blanco. Al cruzar las puertas del salón principal, sus ojos se posaron en Cassio, que la esperaba. Estaba sentado en un sillón de cuero oscuro junto a una chimenea cuya llama apenas lograba combatir el ambiente helado. Su postura era perfecta, relajada pero contenida, y su mirada... esa mirada era como una daga, penetrante y llena de una confianza devastadora. Y sobre la mesa, un contrato reposaba como una trampa minuciosamente elaborada.—Siéntate —le ordenó con voz baja..Luna obedeció, aunque sentía que las piernas le temblaban. Se esforzó por mantener una apariencia serena, pero su corazón latía con fuerza descontrolada. Cassio no perdió un segundo y deslizó la carpeta hacia ella.—Un a
C8- PRIMERA NOCHE.Sin dejar de mirarla, Cassio dejó caer la bata al suelo, quedando solo en bóxer. Su cuerpo era una obra de arte, atlético y marcado, con tatuajes que adornaban su pecho y hombros.Luna aspiró aire, sus pulmones de repente demasiado pequeños para lo que necesitaba. Su corazón latía desbocado, y su cuerpo reaccionó de formas que la desconcertaron: un calor subiendo por su pecho y su respiración acelerándose sin que pudiera evitarlo.—No será tan difícil complacerme, eh, dolcezza? —murmuró, sarcástico y arrogante como una caricia que irritaba y atraía al mismo tiempo.Las mejillas de Luna se encendieron, pero no apartó la mirada. Sabía que él estaba jugando con ella y se negaba a dejarle ver como la trastocaba.Cassio avanzó hacia ella con una tranquilidad felina. Y se detuvo, extendió su mano.—De pie —ordenó suavemente.Luna se levantó con torpeza, sus piernas algo temblorosas. Y Cassio cerró su mano en la de ella, mientras la acercaba. Su otra mano, se deslizó hast
C9- UN LUGAR PELIGROSO.Luna llegó al lugar donde Mark la había citado. Era un sitio apartado y el silencio y la soledad del entorno la hicieron dudar por un momento. Miró a su alrededor, sintiendo cómo el viento frío le erizaba la piel. Apretó los puños y respiró hondo. Pensó en su padre. Y que no podía echarse atrás.—¿Mark? —llamó —. ¿Mark?No hubo respuesta. Dio un par de pasos hacia adelante y de pronto, Mark apareció.—Siempre tan preocupada por los demás, ¿verdad, Luna? —susurró Mark, con un tono venenoso—. Qué noble de tu parte venir aquí sola.Ella intentó dar un paso atrás, habia algo extraño en la voz de Mark que no le gustaba.—Dijiste que tenías información sobre mi padre. ¿Dónde está? —preguntó, tratando de mantener la calma.Mark soltó una risa sarcástica y se apartó un poco, dejándola esa falsa sensación de seguridad.—¿Tu padre? Oh, nena... ¿De verdad creíste que me importaría tu querido padre? Qué ingenua eres.Luna lo miró, confundida. Y la confusión pronto se tran
C10- MARIPOSA REBELDE.Luna temblaba, sus muñecas rozaban la cuerda áspera que apretaba sus manos. Su respiración era rápida y descontrolada.—No... no hagas esto, Mark —suplicó temblorosa—. Cassio no te va a dar dinero por mí. A él no le importa.Mark soltó una carcajada seca. Caminó hacia ella y apretó el nudo de la cuerda, haciéndola gemir de dolor.—De verdad eres una estúpida —murmuró, inclinándose hasta quedar a su altura. La miró fijamente, dándole una sonrisa torcida que le heló la sangre—. Si Cassio no estuviera interesado en ti, ¿te crees que perdonaría una deuda tan grande? Hay muchos coños por ahí, Luna. Pero a ti... a ti no te suelta.Le sujetó la mandíbula con brusquedad, haciéndola que lo mirara de frente.—Debes ser importante para él de alguna manera. Por eso me va a dar el dinero. O de lo contrario...Sacó un cuchillo y lo levantó lentamente. Luna sintió que el corazón le retumbaba en los oídos. Sus lágrimas comenzaron a rodar sin que pudiera detenerlas.—Es una pena
C11-¿QUIÉN TE ENSEÑÓ?Luna apenas había puesto un pie dentro de la mansión cuando Cassio se encerró en su habitación sin dirigirle ni una mirada. No preguntó nada, no hizo comentarios, simplemente la ignoró durante todo el viaje, dejándola atada como si fuera una carga.Un empleado la condujo a lo que sería su nuevo hogar: una habitación que gritaba lujo y opulencia, pero para Luna, no era más que una jaula elegante.Se sentó al borde de la cama con las manos apretadas sobre su regazo mientras la preocupación la carcomía. Su padre... ¿estaba vivo? ¿Muerto? El miedo no la dejaba en paz, y no ayudaba que el eco de la risa de Mark aún resonara en su cabeza.Se sentía estúpida por haber confiado en él, aunque fuera por un momento.Y luego estaba Cassio.Lo recordaba disparando a Mark sin titubear, con una calma aterradora. Esa imagen la asustaba, sí, pero lo que más la inquietaba era cómo, de manera retorcida, eso también la había excitado.—Maldito seas —murmuró, lanzando un puñetazo a l
C12- DI QUE ERES MÍA.Sus manos la rodearon, una aferrándose a su cintura, la otra todavía enredada en su cabello.El agua salpicó a su alrededor, y aunque su mente de Luna le decía que lo empujara, que no podía permitirse caer en su dominio, su cuerpo no respondió. Había algo en la intensidad de Cassio que la hacía querer rendirse, aunque solo fuera por un momento.Cassio siguió reclamando sus labios con una urgencia que dejaba claro que no iba a detenerse. Sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo con una firmeza que no dejaba en duda de quién tenía el control. Y mientras el agua tibia los envolvía, él deslizó los dedos hasta el borde de la camisa que ella llevaba puesta, empapada y pegada a su piel.Luna intentó respirar, pero su ritmo cardíaco estaba por las nubes.—Cassio… —murmuró contra sus labios, aunque su voz sonó más como un suspiro que como una protesta.Él no respondió con palabras, solo dejó que una pequeña sonrisa arrogante se dibujara en sus labios antes de deslizar la
C1- ¿CUÁNTO ME AMAS?—Nena —dijo Mark de repente, deteniéndose en seco bajo la luz tenue de una farola—, ¿cuánto me amas? La noche era fría, pero Luna Monroe apenas lo sentía. Su corazón latía con fuerza mientras caminaba junto a Mark, su mano entrelazada con la de él. Llevaban tres años juntos, y aunque las cosas no siempre habían sido perfectas, ella estaba convencida de que esta noche sería especial. Él le había pedido que se arreglara, que se pusiera algo elegante, y en su mente no había espacio para dudas: esta sería la noche en que él le pediría matrimonio. —Te amo más de lo que puedo explicar, Mark. Eres mi todo. Lo sabes, ¿verdad? —respondió sin titubear, con una sonrisa Él asintió lentamente y había algo extraño en su mirada. Algo inquieto. Luna quiso preguntarle qué pasaba, pero antes de que pudiera decir algo, él tomó su mano con fuerza y la guió hacia adelante. —Vamos, tenemos que llegar. —¿Llegar? ¿A dónde? —preguntó ella, frunciendo el ceño. Miró a su alrededor, not