Ya le salió lo tóxico. hahahaha
C12- DI QUE ERES MÍA.Sus manos la rodearon, una aferrándose a su cintura, la otra todavía enredada en su cabello.El agua salpicó a su alrededor, y aunque su mente de Luna le decía que lo empujara, que no podía permitirse caer en su dominio, su cuerpo no respondió. Había algo en la intensidad de Cassio que la hacía querer rendirse, aunque solo fuera por un momento.Cassio siguió reclamando sus labios con una urgencia que dejaba claro que no iba a detenerse. Sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo con una firmeza que no dejaba en duda de quién tenía el control. Y mientras el agua tibia los envolvía, él deslizó los dedos hasta el borde de la camisa que ella llevaba puesta, empapada y pegada a su piel.Luna intentó respirar, pero su ritmo cardíaco estaba por las nubes.—Cassio… —murmuró contra sus labios, aunque su voz sonó más como un suspiro que como una protesta.Él no respondió con palabras, solo dejó que una pequeña sonrisa arrogante se dibujara en sus labios antes de deslizar la
C1- ¿CUÁNTO ME AMAS?—Nena —dijo Mark de repente, deteniéndose en seco bajo la luz tenue de una farola—, ¿cuánto me amas? La noche era fría, pero Luna Monroe apenas lo sentía. Su corazón latía con fuerza mientras caminaba junto a Mark, su mano entrelazada con la de él. Llevaban tres años juntos, y aunque las cosas no siempre habían sido perfectas, ella estaba convencida de que esta noche sería especial. Él le había pedido que se arreglara, que se pusiera algo elegante, y en su mente no había espacio para dudas: esta sería la noche en que él le pediría matrimonio. —Te amo más de lo que puedo explicar, Mark. Eres mi todo. Lo sabes, ¿verdad? —respondió sin titubear, con una sonrisa Él asintió lentamente y había algo extraño en su mirada. Algo inquieto. Luna quiso preguntarle qué pasaba, pero antes de que pudiera decir algo, él tomó su mano con fuerza y la guió hacia adelante. —Vamos, tenemos que llegar. —¿Llegar? ¿A dónde? —preguntó ella, frunciendo el ceño. Miró a su alrededor, not
C2- PIENSA EN MI. —Luna... —Mark dio un paso hacia Luna, pero ella retrocedió mientras intentaba contener el llanto. —¡¿Para esto me trajiste aquí?! —gritó, su voz quebrándose en cada palabra—. ¿Para esto me pediste que me vistiera así? ¡¿Todo era una mentira, Mark?! ¡¿Todo?! Mark levantó las manos, como si intentara calmarla, pero su expresión era la de un hombre frustrado, atrapado en su propia impotencia. Miró al hombre que estaba recostado en el escritorio. —¿Podemos... podemos hablar a solas un momento? —pidió, casi suplicando. El soltó una carcajada baja y luego inclinó la cabeza como si estuviera considerando la petición. —Claro. Hablen todo lo que quieran. Pero recuerda algo... —su voz se volvió más fría, más cortante—. No importa cuánto hablen, esta noche tendré mi dinero... —Su mirada se posó en Luna, y ella sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como si su piel hubiera sido tocada por hielo ―…o a la chica. Cuando la puerta se cerró el silencio fue ensordecedor. L
C3- HACERTE MÍA POR COMPLETO.El sonido de los tacones de Luna resonaba en el largo pasillo, sus manos temblaban, aferradas al borde de su vestido.El guardaespaldas que caminaba frente a ella se detuvo y abrió una puerta doble de madera oscura. Luna tragó saliva y dio un paso al frente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en sus oídos. Al entrar, la habitación la envolvió con su elegancia opulenta: cortinas de terciopelo, muebles de cuero.Pero lo que realmente dominaba la escena era él.Cassio estaba sentado en un sillón frente a un ventanal que ofrecía una vista panorámica de la ciudad iluminada. Sostenía una copa en la mano, y sus ojos se clavaron en ella con una intensidad que le robó el aliento.No era el hombre brutal y grotesco que habría imaginado. Era atractivo, peligroso, y su mera presencia parecía llenar la habitación.—Luna —dijo con una voz grave y serena, rompiendo el silencio ―Entra.Ella asintió, incapaz de hablar.Cassio dejó la copa sobre una mesa cercana y
C4- TU NOVIO TE ENGAÑA.Luna despertó al día siguiente con la luz del sol acariciando su rostro. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba, y cuando lo hizo, el rubor subió rápidamente a sus mejillas. Se cubrió con las sábanas, sintiéndose vulnerable.Cassio estaba sentado en una silla frente a la cama, observándola. Su expresión era tranquila, pero había algo en sus ojos que la hacía sentir desnuda, incluso más de lo que ya estaba.—Buenos días —dijo él, su voz tan calmada como la noche anterior.—Buenos días —murmuró ella, evitando su mirada.Cassio se levantó y caminó hacia la ventana, dándole la espalda.—Puedes irte cuando quieras —dijo, como si lo que había pasado entre ellos no significara nada.Luna sintió un nudo en el pecho ante su frialdad, pero no dijo nada. Se levantó lentamente, buscando su ropa. Antes de que pudiera salir, él habló de nuevo.—Tu novio te engaña.Ella se detuvo en seco, girándose para mirarlo.—¿Qué?Cassio se acercó y le entregó dos tarjetas: una con
C5- ESPERO QUE ELLA TAMBIÉN TE ABANDONE.Luna se acercó lentamente y, de pronto, escuchó risas y voces animadas. Se asomó por una ventana entreabierta y lo vio: Mark estaba allí, sonriendo como nunca lo había visto sonreír con ella.Pero no estaba solo.Una mujer se acercó a él.—Sabía que vendrías, aunque fuera tarde —dijo la mujer—. Cada vez que terminas tu turno en el bar y regresas con nosotros, siento que todo vale la pena. Gracias por no fallarnos nunca.Mark sonrió, se inclinó hacia la mujer y la besó.—Siempre voy a volver con ustedes, ¿cómo no lo haría? Son mi vida. No hay nada más importante para mí.De repente, un niño llegó corriendo con los brazos abiertos.—¡Papá! —gritó el pequeño, abrazándolo con fuerza.Mark lo cargó con facilidad, alzándolo en el aire mientras el niño reía a carcajadas.Y, de pronto, todo cobró sentido.Las veces que él le había dicho que tenía "asuntos importantes", las excusas de último minuto, las largas ausencias que ella había aceptado sin cuest
C6- SÉ MI AMANTE.Había pasado una semana desde que Luna llegó a casa y encontró a la policía. Su padre seguía desaparecido, y la incertidumbre la estaba destrozando. Apenas comía, dormía mal, y cada vez que miraba el teléfono, sentía un vacío más grande en el pecho. Esa mañana, incapaz de soportarlo más, tomó el teléfono y llamó al detective.—Buenos días, habla Luna Monroe, mi padre…—Señorita, ya sabemos quién es —la interrumpió el detective con tono brusco—. No tenemos noticias de su padre.Luna apretó los labios, intentando controlar el temblor en su voz.—Ya ha pasado una semana y…—Estas cosas toman tiempo. No es el único caso. La llamaremos si sabemos algo.Y colgó. Así, sin más. Luna se quedó mirando el teléfono, paralizada, con las manos temblando y el corazón hecho pedazos. Las lágrimas empezaron a correr antes de que pudiera detenerlas. Nada tenía sentido. Nadie parecía importarle. Su padre era lo único que tenía, y ahora estaba sola.Y así los días pasaron lentos y cruele
C7- NO VOY A DEVORARTE.Luna no pudo evitar sentirse diminuta mientras se adentraba en la majestuosa mansión de Cassio. Las puertas se abrieron lentamente, revelando un imponente vestíbulo iluminado por un gigantesco candelabro de cristal que proyectaba destellos dorados sobre las paredes de mármol blanco. Al cruzar las puertas del salón principal, sus ojos se posaron en Cassio, que la esperaba. Estaba sentado en un sillón de cuero oscuro junto a una chimenea cuya llama apenas lograba combatir el ambiente helado. Su postura era perfecta, relajada pero contenida, y su mirada... esa mirada era como una daga, penetrante y llena de una confianza devastadora. Y sobre la mesa, un contrato reposaba como una trampa minuciosamente elaborada.—Siéntate —le ordenó con voz baja..Luna obedeció, aunque sentía que las piernas le temblaban. Se esforzó por mantener una apariencia serena, pero su corazón latía con fuerza descontrolada. Cassio no perdió un segundo y deslizó la carpeta hacia ella.—Un a