La luna se alzaba sobre la isla de Sicilia, bañando las colinas de olivos en un brillo plateado. Era una noche silenciosa, pero el aire estaba impregnado de un presentimiento inquietante. Los hombres que sirven a Jonás sabían que al secuestrar a la hija de James Campbell estaban tocaba el corazón y la venganza de un hombre que no conocía límites, todos recuerdan las caídas de los enemigos de James cuanto en tiempo pasado eran un peligro para su esposa y su hija.Maximus había llegado en secreto a Sicilia, mientras sus hombres ya tenían las coordenadas para la destrucción de Sicilia si fuese necesario, la madrugada se alzaba de manera imponente mientras Maximus fumaba, sus ojos azules carecen de un brillo especial, Paolo lo observaba desde la distancia, tomando la decisión de acercarse.— Maximus ¿Está todo bien contigo? — Paolo se lo pregunta con cuidado.— Por supuesto —Maximus no era de aquellos que te dirá su problema, mucho menos cuando de sentimientos se trata.— James ya está en
Helen se apoyó contra el marco de la ventana, observando cómo la noche caía, sumiendo la habitación en sombras. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, como estrellas ahogadas por la oscuridad de su encierro. Su corazón latía con fuerza en su pecho, una mezcla de miedo y anhelo que la envolvía como una manta pesada. Tan solo han pasado horas de su cautiverio y ella ya sentía que han pasado años, el recuerdo de que está esperando un hijo de Maximus Albani aterroriza a la pequeña mujer, aquel heredero de la mafia italiana, un hombre que, desde el primer momento, le había dejado claro que no quería hijos, ella se muerde los labios pensando en que dirá su padre ¿Cuál sería la magnitud y la decepción de su padre hacia ella?La idea de un embarazo la llenaba de terror. ¿Cómo podía traer una vida a este mundo, en medio de un ambiente tan cruel? Su mente la llevaba de vuelta a los momentos felices con sus padres y su hermano, cuando la risa inundaba su hogar y la seguridad era palpable
SICILIA — ¿Qué me va a hacer? — Gina no demostraba temor, pero el tic de sus ojos verdes la delata. — ¿Sabes quién soy yo? — Maximus la toma de la barbilla, Gina Lombardi era hermosa, pero para Maximus Albani no había mujer más hermosa, dulce y candente que Helen Campbell. — Es Maximus Albani — fue la respuesta de Gina. — Así es, soy Maximus Albani, Capo de la Mafia Italiana, el hombre al cual tu hermano ha desafiado, mírame bien Gina, soy el hombre que causó la destrucción de la Red de tu hermano, él que ha detonado la bomba en la Casa de los que están siendo entrenados en dónde estaba tu padre, no hay ningún sobreviviente, tu madre de la impresión de verte siendo apuntada por un arma de Fuego sufrió un infarto muriendo en el acto, he aquí el destructor del Clan Lombardi. Los ojos verdes de Gina se llenan de lágrimas esta vez el terror y el horror no pueden ser ocultos, incluso sus manos tiemblan. — Le he dicho a tu hermano que cuidará de sus pasos, pero creo que es un retrasa
— ¡Mamá! — Expuso Helen mientras el cuerpo del doctor empezaba a sangrar, el disparo qué se escuchó lo había recibido el médico, Susan cubre con su cuerpo el de su hija, los Guardaespaldas ya las resguardan mientras suben a la camioneta, otros ya se encargan de que el herido reciba la atención.— Tenemos a la Heredera — se escucha a través del auricular, James deja ver una sonrisa peligrosa mientras Jonás pensaba que ya había ganado, aunque tampoco se permite pensar mucho, puesto que Gina también estaba en su mente, el temor por lo que puedan hacerle a su hermana estaba muy latente.— Yo no he venido hasta aquí para conseguir un trato, un mercenario no está a la altura de un hombre como yo para acceder a un trato — Segundos después James trona los dedos, lo siguiente que se llega a escucharse son tres disparos, James ve que Jonás cae al suelo, con dos heridas en el abdomen y uno en la pierna — La próxima vez que quieras tocar a alguien poderoso, recuerda que un Mercenario no es nada a
— Yo lo hice, firme un contrato de exclusividad con Maximus Albani, no quería que tú o mi hermano estuvieran metidos en Guerras por mujeres marcadas como presas, no soportaría que por mi culpa se de inicio a una Guerra de Organizaciones, no quería que supieras que estaba marcada, y todo es mi culpa, todo fue por mi maldita culpa, por ir sin custodia a Roma — Helen le sostuvo la mirada a su padre — Lo siento papá, sé que seré tu mayor decepción, pero he aceptado ser la Amante del CEO — Aquellas últimas palabras ella lo expresa con un tono más bajo.— Helen, eres mi hija, pero mi amor, me hubiera encantado que confiaras en nuestra Organización antes de tomar aquella decisión — Expuso James, al mismo tiempo que Susan se acomoda al lado de su esposo y James al lado de su hermana.— Somos jóvenes padres, la inocencia de mi hermana no la poseen muchos todos cometen actos ambiciosos, quizás ella tenía otras salidas, otras opciones, pero su corazón no iba a soportar ver que había una Guerra m
En los ojos negros de James, la sorpresa titila, aquel gran despacho se siente frío y pequeño, como si el aire hubiera sido instantáneamente aspirado por la tensión que se había apoderado del lugar. James, el Rey de la Mafia, parecía emanar una oscuridad intensa, su mirada cargada de destellos de fuego ardiendo que amenazaban con consumir todo a su paso. El hombre apretó los puños, sintiendo cómo el calor interno luchaba por escapar de su cuerpo. Pero, a pesar de su furia ardiendo por dentro, su rostro permaneció impasible, mostrando únicamente una mueca que delataba su desencanto. Helen, su dulce y temerosa hija, observaba a su padre con miedo en sus ojos. Sabía muy bien lo que esos destellos de fuego significaban. Temía la posible reacción explosiva que el Rey de la Mafia tendría ante la noticia. No podía evitar pensar en las consecuencias que recaerían sobre ella y su futuro bebé, teniendo en cuenta la identidad del Padre. Cada latido de su corazón resonaba en sus oídos mientra
— ¿Cuál será la razón por la que yo debería de sentirme decepcionado de mi hija, de la mujer que lleva mi sangre? — la manera en la que James habla con Helen, provoca escalofríos en Susan, aquel hombre con simples palabras seguía encontrando la manera de desestabilizar a su mujer. — Yo lo siento, mamá, papá y hermano, yo sabía que esto podría tener consecuencias, pero no me imaginaba que sería de esta magnitud, conozco a la perfección el mundo al que pertenecemos al igual que Maximus pertenece, cometí el error y lo admito, en mis planes no estaba embarazarme de él y menos enamorarme de él, quizás renuncie al amor de Maximus Albani, pero no voy a renunciar a mi hijo — expresa Helen de manera contundente. — Nadie te ha dicho que debes de renunciar a un hijo, aquello no está en mis planes, aunque no puedo aún aceptar por completo que mi hija está esperando un hijo, en mis pensamientos aún eres mi pequeña Helen, la misma que protegería con mi vida si fuera necesario, la misma que ha nac
— No he destruido la fortaleza de la Mafia Italiana, porque sé que aquello sería doloroso para Helen tarde o temprano, no puedo ir en contra del destino, en el destino estaba escrito que el camino de Helen y Maximus debía de cruzarse, y en el fondo aunque quisiera cortarle la cabeza también guardo un mínimo agradecimiento, porque más allá de todo Maximus la ha protegido, y más allá de que Helen no estaba entre la espada y la pared, hubo momentos en que ha caminado en las puertas del demonio y aquella noche en la que ella había desfilado Jonás también estaba allí y Maximus no iba a acceder a tocarla si es que Lauren Caruso, su esposa, no lo hubiera engañado, pero la misma noche le han entregado el informe de que ella se había realizado un aborto, que su vida oculta consistía en ser dama de compañía en los Casinos, analizando mejor el informe que recibí mientras nos dirigimos a la hacienda de Rizzi, me di cuenta de que Maximus ha protegido a Helen tanto como yo lo hice siempre, y por úl