En los ojos negros de James, la sorpresa titila, aquel gran despacho se siente frío y pequeño, como si el aire hubiera sido instantáneamente aspirado por la tensión que se había apoderado del lugar. James, el Rey de la Mafia, parecía emanar una oscuridad intensa, su mirada cargada de destellos de fuego ardiendo que amenazaban con consumir todo a su paso. El hombre apretó los puños, sintiendo cómo el calor interno luchaba por escapar de su cuerpo. Pero, a pesar de su furia ardiendo por dentro, su rostro permaneció impasible, mostrando únicamente una mueca que delataba su desencanto. Helen, su dulce y temerosa hija, observaba a su padre con miedo en sus ojos. Sabía muy bien lo que esos destellos de fuego significaban. Temía la posible reacción explosiva que el Rey de la Mafia tendría ante la noticia. No podía evitar pensar en las consecuencias que recaerían sobre ella y su futuro bebé, teniendo en cuenta la identidad del Padre. Cada latido de su corazón resonaba en sus oídos mientra
— ¿Cuál será la razón por la que yo debería de sentirme decepcionado de mi hija, de la mujer que lleva mi sangre? — la manera en la que James habla con Helen, provoca escalofríos en Susan, aquel hombre con simples palabras seguía encontrando la manera de desestabilizar a su mujer. — Yo lo siento, mamá, papá y hermano, yo sabía que esto podría tener consecuencias, pero no me imaginaba que sería de esta magnitud, conozco a la perfección el mundo al que pertenecemos al igual que Maximus pertenece, cometí el error y lo admito, en mis planes no estaba embarazarme de él y menos enamorarme de él, quizás renuncie al amor de Maximus Albani, pero no voy a renunciar a mi hijo — expresa Helen de manera contundente. — Nadie te ha dicho que debes de renunciar a un hijo, aquello no está en mis planes, aunque no puedo aún aceptar por completo que mi hija está esperando un hijo, en mis pensamientos aún eres mi pequeña Helen, la misma que protegería con mi vida si fuera necesario, la misma que ha nac
— No he destruido la fortaleza de la Mafia Italiana, porque sé que aquello sería doloroso para Helen tarde o temprano, no puedo ir en contra del destino, en el destino estaba escrito que el camino de Helen y Maximus debía de cruzarse, y en el fondo aunque quisiera cortarle la cabeza también guardo un mínimo agradecimiento, porque más allá de todo Maximus la ha protegido, y más allá de que Helen no estaba entre la espada y la pared, hubo momentos en que ha caminado en las puertas del demonio y aquella noche en la que ella había desfilado Jonás también estaba allí y Maximus no iba a acceder a tocarla si es que Lauren Caruso, su esposa, no lo hubiera engañado, pero la misma noche le han entregado el informe de que ella se había realizado un aborto, que su vida oculta consistía en ser dama de compañía en los Casinos, analizando mejor el informe que recibí mientras nos dirigimos a la hacienda de Rizzi, me di cuenta de que Maximus ha protegido a Helen tanto como yo lo hice siempre, y por úl
Paolo ya no espera que Maximus le dé alguna autorización, el hombre abre la puerta sorprendida ante lo que tenía delante de él.— ¿Por qué entras sin mi autorización? — Maximus adquiere una mirada fulminante.— ¿Qué está ocurriendo contigo Maximus? — Paolo no le teme en lo absoluto porque cuando no estaba en la base era aquel pequeño niño que él había criado, el hombre le arrebata la botella de Whisky.— Estoy bebiendo ¿No ves? Voy a considerar regalarte unos lentes, dame la botella Paolo.— ¡No! Maximus, tú nunca tomas hasta este punto, estás borracho ¿qué está pasando contigo? — Los ojos azules de Albani se posan firmemente en Paolo.— ¿No puedo tomar? — Pese a estar muy borracho Maximus no presenta dificultad para hablar.— Claro que lo puedes hacer, pero Maximus eres como un hijo mío te conozco sé que algo no está bien contigo y quiero que tengas la confianza de hablar conmigo — Los ojos azules brilla, entonces Maximus suspira.— Estoy aquí, solo y borracho, enfrentando la realida
Cuando Maximus abre los ojos siente el intenso dolor de cabeza, el hombre se masajea la frente tomando la decisión de colocarse de pie, estar en cama ya no era una opción para él, entonces se percata de lo que tenía entre sus manos, la prenda de Helen sus orbes azules adquieren intensidad, aparta la tela y avanza hasta el cuarto de baño dándose una buena ducha, lo necesitaba, ni bien sale las nauseas lo azotan, Maximus lo atribuye a la cantidad de alcohol que ha consumido, posteriormente se dirige hasta el placar debía de elegir un atuendo acorde claro que ha elegido el color negro."Negro, porque he enterrado aquel sentimiento desconocido y abrumador" el hombre continua arreglándose, pero era imposible que sus ojos no captan las prendas de Helen bien acomodadas en el placar, pero segundos después Maximus toma la decisión de salir d de la habitación, sin perder tiempo abandona el Pent-house.La mañana se deslizó silenciosamente sobre la ciudad de Roma bañando las calles en un respland
INGLATERRA Helen no podía conciliar el sueño instintivamente sus manos se posan en su pequeño vientre, sintiendo por primera vez la emoción y el temor mezclados en su corazón. Era la primera vez que se permitía tocar esa parte tan especial de sí misma, donde su bebé crecía día a día.Con una sonrisa temblorosa en sus labios, Helen se inclinó hacia abajo y colocó ambas manos suavemente sobre su vientre. Podía sentir la adrenalina recorrer su cuerpo y una oleada de amor la envolvió por completo, ella sonríe mínimamente.De repente, Helen se encontró hablando en voz baja, como si su bebé pudiera escuchar sus palabras. “Hola, pequeñito o pequeñita”, susurró con ternura. “Soy tu mamá y estoy aquí para protegerte y amarte incondicionalmente. No puedo esperar para conocerte y cargarte en mis brazos”.A medida que las lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas, Helen también sentía una punzada de miedo en su corazón. ¿Qué pasaría si Maximus descubriera su secreto? Ella sabía que él no qu
Helen después de la conversación que tuvo con su padre se había quedado dormida, cuando aquellos ojos azules vuelven a abrirse la mujer observa el rostro suave de su madre, aquel amor inmenso de Susan reflejado en el azul de sus ojos, Helen sonríe al ver que su madre estaba velando sus sueños como de pequeña lo hacía, la mujer se coloca de pie y se acomoda al lado de su hija, lo primero que hace es acariciar el rostro de su hija, acomodar un mechón de cabello rebelde y depositar un beso en la frente de Helen qué suspira ante aquella caricia recibida.— Mañana iremos al sanatorio, debemos de saber cuanto tiempo de embarazo tienes, si corres algún peligro gestacional — la voz de Susan irradia aquel amor que demuestra.— El único peligro gestacional que tengo, supongo que es Maximus.— Así que te has enamorado de él —Helen se sonroja — Tengo la certeza de que era él del hombre que me hablaste, pero no tienes por qué ocultarlo y menos de mí, yo también estuve enamorada de quien no debía,
“Esto no puede ser posible” Expuso Maximus con el corazón latiendo desbocado. Era un día como cualquier otro, y, sin embargo, todo estaba a punto de cambiar, o quizás ya cambio, Maximus estaba recuperándose de la primera impresión “Necesito hablar contigo Helen Campbell”, dijo, su voz uno en un quebrado. Aquella súplica en su propia voz incluso a él le resultó extraña, inusual, incluso perturbadora, definitivamente necesitaba hablar con ella.La noticia cayó sobre el hombre con la fuerza de un rayo, profundo y paralizante. Un torrente de emociones brotó de su pecho, cada una más cruel que la anterior. Por un lado, una ola de pánico que lo ahogaba, como si estuvieran arrojando a Maximus a las aguas heladas de una existencia que había tratado de evitar a toda costa con cualquier mujer. La idea de ser padre se convirtió en un monstruo, un ser con dientes afilados que aullaba en su mente, rasgaba su corazón y encerraba su alma, era preso del temor a ser padre y ahora aquello mismo lo esta