INGLATERRA Helen no podía conciliar el sueño instintivamente sus manos se posan en su pequeño vientre, sintiendo por primera vez la emoción y el temor mezclados en su corazón. Era la primera vez que se permitía tocar esa parte tan especial de sí misma, donde su bebé crecía día a día.Con una sonrisa temblorosa en sus labios, Helen se inclinó hacia abajo y colocó ambas manos suavemente sobre su vientre. Podía sentir la adrenalina recorrer su cuerpo y una oleada de amor la envolvió por completo, ella sonríe mínimamente.De repente, Helen se encontró hablando en voz baja, como si su bebé pudiera escuchar sus palabras. “Hola, pequeñito o pequeñita”, susurró con ternura. “Soy tu mamá y estoy aquí para protegerte y amarte incondicionalmente. No puedo esperar para conocerte y cargarte en mis brazos”.A medida que las lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas, Helen también sentía una punzada de miedo en su corazón. ¿Qué pasaría si Maximus descubriera su secreto? Ella sabía que él no qu
Helen después de la conversación que tuvo con su padre se había quedado dormida, cuando aquellos ojos azules vuelven a abrirse la mujer observa el rostro suave de su madre, aquel amor inmenso de Susan reflejado en el azul de sus ojos, Helen sonríe al ver que su madre estaba velando sus sueños como de pequeña lo hacía, la mujer se coloca de pie y se acomoda al lado de su hija, lo primero que hace es acariciar el rostro de su hija, acomodar un mechón de cabello rebelde y depositar un beso en la frente de Helen qué suspira ante aquella caricia recibida.— Mañana iremos al sanatorio, debemos de saber cuanto tiempo de embarazo tienes, si corres algún peligro gestacional — la voz de Susan irradia aquel amor que demuestra.— El único peligro gestacional que tengo, supongo que es Maximus.— Así que te has enamorado de él —Helen se sonroja — Tengo la certeza de que era él del hombre que me hablaste, pero no tienes por qué ocultarlo y menos de mí, yo también estuve enamorada de quien no debía,
“Esto no puede ser posible” Expuso Maximus con el corazón latiendo desbocado. Era un día como cualquier otro, y, sin embargo, todo estaba a punto de cambiar, o quizás ya cambio, Maximus estaba recuperándose de la primera impresión “Necesito hablar contigo Helen Campbell”, dijo, su voz uno en un quebrado. Aquella súplica en su propia voz incluso a él le resultó extraña, inusual, incluso perturbadora, definitivamente necesitaba hablar con ella.La noticia cayó sobre el hombre con la fuerza de un rayo, profundo y paralizante. Un torrente de emociones brotó de su pecho, cada una más cruel que la anterior. Por un lado, una ola de pánico que lo ahogaba, como si estuvieran arrojando a Maximus a las aguas heladas de una existencia que había tratado de evitar a toda costa con cualquier mujer. La idea de ser padre se convirtió en un monstruo, un ser con dientes afilados que aullaba en su mente, rasgaba su corazón y encerraba su alma, era preso del temor a ser padre y ahora aquello mismo lo esta
James se encontraba analizando el sistema de vigilancia antes de salir con Helen, además de los radares de la protección de su esposa y su hijo, sus ojos negros analizando todo, hasta el más mínimo de los movimientos, pero a simple vista parecía que todo estaba correcto, entonces oprime el Botón de la Vista panorámica en HD.— ¿Qué tenemos aquí? — James se pellizca la punta de la nariz. Entre tanto en las sombras, un grupo de hombres armados y entrenados se movían con sigilo, con un objetivo claro: secuestrar al hombre y a su hija, esperando el primer movimiento de vehículo. El grupo de atacantes, liderado por un hombre que derrocha habilidad con cada paso, los Asiáticos habían perfeccionado sus tácticas a lo largo de estos años, instalarse en Inglaterra ya era un logro entonces tenían claro que podían atacar.— Entremos en la Mansión, está claro que Campbell ha enviado sus mejores guardias con su hijo y su esposa ya otro grupo está adelantándose para la custodia de padre e hija ento
Maximus avanzaba con una elegancia innata, sus pasos firmes resonaban como un eco de determinación en el ambiente tenso. A medida que se acercaba, los guardaespaldas de James se alineaban como sombras imponentes, pero su presencia no hacía más que resaltar el magnetismo que emanaba.Cuando sus miradas se encontraron, el aire se volvió espeso, azul como el cielo, negro como la noche, era como si el tiempo se detuviera por un instante. En los ojos de James brillaba una mezcla de desdén, desafío, ira, pero en el rostro de Maximus no había titubeo; su mirada, fría y calculadora, era un reflejo de su confianza inquebrantable.Inglaterra, a su alrededor, parecía temblar levemente, como si la tierra misma reconociera la inminencia del enfrentamiento. Sin embargo, era Maximus quien, a pesar del peligro palpable, continuaba avanzando. Cada paso que daba era una declaración de que no había nada que temer, que estaba allí para reclamar su lugar en el juego del poder. Su postura erguida y su port
— ¿Qué quieres decir con eso? — Helen retrocede un paso, aun estando sostenida por Maximus — yo no te estoy obligando a nada, no es necesario que hagas esto es mejor que olvides que yo estoy embarazada — expresa Helen con la voz muy baja, sus miradas puestas fijamente en el otro, ella traga saliva. — Lastimosamente, aquella decisión no la tomas tú, Helen — aquel acento Italiano provoca escalofríos en Helen, la intensidad de aquellos ojos azules que posee Maximus es hipnotizante, la pequeña mujer baja la cabeza, pero siente la fría mano del hombre entrar en contacto con su barbilla, entonces el mundo parece detenerse — en mis decisiones no intercede nadie, Helen Campbell — Fueron las palabras susurradas por Maximus, Helen hizo un gran esfuerzo para escuchar con claridad, pero cada segundo que pasaba al lado de él incluso en silencio era como tocar el cielo con las manos.Maximus y Helen se miraron en silencio, un espacio donde las palabras no hacían falta. Era un instante suspendido,
Tres vehículos se adentran en un pequeño bosque, Helen se encontraba con la cabeza recostada por el hombro de Maximus mientras el hombre se mantenía en una conversación telefónica.— Ella está bien, aunque por el susto ha expresado un fuerte dolor en el vientre, pero he conseguido que durmiera, estamos en unos minutos allí — La llamada había terminado, sus ojos se posan en el rostro pálido de la pequeña mujer.Mientras el vehículo cruza un pequeño arbusto qué da paso a un río y un puente, Paolo se mantuvo en silencio esperado alguna orden de Maximus, pero aquello nunca llegó, los que llegaron fueron ellos hasta una casa normal si podría decirse, lejos de lo extravagante, Helen seguía profundamente dormida, pero Maximus la saca del vehículo, sentía su piel caliente, estaba con fiebre, los Guardaespaldas abren la puerta y en la sala estaban James, su esposa y su hijo, los tres se colocan de pie al ver como Maximus trae a Helen.— Solo está dormida, necesito una habitación y algunos fárm
— ¿Crees que puedes pararte por delante de mí y hablarme de esa manera? — James se veía feroz — Tu y yo aun tenemos cuentas que ajustar, como ¿Por qué la dejaste embarazada, Maximus Albani? Supuse que cualquiera que tuviera aquel pensamiento lo pensaría 10 veces.— No lo creo lo acabo de hacer y cualquiera que tenga sexo puede engendrar un hijo es algo que tú lo sabes perfectamente — Fue la respuesta de Maximus sin importar que estuviera por delante de James Campbell — No lo he pensado mucho, porque la Mafia Italiana es similar a la Inglesa.— Sabes que estas en mi territorio y no me va a temblar el pulso para acabar con tu miserable vida, y no voy a permitir que destruyas a mi hija.— ¿Cuál es la justificación al decir que yo la voy a destruir? Mira Campbell, tuve la oportunidad de hacer aquello cuando se fue por primera vez a Italia sin un maldito Guardaespaldas porque bien pude haber pasado al lado de ella aquella noche sin intentar defenderla también la noche del desfile en Miami