El sol se filtraba a través de las cortinas del hospital, llenando la habitación de un cálido resplandor que contrastaba con la tensión palpable en el aire. Dalton estaba sentado en una silla, mirando por la ventana, sus pensamientos enredados en la confusión y la culpa. A su lado, Alice se encontraba recostada en la cama, su rostro cansado pero decidido.A medida que pasaban las horas, el silencio se tornaba cada vez más pesado. Alice sentía una mezcla de rabia y tristeza burbujear dentro de ella. Su mente giraba en torno a la presencia de su padre, quien había estado tan cerca y, sin embargo, había sido alejado por Dalton sin consultar su deseo. La frustración crecía mientras miraba el techo, imaginando cómo sería enfrentarse a él.Dalton, sintiendo la tensión en la habitación, se giró hacia ella. Su expresión mostraba una mezcla de preocupación y pesar. Sabía que había cruzado una línea al actuar por su cuenta, pero no podía evitar querer protegerla del dolor que sabía que podría ca
—Sí, papá. Soy yo— Respondió el pequeño Sami emocionado. —¿Acaso te olvidaste de mí? —Preguntó.Dalton miró a Damián con incredulidad, sus ojos inundados de lágrimas demostraban lo mucho que necesitaba oír esa vocecita.—¿Hijo, como crees que me olvidaría de ti? —Musitó Dalton con la voz quebrada. —Soy tu papá. Jamás me olvidaría de ti.—¿Cuándo volverás? ¡Te extraño muchísimo, papá! —Dijo el pequeño, sonaba un poco triste.Dalton miró al techo mientras inspiraba hondo para no quebrantarse más, como si la respuesta para el pequeño estuviera arriba de él.—He tenido mucho trabajo, Sami. Pero te prometo que pronto volveré a casa y me tomaré unos días para que vayamos de vacaciones solo tú y yo, ¿Qué dices? —Respondió el ojiverde con un nudo en la garganta por tenerle que mentir a su hijo.—Papá, pero quiero que regreses ahora. Por favor…—Lo siento, pequeño, ahora no puedo. Pero te prometo que papá volverá pronto— No poder verlo lo estaba matando, quería estar con él, pero no podía deja
Alice estaba en un torbellino de emociones, su corazón latía con fuerza mientras Damián se acercaba cada vez más. La habitación parecía desvanecerse a su alrededor, todo lo que podía escuchar era el eco de su propia respiración. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el mundo se detuvo. Damián, con su mirada intensa y una sonrisa que desarmaba, la hizo sentir como si estuviera flotando entre la confusión y el deseo.Pero en lo más profundo de su ser, una alarma sonó con fuerza. Sabía que lo que estaban a punto de hacer era un error monumental, Damián era su primo, ¿Cómo podría besarlo?El tiempo se estiraba incontrolable, cada segundo se sentía eterno mientras él se inclinaba hacia ella. Alice intentó moverse, gritar, aunque no podía hacerlo, pero su cuerpo parecía tallado en piedra. Era una prisionera de sus propios nervios.Finalmente, sus labios se encontraron en un roce fugaz, una chispa que encendió algo dentro de ella. Pero en ese instante de debilidad, la razón regresó com
EscapeSicilia 8:00 PM.La noche había caído silenciosa sobre la casa, solo interrumpida por el murmullo lejano de las olas rompiendo contra la costa siciliana. Alice estaba sentada en el borde de su cama, con las manos entrelazadas y la mirada perdida en el vacío. La luz tenue de la lámpara proyectaba sombras danzantes en las paredes, como si reflejara su confusión interna. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento en que Damián se había acercado demasiado, sus labios a un suspiro de distancia. La culpa la consumía vorazmente, con un recordatorio constante de que Damián había cruzado una línea que nunca debió sobrepasar y ella se sentía sucia por eso.Mientras que, al otro lado de la gran mansión, en una habitación alejada del resto, como si se tratara de un exilio, Dalton caminaba de un lado a otro una vez más, con su mente atormentada por las palabras de Damián. La revelación había sido un golpe bajo; su lealtad estaba en juego y no podía ignorar lo que había escuchado. Miró
Refugiada Nueva York 2:05 PM. Elizabeth sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Aunque había estado atrapada en este lugar, ocultándose tras la fachada de una enfermedad grave, en su interior, en lo más profundo de su ser, sabía que había llegado el momento de enfrentarse a la realidad. —¿Qué estás diciendo? ¡Estoy enferma! No puedo salir de aquí —Replicó, intentando aferrarse a la seguridad que le ofrecía el hospital. Moscú dio un paso adelante, su mirada penetrante como un rayo. —Recuérdalo mi amor, este siempre fue nuestro plan, tú misma lo ideaste para proteger a Alice. Te mantendríamos aquí para que nadie pudiera encontrarte, le pagamos al hospital muchísimo dinero. Pero llegó el momento de cambiarte de escondite. Los sicilianos tienen a Alice y no tardarán en venir por ti— Dijo cada una de sus palabras entre dientes, temía que los estuvieran escuchando y ya se habían puesto en evidencia al aparecer sin planificarlo. Elizabeth estaba perdida en tiempo y espacio,
Dalton comenzó a besar a la castaña sin amedrentarse, alternando sus labios con leves mordidas y lametazos furiosos. Apretando cada vez más su cadera desnuda contra la delicada pelvis en ropa interior de la castaña, quien ardía de placer bajo su captor, luchando con sus primitivos deseos por ser hecha pedazos.Si tuviera que juzgarse a sí misma en este momento, Alice no se reconocería en lo absoluto, no entendería sus deseos carnales nacidos en medio del caos, pero tampoco tenía intenciones de detenerlos. Se sentía muy a gusto con los candentes besos del ojiverde mientras exploraba cada centímetro de su boca con su lengua.El castaño comenzó a desviar sus besos por su mejilla, deteniéndose por un momento en el lóbulo de su oreja para lamerlo y mordisquearlo, mientras que con su mano sujetaba a la castaña por el cuello para impedirle que se resistiera, por fin domándola como tanto había querido. Alice soltó unos cuantos jodeos húmedos al no poder gritar de placer mientras que se estreme
—No lo entiendes— Musitó Dalton cabizbajo —Me juró prometer a mi hijo… Pero ahora no estoy dispuesto a ser su aliado, lo oí hablando por teléfono y planea liquidarme y también a ti— Aclaró el ojiverde acunando el rostro de Alice con ambas manos.—¿Y cómo quieres que te crea y que confíe en ti si me ocultabas esto? —Cuestionó la castaña en susurros. —Cometí un error al venir a tu habitación —Añadió empujándolo para que dejara de tocarla.Alice se levantó de la cama rápidamente y comenzó a envolver su cuerpo con una de las batas de baño que vio colgadas junto a la puerta en un perchero.—Te pido que no te vayas y que confíes en mí. Me conoces, sabes que no me iría de aquí sin ti— Pidió el ojiverde interponiéndose en su camino.—¿Por qué confiaría en ti cuando estuviste a punto de acostarte conmigo sabiendo que te irías sin mí?Alice comenzó a golpearle el pecho con ambas manos en un fallido intento por apartarlo de su camino para poder marcharse, pero de inmediato Dalton la envolvió con
Dalton sujetó a Damián por el cuello y lo levanto de un tirón sin demasiado esfuerzo, con el rostro enrojecido por la ira, apretó su agarre alrededor del cuello de Damián, quien luchaba por respirar; el aire se sentía pesado y cargado de peligro. Los ojos de Dalton brillaban con una mezcla de furia y determinación, mientras que Damián, sorprendido y asustado, miraba a su alrededor en busca de una manera de zafarse.—¡No te atrevas a tocarlo! —Gritó Dalton, su voz resonando como un trueno a pesar de estar en el exterior de la mansión.Se supone que estaban a solas, pero, de hecho, Nicholas estaba escondido detrás de una de las cortinas de su despacho en el segundo piso de la casa, observaba la escena con ojos grandes y llenos de curiosidad. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y el silencio era interrumpido solo por los sonidos ahogados de Damián intentando liberar su cuello.Damián trató de mantener la calma, aunque el pánico comenzaba a apoderarse de él.—Escucha, no tienes