Dalton comenzó a besar a la castaña sin amedrentarse, alternando sus labios con leves mordidas y lametazos furiosos. Apretando cada vez más su cadera desnuda contra la delicada pelvis en ropa interior de la castaña, quien ardía de placer bajo su captor, luchando con sus primitivos deseos por ser hecha pedazos.Si tuviera que juzgarse a sí misma en este momento, Alice no se reconocería en lo absoluto, no entendería sus deseos carnales nacidos en medio del caos, pero tampoco tenía intenciones de detenerlos. Se sentía muy a gusto con los candentes besos del ojiverde mientras exploraba cada centímetro de su boca con su lengua.El castaño comenzó a desviar sus besos por su mejilla, deteniéndose por un momento en el lóbulo de su oreja para lamerlo y mordisquearlo, mientras que con su mano sujetaba a la castaña por el cuello para impedirle que se resistiera, por fin domándola como tanto había querido. Alice soltó unos cuantos jodeos húmedos al no poder gritar de placer mientras que se estreme
—No lo entiendes— Musitó Dalton cabizbajo —Me juró prometer a mi hijo… Pero ahora no estoy dispuesto a ser su aliado, lo oí hablando por teléfono y planea liquidarme y también a ti— Aclaró el ojiverde acunando el rostro de Alice con ambas manos.—¿Y cómo quieres que te crea y que confíe en ti si me ocultabas esto? —Cuestionó la castaña en susurros. —Cometí un error al venir a tu habitación —Añadió empujándolo para que dejara de tocarla.Alice se levantó de la cama rápidamente y comenzó a envolver su cuerpo con una de las batas de baño que vio colgadas junto a la puerta en un perchero.—Te pido que no te vayas y que confíes en mí. Me conoces, sabes que no me iría de aquí sin ti— Pidió el ojiverde interponiéndose en su camino.—¿Por qué confiaría en ti cuando estuviste a punto de acostarte conmigo sabiendo que te irías sin mí?Alice comenzó a golpearle el pecho con ambas manos en un fallido intento por apartarlo de su camino para poder marcharse, pero de inmediato Dalton la envolvió con
Dalton sujetó a Damián por el cuello y lo levanto de un tirón sin demasiado esfuerzo, con el rostro enrojecido por la ira, apretó su agarre alrededor del cuello de Damián, quien luchaba por respirar; el aire se sentía pesado y cargado de peligro. Los ojos de Dalton brillaban con una mezcla de furia y determinación, mientras que Damián, sorprendido y asustado, miraba a su alrededor en busca de una manera de zafarse.—¡No te atrevas a tocarlo! —Gritó Dalton, su voz resonando como un trueno a pesar de estar en el exterior de la mansión.Se supone que estaban a solas, pero, de hecho, Nicholas estaba escondido detrás de una de las cortinas de su despacho en el segundo piso de la casa, observaba la escena con ojos grandes y llenos de curiosidad. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y el silencio era interrumpido solo por los sonidos ahogados de Damián intentando liberar su cuello.Damián trató de mantener la calma, aunque el pánico comenzaba a apoderarse de él.—Escucha, no tienes
Dalton permaneció en silencio por un instante, con la mirada perdida y el ceño fruncido, quizá cavilaba una respuesta o solo estaba desconcertado por el ofrecimiento. La propuesta que Nicholas le hizo lo dejó pensando en todas las veces que él intentó mantener a Alice consigo y como lo hacía sin preguntarle lo que realmente quería. Ahora era Nicholas y no él quien quería decidir el resto de la vida de la castaña; Ahora Dalton se daba cuenta de lo equivocado que estaba.El ojiverde volvió su vista hacia el anciano que lo observaba con un ligero destello de impaciencia en sus ojos y le respondió:—Lo siento, pero no puedo aceptar su propuesta— Dijo con firmeza, mirándola a los ojos.—No lo entiendo…— Bisbisó el anciano cruzándose de brazos, inconforme con la respuesta del más joven. —¿No se supone que eso es lo que quieres?—Puede ser… Pero si me caso con Alice no será por ningún tipo de arreglo y menos si viene de usted. Ella no confía en usted y yo tampoco ¿Por qué aceptaría su propue
Sicilia.4:30 PM.Alice se encontraba en su habitación recibiendo sus terapias intensivas con todo el equipo de especialistas. Hasta ahora ya habían pasado ocho días desde su cirugía y se encontraba mucho mejor, ya podía hablar mucho más que antes, pero aún se agotaba mucho cuando lo hacía y en ocasiones quedaba afónica, pero no era nada que un tecito y una noche de sueño reparador curara.Dalton y Nicholas se habían unido mucho más desde que hicieron las pases y habían hilvanado un excelente plan para darle su merecido a Damián, pero aún había un punto clave en el plan que no habían llevado a cabo y se trataba de involucrar a Alice para que pudiese apoyarlos. Decididos, ambos fueron a la habitación de la castaña para contarle todo al respecto luego de que los médicos terapeutas se fueron.Dalton y Nicholas se miraron con complicidad antes de entrar en la habitación de Alice. La encontraron sentada en su cama, con una taza de té en la mano y una expresión serena. Al verlos, Alice hizo
PuntadasSi vieras desde lejos la mansión de Nicholas pensarías que era una propiedad magnífica para vacacional, el lugar ideal para albergar a una familia numerosa y feliz, pero si vieras más de cerca, podrías a dos hombres batiéndose a muerte dentro de la enorme piscina, con las aguas teñidas de rojo turbulentas por cada golpe o embestida de ambos.Alice parpadeó un par de veces, encandilada por el exceso de luz a su alrededor, de a poco se incorporó llevándose una mano a la nuca, haciendo una mueca de dolor al sentir que sus dedos tocaban la herida sangrante bajo su cabello. Cuando su vista se adaptó a la claridad, pudo ver a Dalton y Damián dentro de la piscina, revolcándose como si no hubiera un mañana.—Paren, por favor…— Balbuceó atontada por el golpe, sintiendo de pronto unas ganas increíbles por quedarse dormida, pero no podía ceder.De la nada, se oyó el sonido de un cañón al estallar cerca de ellos, causando que ambos se pararan en seco. Los hombres y la joven miraron a su
Nueva YorkCatorce horas más tarde.Al salir del vestíbulo del aeropuerto, el aire frío típico del inicio del invierno de Nueva York les dio la bienvenida, un contraste marcado con el ambiente cálido y cerrado del avión. Nicholas, con una mirada aguda, escaneó el área mientras sus compañeros se ajustaban las mochilas al hombro. Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos, pero lo que realmente captó su atención fueron las tres camionetas negras estacionadas en fila, cada una con un conductor impasible al volante, acompañado de dos hombres más que se veían igual de peligrosos que el chofer.Alice se acercó a Dalton, su voz, apenas un susurro entre el bullicio del aeropuerto.—¿Crees que todo esto era necesario? —Preguntó, su mirada nerviosa, reflejando la ansiedad que todos sentían.—Es por nuestra seguridad— Respondió Nicholas sin titubear, aunque en el fondo sabía que esta decisión los ponía en un camino peligroso al dejarlos expuestos de cierta manera. —No podemos arriesgarnos a ser
Una vida por otraLos hombres reaccionaron como si estuvieran atrapados en una pesadilla; los gritos comenzaron a sonar mientras algunos intentaban huir y otros buscaban refugio detrás de las mesas. Dalton apuntó hacia los presentes con determinación, disparando sin dudarlo.El primer disparo resonó como un trueno sordo en el sótano; uno de los traficantes cayó al suelo instantáneamente. El caos estalló: sillas volaron por los aires mientras los hombres intentaban protegerse o escapar del horror que se desataba ante ellos.Dalton avanzó entre los cuerpos caídos, su corazón latiendo con fuerza mientras disparaba a quemarropa. Cada tiro era un eco de su misión cumplida: eliminar todo lo que estuviera entre él y su objetivo. Finalmente, llegó hasta él, quien intentaba arrastrarse bajo la mesa.Con una calma fría que contrastaba con el caos a su alrededor, Dalton se agachó frente a su objetivo. Lo miró a los ojos; por un instante, todo pareció detenerse nuevamente. El hombre suplicante ba