Dalton sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El anciano parecía decidido y para nada confiable, pero sabía que no podía dejar que eso lo intimidara.—No tengo nada que hablar contigo —respondió Dalton con firmeza, manteniendo su mirada fija en él.Aunque Dalton no lo conociera de nada, si había oído hablar de él y con lo que le había contado Alice, no podía confiar en él bajo ninguna circunstancia.—No seas ingenuo —replicó el padre biológico de Alice, acercándose un paso más—. Alice está en medio de algo que tú no entiendes. Si realmente te importa, deberías escucharme.Dalton dudó por un instante, consciente del riesgo que representaba esta situación. Pero su instinto le decía que debía proteger a Alice a toda costa.—No me interesa lo que tengas que decir —Replicó, apretando los puños—. Solo quiero asegurarme de que esté bien.El anciano sonrió fríamente, como si estuviera disfrutando del juego psicológico.—¿Y crees que ella estará bien si llamas a la policía? No sabes lo qu
AnestesiaFinalmente, tras un tenso silencio, el cirujano logra estabilizar a Alice. El doctor mira a Dalton quién no soltó la mano de la castaña en ningún momento y con un asentimiento le informó que la joven se encontraba bien y que estaba fuera de peligro por el momento.Al terminar la cirugía, Alice fue trasladada a su habitación y ahora solo restaba esperar hasta que despertara y que se le pasara el efecto de la anestesia. Mientras que Alice descansaba inconsciente en su habitación del hospital, Dalton decide salir a tomar aire y entre tanto fumarse un cigarrillo. Después de todo, el castaño había vuelto a caer en ese desagradable vicio que tanto odiaba, pero que lo mantenía cuerdo, porque la nicotina lo ayudaba a controlar toda esa ansiedad reprimida desde hace tanto.El aire fresco del estacionamiento del hospital se mezclaba con el humo que Dalton exhalaba. Miraba al suelo, perdido en sus pensamientos, cuando de repente escuchó pasos detrás de él.—Dalton, ¿tenemos que hablar?
AlianzaEl aire en la habitación estaba cargado de tensión. Dalton, con los brazos cruzados, miraba a Damián con incredulidad. Su propuesta era una locura en todos los sentidos posibles.—¿Estás loco, Damián? —exclamó Dalton—. No soy un espía. Esto es demasiado peligroso, si Moscú me descubre no dudará en acabar conmigo y con mi familia.Damián se acercó un poco más, bajando la voz como si las paredes pudieran oírles.—Escucha, Dalton. No te pido que te conviertas en James Bond. Solo necesito que me pases información. Algo sencillo. Según mis informantes, el está interesado en hacer negocios contigo, te necesita con vida si quiere llevarlos a cabo. Sé que no te matará—¿Sencillo? —replicó Dalton, arqueando una ceja—. ¿Y qué pasa si me descubren y va tras mi hijo o a por Alice? —Cuestionó el ojiverde en tono serio— He visto lo desalmado que es Moscú y ningún negocio lo detendrá si le doy motivos como este para que me asesineLa mafia rusa no es precisamente conocida por su amabilidad.
El sol se filtraba a través de las cortinas del hospital, llenando la habitación de un cálido resplandor que contrastaba con la tensión palpable en el aire. Dalton estaba sentado en una silla, mirando por la ventana, sus pensamientos enredados en la confusión y la culpa. A su lado, Alice se encontraba recostada en la cama, su rostro cansado pero decidido.A medida que pasaban las horas, el silencio se tornaba cada vez más pesado. Alice sentía una mezcla de rabia y tristeza burbujear dentro de ella. Su mente giraba en torno a la presencia de su padre, quien había estado tan cerca y, sin embargo, había sido alejado por Dalton sin consultar su deseo. La frustración crecía mientras miraba el techo, imaginando cómo sería enfrentarse a él.Dalton, sintiendo la tensión en la habitación, se giró hacia ella. Su expresión mostraba una mezcla de preocupación y pesar. Sabía que había cruzado una línea al actuar por su cuenta, pero no podía evitar querer protegerla del dolor que sabía que podría ca
—Sí, papá. Soy yo— Respondió el pequeño Sami emocionado. —¿Acaso te olvidaste de mí? —Preguntó.Dalton miró a Damián con incredulidad, sus ojos inundados de lágrimas demostraban lo mucho que necesitaba oír esa vocecita.—¿Hijo, como crees que me olvidaría de ti? —Musitó Dalton con la voz quebrada. —Soy tu papá. Jamás me olvidaría de ti.—¿Cuándo volverás? ¡Te extraño muchísimo, papá! —Dijo el pequeño, sonaba un poco triste.Dalton miró al techo mientras inspiraba hondo para no quebrantarse más, como si la respuesta para el pequeño estuviera arriba de él.—He tenido mucho trabajo, Sami. Pero te prometo que pronto volveré a casa y me tomaré unos días para que vayamos de vacaciones solo tú y yo, ¿Qué dices? —Respondió el ojiverde con un nudo en la garganta por tenerle que mentir a su hijo.—Papá, pero quiero que regreses ahora. Por favor…—Lo siento, pequeño, ahora no puedo. Pero te prometo que papá volverá pronto— No poder verlo lo estaba matando, quería estar con él, pero no podía deja
Alice estaba en un torbellino de emociones, su corazón latía con fuerza mientras Damián se acercaba cada vez más. La habitación parecía desvanecerse a su alrededor, todo lo que podía escuchar era el eco de su propia respiración. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el mundo se detuvo. Damián, con su mirada intensa y una sonrisa que desarmaba, la hizo sentir como si estuviera flotando entre la confusión y el deseo.Pero en lo más profundo de su ser, una alarma sonó con fuerza. Sabía que lo que estaban a punto de hacer era un error monumental, Damián era su primo, ¿Cómo podría besarlo?El tiempo se estiraba incontrolable, cada segundo se sentía eterno mientras él se inclinaba hacia ella. Alice intentó moverse, gritar, aunque no podía hacerlo, pero su cuerpo parecía tallado en piedra. Era una prisionera de sus propios nervios.Finalmente, sus labios se encontraron en un roce fugaz, una chispa que encendió algo dentro de ella. Pero en ese instante de debilidad, la razón regresó com
EscapeSicilia 8:00 PM.La noche había caído silenciosa sobre la casa, solo interrumpida por el murmullo lejano de las olas rompiendo contra la costa siciliana. Alice estaba sentada en el borde de su cama, con las manos entrelazadas y la mirada perdida en el vacío. La luz tenue de la lámpara proyectaba sombras danzantes en las paredes, como si reflejara su confusión interna. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento en que Damián se había acercado demasiado, sus labios a un suspiro de distancia. La culpa la consumía vorazmente, con un recordatorio constante de que Damián había cruzado una línea que nunca debió sobrepasar y ella se sentía sucia por eso.Mientras que, al otro lado de la gran mansión, en una habitación alejada del resto, como si se tratara de un exilio, Dalton caminaba de un lado a otro una vez más, con su mente atormentada por las palabras de Damián. La revelación había sido un golpe bajo; su lealtad estaba en juego y no podía ignorar lo que había escuchado. Miró
Refugiada Nueva York 2:05 PM. Elizabeth sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Aunque había estado atrapada en este lugar, ocultándose tras la fachada de una enfermedad grave, en su interior, en lo más profundo de su ser, sabía que había llegado el momento de enfrentarse a la realidad. —¿Qué estás diciendo? ¡Estoy enferma! No puedo salir de aquí —Replicó, intentando aferrarse a la seguridad que le ofrecía el hospital. Moscú dio un paso adelante, su mirada penetrante como un rayo. —Recuérdalo mi amor, este siempre fue nuestro plan, tú misma lo ideaste para proteger a Alice. Te mantendríamos aquí para que nadie pudiera encontrarte, le pagamos al hospital muchísimo dinero. Pero llegó el momento de cambiarte de escondite. Los sicilianos tienen a Alice y no tardarán en venir por ti— Dijo cada una de sus palabras entre dientes, temía que los estuvieran escuchando y ya se habían puesto en evidencia al aparecer sin planificarlo. Elizabeth estaba perdida en tiempo y espacio,