Capítulo 37

El dolor me despierta, miro el reloj y son las 8 de la mañana. Ya hay luz en la habitación. Recorro de arriba abajo todo mi alrededor y veo a Alexander hecho un ovillo en el pequeño sillón. Sus piernas sobresalen por mucho del tamaño y la espalda apenas está cubierta. 

Muerdo mis labios al sentir las palpitaciones en las puntas de mis pies y me reacomodo un poco. Pero después lo recuerdo. Llevo un niño dentro, llevo una vida. Miro mi barriga, subir y bajar debido a mi respiración, nuestra respiración. 

Aún es muy pequeño. Miro el expediente cerca de la mesita de noche y estiro un poco mi cuerpo, ahogando pequeños quejidos de dolor hasta alcanzarlo. 

Al abrirlo me encuentro con las noticias que ya me había

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