–Mariana, espera ¿Qué haces? –preguntó Sebastián antes que entrara al elevador–.
Solo lo miré sin decir nada. Llevaba una caja conmigo en donde guardé todos los adornos que había comprado para mi escritorio. Había renunciado, pero no me sentía bien, me sentía atrapada, viviendo una mentira que todos los demás habían fabricado. Era una mezcla de emociones en mi interior que no sabía a donde me llevaría, me sentía enojada por el engaño de Erick y Sebastián, frustrada y deprimida porque ahora no tendría dinero para ayudar a mis padres, triste por haber dejado un trabajo que me gustaba e insegura por esa persona que me seguía y de la que no tenía la mínima idea de quien era. Llamé a Jenny, una de las muchachas del club que había cambiado su vida, necesitaba hablar con alguien y era la única personaPasaron algunos días desde aquella conversación, Sebastián continuaba haciendo de todo para que yo lo perdonara, pero la realidad es que después de todo lo que me había ocultado, no podía disculparlo tan fácilmente. Me contó lo que había sucedido con Samantha. Javier mandó a Sebastián a Inglaterra para que el padre de Samantha le prestara una gran cantidad de dinero para sustentar una deuda enorme que Javier tenía en ese entonces, con la condición de que cuando sus hijos tuvieran edad suficiente para casarse, lo harían y el se convertiría en socio del negocio en el que Javier había invertido el dinero prestado. La madre de Sebastián no pudo hacer nada, es más, posiblemente ni se enteró en ese entonces del trato que Javier había hecho, sino mucho tiempo después cuando la presión de parte del padre de Samantha por adelantar la boda d
El silencio intentó consumirnos, pero para ese punto, a mi no me importaba nada más que saber que jamás volveré a hablar con mi padre, jamás le podré demostrar que logré salir adelante, jamás podré llevarlos a ese crucero con el que tanto soñé para que él y mamá celebraran su próximo aniversario. En ese momento, solo mi papá pasaba por mi cabeza.–Lamento lo de tu padre, creo que no fue buena idea venir –comentó Erick de repente–.–Te agradezco Erick–.–Puedes regresar a la oficina, cuando te sientas mejor–.–Renuncié hace semanas, ¿No lo recuerdas? –dije–.–Tienes razón, lo siento, ha sido bastante difícil para mí también–.–¿Lograste encontrar al responsable de la muerte de Ana? –pregunté–.
Decidí quedarme en casa con Mamá un par de días, mientras el dolor tomaba otro rumbo en nuestros pensamientos y nos quitara esa gran tristeza que sentíamos al perder a nuestro ser más querido. Durante esos días, pensé sobre la propuesta de Erick, pero no creo que fuera conveniente regresar a trabajar con él. Nuestra relación no es normal, siempre peleamos por cosas de mi pasado y ahora hasta de su pasado. Estamos tan jodidos, todos nos reviven cosas que deseamos olvidar. ¡Que desgracia!Sebastián regresó a trabajar durante la semana y yo lo ayudé desde la casa de mi mamá, regresaba en la noche y se volvía a ir muy de mañana, mamá vivía a 1 hora de la casa de Sebastián, pero no quería dejarla sola ahora que no tenía la compañía de mi padre, claro que no viviría con ella para siempre, pero al menos durante la época del dolor más profundo. La perdida de mi padre cambió tanto mi perspectiva sobre muchas cosas, ahora miraba el mundo diferente, debía soportarlo y aprender a no aferrarm
Después de pasar 4 semanas en casa de mis padres regresé a Tobago con Sebastián, debíamos apoyar a Erick con algo de la empresa, ahora que apoyaba más a Sebastián había comprendido muchos temas sobre administración y contabilidad que antes ignoraba, Sebastián tenía una empresa de comercio aparte de gestionar el tema comercial en de EB Concesionarios, en sus tiempos libres se dedicaba a esta empresa.Llegamos a EB Concesionarios y encontramos a Erick en una junta, siendo reprendido fuertemente por los accionistas por la falta de atención que les ha brindado a los clientes últimamente. Erick se miraba tranquilo, como si no le importara nada sobre la empresa. Esperamos al menos 45 minutos hasta que Erick finalmente llegó a su oficina.–Finalmente me libré de esos buitres– dijo con libertad–.–Que bien, entremos en el tema–dijo Sebasti&aacu
Llegamos al caserón Black y no había señales de Sebastián o de Javier. –¿Mi padre ha venido? –preguntó Erick al guarda en el portón–.–No, salió desde hace un par de horas–.–Gracias–.Nos dirigimos al caserón de la madre de Sebastián. Se encontraba a 15 minutos de camino, tanto Erick como yo nos sentíamos desesperados al no saber nada de él, no respondía las llamadas y Javier tampoco. Solo podíamos tener confianza de que todo estaría bien. Finalmente llegamos y la camioneta de Sebastián se encontraba en la entrada justo después del auto de Javier. Entramos a la casa y se escuchaban gritos de varias personas. –Déjalo en paz y lárgate de mi casa–gritaba la madre de Sebastián–.Oswaldo y Javier estaban peleando y Sebastián entre ellos intentando separarlos. –Javier, déjalo, alguien llame a la policía por el amor de Dios–gritaba la madre de Sebastián desesperadamente–.Erick se lanzó a ayudar a Sebastián a separar a Javier y Oswaldo, quienes ya estaban llenos de sangre y con moretones
Pasamos unas 3 horas en la estación de policía, quizás fue nuestra arrogancia con los oficiales lo que nos hizo durar tanto tiempo, ninguno respondió ni una sola pregunta del porque nos encontrábamos en el caserón Black, tan solo nos quedamos viéndolos arrogantemente. Después de salir fuimos directo al hospital para saber sobre el estado de Oscar y de Ramón. Encontramos a Javier en la sala de espera del hospital.–Hola chicos, ¿Qué tal ha estado su noche? –preguntó sínicamente–.Ninguno respondió. El doctor salió del quirófano para darnos las noticias. –¿Quién es Erick Black? –preguntó–.–Soy yo–dijo Erick–.–Yo soy el hermano de Oscar Black, déjeme pasar–dijo Javier–.–Lo siento, solo se permite una persona y él pidió hablar con Erick–.–¿En que habitación se encuentra? –preguntó Erick–.–Claro que no, tú no tienes nada que hablar con él… Doctor, él no tiene nada que hablar con Oscar–dijo Javier sujetando a Erick–.–Suéltame o me olvido que eres mi padre–.–Señores por favor tranqu
La madre de Sebastián insistió en que fuéramos a descansar, Oswaldo fue dado de alta, solo eran un par de golpes y contusiones, nada grave, descansaría en casa con el cuidado que el doctor le había prescrito. Nos dirigimos al caserón Black a ver por el estado de Erick, pero no había señales de él. Llegamos a casa y miramos su auto en el estacionamiento. Fue extraño, pero nos alegró haberlo encontrado, con todo lo que había pasado era mejor que no estuviera solo. –Hermano, ¿estás bien? –preguntó Sebastián al entrar–.–Fue él–dijo Erick con un par de lágrimas en los ojos–.–¿El quien? ¿Oscar? Bueno, al menos ya pagó por lo que hizo, aunque no fue la mejor manera…–.–Fue Javier –.–¿De que hablas? –pregunté–.–Oscar me lo dijo en su lecho de muerte, fue Javier quien lo hizo–dijo Erick. Sebastián y yo nos quedamos en silencio sin saber que decir. –Sabía que Oscar no era capaz de hacer algo tan cruel, pero Javier, claro que él si pudo haberlo hecho, ni siquiera lo dudo–dijo Erick–.–No
Erick continuó contando la historia de ese niño que había nacido fuera del matrimonio de los Black y al parecer todo apuntaba a Sebastián. Ya que Erick era hijo legitimo de ambos Black, sin embargo, mientras más avanzaba la historia, menos se parecía a la vida de Sebastián. –Ese niño, tuvo que vivir por su cuenta, sin padre y con una madre que se volvió prostituta poco después que su amado infiel la dejara. La madre murió un par de años después de la separación y el niño creció sin sus padres, criado por una tía que lo maltrataba y lo obligaba a robar. ¿Lo recuerdas papá? –preguntó Erick de la nada–.–Me tienes harto con esta mierda, yo no recuerdo nada de lo que hablas–.–¿No lo recuerdas? ¿No recuerdas al niño que llegó a casa hace muchos años? Ese que descubrió que tú eres su padre y llegó a buscarte por ayuda. Fue el mismo que echaste como perro–.–¿Cómo sabes eso, ni siquiera deberías recordarlo? –preguntó Javier–.–No lo sé, él me lo ha contado todo–dijo Erick. En ese momento