No estaba acostumbrada a correr por lo tanto no tardé en sentir que mis pulmones y garganta ardían mientras tomaba aire, mis pasos se tornaron un poco más lentos y débiles, no pude continuar más, necesitaba un descanso, me detuve a tomar aire mientras apoyaba mis manos en las rodillas, los sonidos de las dos bestias peleando a muerte ya era muy bajo, pero me relaje antes de tiempo, ya que ese ronroneo escalofriante comenzó a escucharse muy cerca de mí.
Levanté el rostro sintiendo nuevamente esa sensación a peligro, aquel sonido se acercaba a mí, pero no podía identificar de dónde, me disponía avanzar cuando otro hombre apareció frente a mí, su rostro estaba tan cerca del mío que sin duda pude notar esos ojos completamente negros con tan solo un ligero punto rojo en el centro, abrió la boca mostrando esos peligrosos colmillos y emitió un sonido que me llenó de terror.Acercó ambas manos a mí intentando tomar mi cabeza, pero en cuanto su fría piel entró en contacto con la mía el sonido de algo siendo consumido por llamas ardientes llegó a mis oídos, él alejó sus manos de mí mientras se quejaba del dolor con ruidos que me pusieron los nervios de punta.Comencé a correr nuevamente, mi corazón estaba a nada de detenerse, la velocidad con la que latía era sorprendente, en cuanto un rugido extraño llegó a mis oídos acompañados de pisadas a toda velocidad tras mi espalda, juraría que se me heló la sangre, abrí mucho los ojos y ante la oleada de pánico mis piernas me fallaron, tropecé con una roca y terminé tendida en el suelo.Sentía un gran ardor en mis manos, la piel de mis palmas se había rasgado por la caída, pero eso no era lo importante, aquel hombre se dirigía directo a mí, su silueta entre la niebla era cada vez más clara, no podía creer mi mala suerte, pero para ser sincera había estado huyendo durante varios años, sabía que tarde o temprano me encontraría con alguno, y estaba sumamente agradecida de que no se tratara de... él... preferible morir que ser capturada para estar a su lado.Ya solo unos cuantos metros lo separaban de mi frágil y pequeño cuerpo tendido en el suelo, cuando otro rugido muy diferente tras mi espalda me hizo ponerme rígida y al atacante parar en seco. Por encima de mi cabeza otro lobo se paró frente a mí, tenía un pelaje gris oscuro, era considerablemente más grande que Ryan..., mucho más grande, era aterrador.Ambas bestias comenzaron a pelear y yo aproveché dicha distracción para comenzar a correr nuevamente ignorando las punzadas de dolor que me enviaban mis rodillas, no recordaba que el camino al hotel fuera tan largo, pero sin duda los pocos metros para llegar me parecieron infinitos.En cuanto entré al hotel subí las escaleras a toda velocidad y me encerré en mi habitación, por fin pude suspirar con un poco de alivio, de pronto todo estaba sumido en un completo silencio, la calle se había quedado muda de pronto y el único ruido que llenaba el espacio era las voces que salían del televisor que se encontraba encendido.Me tomó varios minutos el recomponerme, mi corazón latía a una velocidad impresionante y mi respiración estaba sumamente agitada, con la espalda aún en la puerta me deslice hasta llegar al suelo y abrazar mis rodillas, cerré los ojos e intente respirar mejor, poco a poco mis latidos erráticos se alentaban y mi respiración volvía a la normalidad.De solo intentar pensar en lo que acababa de pasar hace unos minutos mi corazón amenazaba con querer salirse de nuevo, no tenía idea de como reaccionar, que hacer o que pensar después de lo que acababa de presenciar, lo mejor era que me marchara de éste lugar en cuanto saliera el sol.Con esa idea me fui a la cama, me agaché para sacar la maleta que había dejado de bajo, en cuanto mis rodillas entraron en contacto con el frío piso de concreto me recorrió una sensación de dolor y no pude evitar que un quejido escapara de mis labios, cerré los ojos con fuerza y me concentré en lo que tenía que hacer, al finalizar de empacar todo le daría la atención que necesitaban mis rodillas y palmas.Puse las bolsas sobre el colchón que emitió un chirrido ante el peso, abrí la cremallera y fui a la cómoda en donde estaba la televisión para abrir sus cajones y tomar mis pocas prendas de ropa, mis palmas me imploraban piedad, pero mi mente no me permitía detenerme.Cuando ya tenía toda la ropa en su lugar fui a la cocina para tomar mis pocas provisiones que había mentido en la alacena (en su mayoría golosinas) para meterlas en la otra mochila, una vez terminando con todo me senté en la cama, la base de madera crujió de repente, me llevé ambas manos a la cabeza, ésta me punzaba un poco.Solo era consiente de mis latidos apagados y mi propia respiración, hasta que de pronto noté un silencio inusual, las voces del televisor se habían silenciado, levanté el rostro para darme cuenta de que la pantalla de la TV se encontraba apagada, me puse de pie y acerqué al aparato, intenté encenderlo, pero no respondía, me fui asomar detrás del mueble y esta se encontraba desconectada, un escalofrío me recorrió cada rincón del cuerpo desde el cuero cabelludo hasta la punta de los dedos de los pies.— No te dijeron que si dejabas la ventana abierta en la noche, los monstruos podrían entrar por ti...Una voz masculina, grave y áspera se escuchó tras mi espalda, me giré rápidamente aferrándome al filo de la cómoda. El hombre misterioso que había mirado en la calle y nuestras miradas parecieron entrelazarse, estaba aquí, en mi habitación.No tenía camisa, tenía su ejercitado y marcado torso al descubierto, su piel estaba ligeramente bronceada y se encontraba herido por algunos rasguños, llevaba un pantalón negro y botas oscuras, tenía unos escalofriantes ojos grises como la niebla, su cabello era un tanto largo y oscuro como el cielo de media noche, tenía unos rasgos masculinos ridículamente atractivos, pero tenía una presencia tan intimidante que me hacía sentir oprimida.Comenzó a acercarse a donde yo estaba, su mirada estaba fija sobre mis ojos, el miedo me invadió nuevamente y mi corazón se aceleró, mi cabeza no podía procesar todos los sucesos repentinamente impredecibles, él avanzaba de una manera lenta ya acechadora, me sentía en peligro, aún más que cuando estaba en la calle, sin pensarlo corrí intentando llegar a la puerta, pero él extendió su brazo y me tomó de la cintura levantando sin aparente esfuerzo mi cuerpo del suelo.Lo siguiente que supe era que él estaba tras de mi rodeado mi cuerpo con sus fuertes brazos, el calor que emanaba su pecho contra mi espalda era abrasador, me quedé tiesa y rígida al sentir que pasaba su nariz por mi cabello, una extraña sensación me recorrió al sentir la punta de esta en mi oreja.— Dicen que la curiosidad mató al gato... no debiste de haber salido de casa esta noche...Su voz era baja y amenazante, la piel de mi cuerpo se erizó al sentir su cálido aliento tan cerca sobre mi cuello, de pronto su mano viajo con rapidez a mi rostro, tenía una tela oscura que cubrió mi boca y nariz, su aroma era extraño, mientras más lo respiraba parecía que mis sentidos fallaban más y más, hasta llegar al punto en que perdí la fuerza de mi cuerpo y la conciencia.Cuando recobre la conciencia comencé abrir poco a poco mis ojos, tenía una sensación de haber dormido durante mucho tiempo, aunque al ver los rayos débiles del amanecer me quedaba claro el que solo habían pasado quizás un par de horas; poniéndole más atención a mi ambiente parecía estar dentro de una bodega, la iluminación era tan débil, solo podía ver sombras distorsionadas, las únicas dos ventanas que había se encontraban cubiertas con telas oscuras. Me encontraba acostada sobre el frío y polvoso piso de concreto, al intentar levantarme me di cuenta de que mis manos se encontraban atadas, a como pude y retorciéndome como un gusano logré ponerme de lado para después apoyarme en mis rodillas, Solté un quejido al apoyar mi peso en esa piel lastimada. — ¿Lluvia? ¿Ya has despertado? - esa era la voz de Ryan, se escuchaba débil y apagada. Mi cabeza voló en la dirección que apareció su voz, y entre las sombras extrañas noté que una se movió, parecía estar de rodillas así que me arrastre
Rexon. Las noches eran dentro de lo que cabe aburridas en este pueblo, fui enviado por mi padre, el rey de los licántropos de esta zona para cuidar de este lugar algo alejado de la civilización, empezaron a ocurrir desapariciones sospechosas de los habitantes y gran parte de los turistas, los humanos como método de precaución no salían en las noches cuando se llevaban a cabo la mayoría de los ataques, pero aun así no era suficiente, una puerta de madera y frágiles cristales no eran gran obstáculo para lo que los acechaba. Como los humanos son una raza débil e inútil que necesita protección, mi querido padre tuvo la brillante idea de mandarme a mí a cuidarlos, era un tipo de castigo, lo sabía bien, no era un secreto mi repudio hacia los humanos, los licántropos que se mezclaban con ellos solo tenían de resultado débiles cachorros Omega, nuestra raza era superior en más de un aspecto y era un insulto compartir nuestros genes con ellos, no era el único que lo pensaba, mi padre me envió
Lo primero que hice fue ir por mi ropa, mi camisa había quedado hecha trizas, solo logré salvar mi ropa interior, pantalón y zapatos, los humanos perecían tener algún problema con la desnudez ajena así que tenía que cambiarme antes de ir por ella, no quería matarla... de un infarto. Su ventana tenía un borde en el cual me subí y la observé por un extremo de la cortina, parecía un cervatillo asustado, estaba metiendo todas sus pertenencias en unas malatas que tenía sobre la cama, quería huir, ¡oh no, linda! Sin duda despertaría mi instinto de cazador, ella ahora era mi presa y sin duda la seguiría hasta el fin del mundo de ser necesario para atraparla. Cuando se sentó en la cama y cubrió su rostro aproveché para entrar en sigilo y desenchufar la televisión, seguido de eso me fui a esconder en el baño en espera de que notara la anomalía del silencio en el ambiente, claramente era más fácil tocar la maldita puerta y llevármela en cuanto abriera, si no abría podría tirar la puerta, pero
Lluvia. Los demás lobos me desataron, pero no me permitieron acercarme a Ryan, al llevarme tomé al cachorro entre mis brazos y los seguí a donde me llevaban, recorrimos unos cuantos árboles hasta llegar a una amplia casa en medio del bosque, había un bonito lago cerca, los rayos del sol se reflejaban en el agua, había varios árboles y a la distancia se apreciaban montañas en donde estaba segura de que los atardeceres se verían preciosos. Entramos a la casa y el interior era pintoresco y agradable, solo que... un poco desordenado, me guiaron por un pasillo con varias habitaciones, llegamos a la última del pasillo, me abrieron la puerta y al yo entrar la cerraron con fuerza. No le presté importancia, me metí al baño para bañar al cachorro y darme una ducha yo también, ya que tenía tierra por todos lados a causa de mi ajetreada noche anterior. La habitación era sumamente hermosa, tenía unas bonitas cortinas rosadas, las paredes eran de un color crema y la cama... tenía unas sábanas br
Rexon Venía de regreso a la casa después de irme a correr un poco por el bosque, no tenía idea de que carajo me había pasado en la mañana, detestaba a los humanos, pero tenía a una en mi casa solo porque la idea de dejarla marcharse me parecía inaceptable, lo único que me hacía sentir que no había perdido completamente la cordura era que estaba en posición de prisionera prácticamente. Le dije a los lobos que la llevaran a la habitación vacía, que casualmente recordé después que se encontraba frente a la mía, en estos momentos ella debería de estar encerrada ahí y el hecho de pensar que probablemente estaba llorando en una esquina con miedo me hacía sentir mejor. Al irme acercando a la casa miré que Said salió corriendo, tenía una sonrisa de idiota en el rostro y bueno no había mucho que decir, él era idiota, al acercarse a mí pude notar el brillo lujurioso en sus ojos, me pareció extraño. — Ey, Rex... el uniforme que le diste a la sirvienta esta... - hizo una seña aprobatoria con
Lluvia. Al entrar a la habitación y cerrar la puerta tras de mí, el pequeño cachorro salió del baño moviendo su colita recortada con felicidad, sus orejas largas y puntiagudas se movían de una manera graciosa cuando me observaba, metí la mano en la pequeña bolsa que tenía en el diminuto uniforme de sirvienta y saqué un poco de carne que había tomado de la cocina para él. Lo dejé comiendo en el baño, ya que la habitación tenía una alfombra rojiza que no quería arruinar, me deshice del diminuto vestido dejándolo tirado en el suelo y abrí las puertas del ropero para tomar algo más, miraba cuáles eran mis prendas más deterioraras para usarlas en mis labores domésticas de este lugar, cuando de pronto la puerta de la habitación se abrió de repente, era Ryan quién había llegado. Abrí mucho los ojos y a pesar de que no me miraba de una manera sorprendida o lujuriosa tomé una manta que había en el ropero y la abracé contra mi pecho para cubrirme un poco. — ¡Oye! ¿No sabes tocar, Ryan? - le
Rexon... Después de dejar a Ali en la cocina me di la tarea de buscar al chistosito que le dio el uniforme de sirvienta a ricitos de oro, no tarde mucho en encontrarlo, Dan estaba arriba del cofre de uno de los autos tomando el sol cuando llegué a su lado, Dan era el Beta de esta manada, si yo llegaba a morir él estaría a cargo, pero eso jamás pasaría. — Dan ¿Sabes quién le dio el maldito uniforme de sirvienta a la humana? - él sonrió sin voltear a verme, mantuvo sus ojos cerrados. — Yo se lo mandé a Ryan para que se lo diera, ¿se le miraba bien no? - más de lo que me gustaría admitir, de pronto llegó el idiota de Said. — Se miraba más que bien, mis ojos y entre pierna te lo agradecen, empiezo a pensar que no es tan mala idea tenerla aquí, Rex, podría ser de ayuda para Ali en las temporadas de celo... - lo volteé a ver con una mirada asesina, me costaba procesar eso, después Dan habló. — Siendo sincero para ser humana no esta nada mal, tiene mejor cuerpo que Ali. — Creí que odiá
Lluvia… Me despierto con un fuerte dolor de cabeza, muy común después de tener una crisis de ansiedad intensa, mi mente aún estaba algo desorientada, extendí el brazo y sentí algo suave como la seda, mis instintos se pusieron en alerta, sentir esa tela me ponía los nervios de punta, me giré en la cama hasta caer en el suelo, mi respiración estaba agitada, mis brazos prisioneros entre unas toallas que envolvían mi cuerpo, lo único que escuchaba era el palpitar de mi corazón en mis oídos; después una cálida lengua comenzó a recorrer mis mejillas y fue ahí cuando me tranquilice un poco y pude ser consiente del sonido del ventilador que colgaba del techo y el chillido de un cachorro. Me tranquilicé poco a poco, los sonidos del cachorro al lamer mi mejilla me relajaron un poco, cuando había logrado controlar mi reparación y ritmo cardiaco agitados me senté en el suelo, estaba envuelta en unas toallas y podía sentir contra mi piel la humedad de la ropa interior empapada que llevaba de baj