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A la Deriva La Travesía Del Vampiro
A la Deriva La Travesía Del Vampiro
Por: Edgar Nevermore
A la Deriva La Travesía Del Vampiro

A la Deriva

La Travesía Del Vampiro

Theodore, o Theo como le decían, era un jovencito pirata muy temerario y de fuerte carácter.

Con tan solo trece años ya era dueño de una embarcación.

Su padre el temerario Dorother había fallecido tras haber sido asesinado en una emboscada.

Dorother junto a sus hermanos, todos piratas infundían terror en el océano Atlántico y el Pacífico.

Todos los hermanos Bartomek eran oriundos de Santa Cruz, Argentina o casi el fin del mundo como ellos decían.

Theo había aprendido todo sobre piratas, incluso cosas que niños de su edad no debían saber…

Era muy bueno en el manejo de armas, no dudaba si debía atacar.

Por eso cuando Dorother falleció nadie se opuso a que él quedara a cargo de La Cruz del Sur, como había bautizado su padre al navío.

Una mañana después de dar un largo trago a una botella de vino Theo exclamó:

—Bien señores es hora de partir hacia Europa—

Todos lo miraron consternados.

Él los observó con sus penetrantes ojos celestes, y muy molesto exclamó:

—¿acaso creen que no voy a poder llevar a cabo el viaje eh? —

El grumete con voz temblorosa dijo:

—es que, Capitán es un viaje muy largo, y nunca antes habíamos navegado tan lejos—

Theo lo miró más molesto aún.

—¿vos me venís a decir eso?¡Qué no sos nada más que el grumete!—

Otro de los piratas interrumpió:

—Bueno Capitán él tiene razón, si bien era un viaje que se tenía planeado hace mucho, pero después su padre…

Theo exclamó:

—Sí, ya lo sé ¡mi viejo está muerto! Pero no por eso vamos a quedarnos, yo soy tan bueno o mejor que él, así que el viaje se llevará a cabo como se tenía planeado—gritó.

Nadie dijo más una palabra y se dispusieron a preparar todo para el largo viaje...

Él habló con sus tíos pero la mayoría pensaba igual, que era muy arriesgado por la distancia. Solo uno de sus tíos aceptó acompañarlos.

Así unos días después una vez todo listo partieron viento en popa.

Por unos diez días el viaje había sido tranquilo sin nada en particular. Hasta ahora todo iba bien.

Pero esa tarde uno de los hombres dio aviso de que se acercaba una tormenta.

Theo observó atentamente el movimiento del viento en las velas

Dio un trago largo a una botella de licor y se dirigió al timón.

Lo orientó a estribor para cambiar la ruta y tomar un atajo.

—Capitán ¿Qué hace?— gritó uno de los hombres.

—¡pues que crees sabandija! Vamos a tomar un atajo, para tratar de evitar la tormenta— gritó Theo.

Todos se miraron asustados.

—pero Capitán, ese camino es peligroso—gritó el capataz.

Theo hizo oídos sordos y siguió girando el timón.

—Si dicen que por esa ruta siempre ocurren cosas extrañas—

—¡no creo en superchería!—gritó Theo.

Todos se miraron y tragaron saliva angustiados.

—el capitán es muy valiente—murmuró el grumete.

Los demás solo lo miraron en silencio...

La realidad era que a Theo le aterraba todo lo relacionado con los misterios del mar…

Cuando él era un bebé en una noche de luna llena su madre había desaparecido misteriosamente…

Muchos decían que había sido secuestrada por un Tritón y llevada al fondo del mar.

Por esa razón todas esas cosas le causaban mucho temor. Pero lo ocultaba obviamente.

Al rato el viento se volvió más denso y violento.

Las olas comenzaron a levantarse y unas gruesas nubes negras comenzaron a cubrir el cielo.

Al cabo de unas horas cayó la tormenta...

Todos se apresuraron a tratar de mantener el barco en popa, pero la tormenta era cada vez más violenta.

Un fuerte rayo cayó sobre la Cruz del Sur y el impacto hizo que el barco se partiera en dos expulsando a todos violentamente al mar.

Para Theo todo pasaba en cámara lenta, hasta que todo se volvió oscuro…

El brillo resplandeciente de la luna llena hizo que Theo despertara lentamente.

Con dificultad abrió lentamente los ojos. Se incorporó despacio, la luz de la luna brillaba intensamente.

Observó a su alrededor, estaba en la orilla de lo que parecía una isla.

Una espesa niebla comenzó a levantarse.

Se giró hacia atrás y a unos metros vio a la Cruz del Sur destrozada...

Eso lo hizo entrar en pánico, y corrió hacia el navío.

No había nadie allí...

Su ritmo cardíaco aumentó violentamente, las piernas le temblaban.

Con la mano temblorosa del bolsillo de su saco, sacó una petaca y se la bebió toda.

Después caminó lentamente hacia la isla.

Sacó su brújula pero esta comenzó a girar de un lado a otro.

Muy alterado Theo arrojó la brújula a lo lejos.

Comenzó a caminar por la isla observando todo atentamente o eso intentaba ya que la neblina se había vuelto muy densa y no se veía casi nada.

No había rastro de alguien por ningún lado, menos de su tripulación.

Estaba desesperado, pero un ruido hizo que se sobresaltara más.

Con firmeza caminó hacia donde provenía el sonido.

Quedó pasmado al ver a una hermosa mujer, la neblina solo dejaba ver su rostro y parte de su pecho que estaba descubierto.

Ver eso hizo que su rostro se sonrojara.

Ella le sonrió.

Sin dudarlo él se acercó a ella, pero se detuvo en seco cuando notó que esta de la cintura para abajo tenía una cola de pez.

—¡¿Qué demonios?! ¿Una sirena?— exclamó.

Ella lo miró con sus ojos claros penetrantes, los cuales se volvieron totalmente negros.

Theo entró en pánico, quiso salir corriendo pero no pudo.

La sirena comenzó a cantar una hermosa melodía.

En ese momento sus piernas se paralizaron y sus oídos comenzaron a dolerle y sangrarle mucho...

Cayó de cuclillas en la arena gritando de dolor...

Lentamente la sirena se acercó a él y lo arrastró hacia ella.

Theo intentó resistirse pero no podía.

Ella lo abrazó fuerte y lo besó, después comenzó a acariciarlo.

Theo ya no pudo más y se entregó a sus encantos…

Al día siguiente el sol brillaba intensamente sobre el mar.

Unos piratas buscaban arduamente en el lugar donde había ocurrido el naufragio.

Ver el navío destrozado ya había sido demasiado, pero el horror fue peor cuando no muy lejos de allí encontraron el cuerpo de Theo flotando en la marea...

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