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CH - 6. Esperanza y desesperanza

Me encuentro en la casa de Martha, ya casi vacía, solo le queda el refrigerador, algunos cuadros y dos colchones. Este es un quinto piso, la entrada es muy bonita, la recepción tiene muebles muy acogedores y una decoración algo anticuada, el ascensor es un poco lento pero es muy amplio y la entrada a casa me parece familiar.

Vengo de una familia de cinco hermanos, ninguno de los cinco es cercano. Mis dos hermanos mayores son gemelos, luego sigo yo, mi hermana y un hermano de seis años producto de un reciente matrimonio de mi madre.

Nuestro padre se fue cuando éramos pequeños tras una crisis económica. Luego mi madre hizo lo que pudo para cuidar de cuatro niños. Crecimos en un ambiente donde mi madre nos crió como personas totalmente independientes, al mis hermanos mayores cumplir quince años se fueron a estudiar a otro estado con ayuda del gobierno y nunca más regresaron, lo último que supe hace años es que tienen trabajos estables y de que soy tía y ni siquiera conozco a mis sobrinos pero no los culpo, nunca fuimos cercanos y mi madre solo nos criaba como podía, siempre quejándose de mi padre, haciendo horas extras limpiando para una empresa y quejándose de la inflación cada día.

Cuando mis hermanos se fueron mi madre estuvo melancólica por un tiempo pero reconocía que ahora iba menos cargada. Por lo que pudo enfocarse más en mí y mi hermana.

Al empezar mis estudios con ayuda de mi madre y su nuevo esposo hasta la actualidad, pude encontrar mi trabajo reciente y luego de unos meses ya debía costear todo mis gastos yo misma. Luego de que mi madre se casó se mudó de nuestra antigua casa, pero esa una entrada similar a la de esta, una puerta de madera algo ancha, con una sala pequeña al igual que las habitaciones.

No veo a mi madre desde año nuevo, pero a veces le llamo o le pongo un mensaje, aunque al final ella misma sabe que todos sus hijos somos distantes, excepto por el pequeño el cual viene con una crianza totalmente distinta, ahora ella se encarga de estar ¨saludable¨ para darle una mejor vida, quiere enseñarle a este niño todo lo que no pudo enseñarnos a nosotros y de seguro que lo está haciendo bien, aunque eso a veces me cause un poco de indiferencia.

Realmente la casa de Martha deja mucho que desear, es más pequeña que la actual pero honestamente es para mí sola, y viéndolo desde ese punto que tenga dos habitaciones ya es mucho.

Las ventanas son enormes por lo que la claridad del sol entra por todas partes y tengo vista a un jardín en la terraza del edificio de al lado.

Comparado a mi piso actual este tiene menos lujos y menos espacios pero por los recuerdos que me han traído siento que puede ser un buen hogar, luego de todo solo se encuentra a cinco minutos de la ciudad.

– Me alegro que te haya gustado, lo malo es que hay varias personas interesadas en la casa. Le he dado buena referencia a los dueños de ti pero es bueno que esperes a conocerlos, vienen más tarde a ver la casa. –comenta Martha un poco ajetreada empacando las cosas y hablando con los señores que le están ayudando con la mudanza para que saquen el refrigerador.

– Está bien, gracias por la recomendación. Vamos a esperar a ver que me dicen –respondo esperanzada.

Martha esperó conmigo para presentarme, los dueños parecen amables, hablaron de la remodelación del piso y que no era mucho lo que iban a cambiar que lo que veo es lo que hay, que solo iban a cambiar la llave del lavamanos y la manguera del baño y algunos bombillos que ya se habían quemado.

Al final me han dicho que le dejara mi número y me hicieron preguntas como; en donde trabajo, que puesto ocupo en la compañía y cuánto tiempo llevo dentro de la misma.

Me informaron que se iban a comunicar conmigo para que les facilitara algunos documentos para la realización del contrato pero que le diera un plazo de tres semanas ya que ellos mismos tenían personas a quien presentarles el piso, que básicamente ya los dueños se lo habían prometido a otras personas.

Al final me he despedido de Martha la cual casi entre dientes para que los dueños no escucharan me ha dicho que lo sentía y que no sabía. Yo realmente le he dicho que no se preocupara y empecé el camino a casa algo desalentada.

Al llegar he cogido guineos casi descompuestos, los he echado a la licuadora y he terminado haciendo panqueques de guineos con sirope. Una vez hechos, fui al mueble y me los comí todo en el tercer bocado acompañados de agua con limón.

Escucho el ruido del viento el cual entra de manera descontrolada por la ventana, no me preocupo ya que no tengo decoraciones que se puedan caer. Mientras la brisa sigue soplando pienso en que hoy he tomado el día libre solo para resolver el tema de la mudanza pensando en que tendría una respuesta inmediata pero no me queda de otra que esperar y seguir alerta por si se desocupa algo más cerca de donde vivo.

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