EvelynHace más de tres semanas que salí de Berlín burlando a Ben, no quería que nadie supiera dónde encontrarme, necesitaba un tiempo a solas, sin llamadas ni mensajes, sin tener que escuchar que regresara o que todo iba a estar bien. Cada siete días, envío una carta sin remitente a casa de Sebastian diciéndole cómo estoy y lo mucho que los extraño a todos, sería cruel de mi parte no hacerle saber nada de mí.¿Voy a volver? No lo sé, no soy la misma Evelyn que se fue, me he convertido en una persona que apenas reconozco. Me siento enojada todo el tiempo, nada me satisface, soy como un cuerpo sin alma, como un cascarón vacío. El único momento en el que el dolor se va, y los pensamientos que me agobian se sumergen en el fondo de mi mente, es cuando contamino mi cuerpo con ese peligroso y dañino veneno, al que cada vez soy más adicta. Mis hermanos se decepcionarían de mí si lo supieran. Es mejor estar lejos, no quiero que vean en lo que me convertí, no deseo que sientan lástima por la p
EvelynEvelynNo tengo idea de lo que pasó entre ese hombre y yo en aquella habitación, solo recuerdo escuchar la voz de Nathan diciéndome que todo estaría bien, que estaba conmigo. Llegué a pensar que había alucinado, todo era muy confuso, me sentía aletargada y débil. Pero fue real, Nathan sí estuvo ahí. No sé cómo supo dónde encontrarme, solo sé que si no hubiera aparecido, estaría muerta.La doctora que me atendió me dijo que tuve una sobredosis por heroína, que los paramédicos llegaron justo a tiempo para evitar un desenlace fatal. Yo estaba en shock, no podía creer lo que me había pasado. Fui descuidada, puse mi vida en peligro. Solo podía pensar en el dolor que hubieran sentido mis hermanos y todos los que me aman de haber fallecido.Ella me preguntó si recordaba haberme inyectado la heroína, le dije que no; también quiso saber si consumía alguna otra droga, de nuevo respondí de forma negativa, no quería que algo como eso apareciera en mi historial médico. Además, no había cons
Evelyn—Ya se han ido, el vehículo no tenía placa, no hay manera de saber a dónde se lo han llevado —responde Sebastian en tono estoico, sin ninguna intención de seguirlos.—Sé que estás disgustado con Nathan, yo también, pero tenemos que hacer algo para ayudarlo. Estoy viva porque él me encontró.—No habrías estado en peligro de no ser por él —replica exasperado.—No puedo quedarme sin hacer nada, tengo que ayudarlo, tengo que… —El llanto impide que termine mi oración, no quiero que Nathan muera, no podría soportarlo. No importa que estemos separados o lo mucho que me ha dolido lo que hizo, no quiero que le suceda nada malo.—Tranquila, Eve, yo te ayudaré —asegura Simon, apoyando sus manos en mis hombros con un gesto cariñoso.—Gracias, gracias. ¿Qué podemos hacer?, ¿llamamos a la policía?—No, tenemos que actuar por nuestra cuenta. Nathan le dijo a Mare que un tal Sergei lo puso en contacto con las personas que te encontraron. ¿Sabes quién es?—No, pero Luka puede saber algo. Tengo
Nathan Filipo Rizzo llega acompañado de cuatro escoltas, altos y corpulentos, que exudan peligro por los poros. Se quedan detrás de él mientras su jefe se acerca a mí, observándome con escrutinio y desprecio; sus ojos son oscuros y siniestros, y su mirada fulminante. Imaginé a un hombre mayor, regordete y de baja estatura. Filipo es todo lo contrario, debe rondar los cincuenta y tantos años, su complexión es delgada y su estatura supera el promedio. Usa un traje gris oscuro de diseñador, hecho a la medida; no lleva corbata y dos de los botones de su camisa blanca están desabrochados, dándole un aspecto informal. —Nathan Müller —sisea con acritud, deteniéndose a un metro de mí—. No estaba seguro de lo que iba a hacer contigo hasta que vi una fotografía tuya de cuando eras más joven. ¡Qué pequeño es el maldito mundo! —expresa con el rostro contorsionado de furia—. Pensé que era una jodida coincidencia, pero luego comprobé que mis sospechas eran ciertas, que di en el puto clavo. —¿De
EvelynEvelynHace diez minutos, Sebastian y Simon salieron del hotel con destino al lugar donde tienen a Nathan, donde se reunirían con un equipo táctico que se haría cargo de su rescate. El contacto de Sergei llamó para avisar que dieron con su ubicación gracias a una llamada anónima que hicieron a la policía, y que puso en alerta a todas las agencias internacionales contra el crimen organizado que buscaba a Filipo Rizzo. Aunque insistí con que me dejaran ir con ellos, los dos se negaron de forma rotunda, pensaron que era demasiado peligroso.No sé con qué se pueden encontrar, ese hombre es peligroso y no dudará en defenderse si se ve amenazado. Ruego que ninguno salga lastimado, que recuperen a Nathan y esta pesadilla termine.Me muevo de un lado al otro a través de la habitación sin poder estar quieta. Necesito mi veneno, un par de pastillas que me ayuden a calmarme. Nunca lo deseé tanto como ahora. Estoy echa un desastre, al borde de la desesperación.—Eve, cálmate. Toda esa angu
EvelynA pesar de que la intervención de Nathan fue exitosa, el médico recomendó que se le indujera en un estado de coma que le permitiera recuperarse mejor. Hoy lo trasladarán a la unidad de cuidados intermedios, después de pasar tres días en la unidad de cuidados intensivos. Al fin me dejarán verlo. Siento que he esperado una eternidad.Collette y Anette llegaron hace dos días, las dos estaban tan angustiadas que no supe qué decirles cuando las vi. Todo lo que hice fue llorar. Han sido días difíciles, llenos de tensión y zozobra. Ellas no saben toda la versión de la historia, les conté solo lo necesario. Les hablé de Filipo Rizzo, el responsable del estado de salud de Nathan, y de cómo terminó abatido por el fuego cruzado que él mismo inició.—¡Oh, Dios mío! —pronuncio impresionada cuando veo a Nathan. Aunque la enfermera me advirtió de su apariencia, se quedó muy corta con su descripción. Su rostro está tan golpeado que apenas distingo que es él. No tenía idea de cuánto lo habían l
NathanNathanSu voz se oye como un eco lejano, pero sé que es ella, es Evelyn. No podría confundirla con nadie más, la llevo grabada en mi alma. Me dice que regrese, que me ama, que me perdona. Llora. Sus lágrimas caen sobre mí como una lluvia. Por más que quiero consolarla, decirle que no llore, que también la amo, las palabras no me salen. Mis párpados se sienten pesados, como puertas blindadas, al igual que el resto de mi cuerpo. Estoy atrapado dentro de mí, sin poder moverme o decir algo.Me esfuerzo por pronunciar su nombre, lo intento una y otra vez hasta que la letra “E” se escapa de mis labios con un susurro áspero.—¿Nathan? ¿Nathan, has dicho algo? —pregunta Evelyn tocándome la cara, con voz llorosa y sorprendida.—E… E… Eve… —pronuncio con dificultad, sintiendo la garganta seca y dolorida. Todo es tan confuso y extraño. Mis extremidades cosquillean, como electricidad corriendo debajo de mi piel.—¡Oh, Dios mío! ¡Has despertado! ¡Lo has hecho! —proclama a viva voz, riendo y
NathanNathan Evelyn y yo estamos en la sala de espera del consultorio de su ginecóloga, pidió una cita para realizarse una ecografía y saber así si está o no embarazada. Los dos nos sentimos nerviosos y ansiosos, es una situación difícil en más de un sentido. Apenas pude pegar un ojo anoche pensando en cómo será nuestra relación si ella está esperando un hijo de Giancarlo. Es un tema sensible para los dos.Tengo suficientes razones para odiar a Giancarlo, drogó y llevó a Evelyn al borde de la muerte, además, es posible que se haya aprovechado de su estado de vulnerabilidad para tener relaciones con ella. Que él sea mi hijo complica todo aún más. No lo conozco, no fui parte de su vida, mas lleva mi sangre, vino de mí, existe por mí y no es algo que pueda ignorar.No había considerado tener hijos hasta que conocí a Evelyn. Siempre fui muy cuidadoso cuando mantenía relaciones con cualquier mujer, era consciente de que los preservativos no eran 100% confiables. No lo sabía cuando estuve