NathanMaldije en mi interior mientras las puertas del ascensor se cerraban con Evelyn dentro.—¿Quién era ella? —preguntó Ida parándose delante de mí, tenía el ceño fruncido y una mirada afilada.—Es personal —respondí taciturno, no le debía ninguna explicación—. Tengo que irme, lo siento —añadí, caminando hacia la salida. Ella me siguió preguntándome qué había pasado, quería saber la razón por la que me iba así.—¿Es por esa mujer? —gritó cuando estaba por salir.Me detuve y la enfrenté.—No es tu maldito asunto, Ida. Conoces las reglas del club. ¡Y mis jodidas reglas también! Dije que tengo que irme.Terminé de salir del edificio y me subí al auto. Arranqué el motor y le di una vuelta a la manzana, quería asegurarme de que Ida subiera a su apartamento antes de volver por Evelyn. Necesitaba encontrarla y hablar con ella.Me detuve unas cuadras antes del edificio y golpeé el volante con furia. Estaba enojado como nunca en mi vida. Lo menos que quería hacer era lastimar a Evelyn. Por
NathanNunca estuve tan excitado en toda mi vida, la deseaba con desesperación. Sentía que moría cada vez que la tocaba. Con cada caricia suya, revivía. La sensación era abrumadora, como un choque de trenes que viajaban a toda velocidad. Perdí la cuenta de las mujeres a las que besé. Y ninguna se comparaba a ella. Sentía su calor, el deseo que cobraba cada vez más fuerza. Era recíproco. Evelyn me deseaba de la misma manera que yo a ella. Aquel beso estaba cargado de lujuria pura y absoluta.¿Cuánto más podré resistir antes de desnudarla y hacerla mía de una vez por todas? —Te anhelo tanto, Evelyn. Estaré condenado si no me aceptas —emití con una exhalación. No soportaba la idea de alejarme de ella después de haberla tenido entre mis brazos, sintiendo sus caricias y su pasión por mí. Que me correspondiera de la manera que lo hizo fue inesperado. La última vez que intenté besarla, resultó en un jodido desastre, por lo que no tenía grandes expectativas.Evelyn entendió que el momento de
NathanMis sentimientos por Evelyn se hacían más profundos cada día, quería estar a su lado todo el tiempo. No me hubiera separado nunca de ella de no ser por todas las responsabilidades que tenía y que no podía abandonar. La extrañaba como un loco, y ella a mí, me lo decía siempre que hablábamos y en cada mensaje de buenas noches que compartíamos, cuando la distancia nos separaba.En nuestro primer mes de relación, y a pesar de que pasamos más tiempo separados que juntos, tomamos ese tiempo para conocernos. Salimos en citas en las que hablábamos de todo, de nosotros, de nuestra familia, de nuestros gustos, sueños y deseos. Uno de los momentos más difíciles, cuando le conté parte de mi historia, fue tener que omitir que tuve un hermano y todo lo relacionado con él.El sentimiento de culpa aparecía en los momentos menos oportunos, atormentándome. Y los celos se apoderaban de mí y nublaban mi juicio más veces de las que hubiera esperado. Me mantenía en una batalla interior constante. Ha
NathanEra muy pronto para decirle que la amaba. Era muy pronto para que ella sintiera lo mismo por mí. Lo tuve claro desde que lo nuestro inició. Y, aunque siempre había logrado mantenerlo fuera de mi mente cuando compartíamos un momento íntimo, esa noche, no pude ignorarlo. Era su primero después de él, del hombre que amaba y que perdió. Yo podía complacerla como un puto dios, sí, pero su corazón pertenecía a otro. —Nunca… Nadie… Más —pronuncié entre embestidas. La sostenía de las caderas y la penetraba a mi antojo, sabiendo que estaba siendo bueno para ella, aunque sin la certeza de cuán bueno.Joder, Nathan. Saca esa mierda de tu cabeza. Estaba siendo ridículamente inseguro. Había tenido sexo muchas veces y nunca recibí una puta queja. Pero aquello era distinto, no se trataba de solo sexo, era un acto de pasión y amor.Evelyn alzó la pelvis permitiendo que llegara aún más hondo, empujándome cerca del límite. La sensación fue indescriptible. Esa pequeña mujer me tenía a su total
NathanNos despedimos y Evelyn se bajó del auto. Reinicié la marcha y conduje al cementerio. No fue algo planeado, solo sentí la necesidad de ir. Había pasado un año sin visitar la tumba de Eliah. Al reconocer mis sentimientos por Evelyn, no supe cómo manejar la culpa, fue más fácil alejarme. Luego de enterarme que ella esperaba un hijo de mi hermano, creí que era necesario volver y hablarle. Sabía que no podía escucharme, pero ese era el único lugar que me conectaba con él.—No sé cómo empezar —murmuré de pie frente a su tumba. Los crisantemos del arreglo floral dentro del jarrón comenzaban a marchitarse. Había dispuesto que, una vez a la semana, colocaran un arreglo nuevo en su tumba con esas flores. No sabía si Evelyn aún lo visitaba, había dejado de seguirla hacía mucho tiempo, y tampoco tenía idea de si Herman y su esposa lo hacían, no supe más de ellos desde el entierro—. Hoy me enteré de que esperaban un bebé. Mi sobrino. —Tragué el nudo en mi garganta antes de continuar—. Habr
NathanPasé toda la tarde inquieto y ansioso, Evelyn me había escrito en la mañana diciendo que iría a su apartamento por unas cosas. Y aunque le aseguré que yo podía buscar lo que necesitara, insistió con ir ella. La llamé un segundo después, conociéndola, ya estaría por salir o en camino.—Luka te llevará, dame un minuto para pedirle que te recoja —pronuncié apenas contestó.—No necesito un guardaespaldas, te lo dije antes —refunfuñó con tono de fastidio. Habíamos discutido por el mismo asunto cuando le comenté que había contratado a Luka para su protección. A ella nunca le había gustado tener guardaespaldas o choferes, jamás se lo aceptó a sus hermanos porque no quería ser «controlada». Y no era lo que intentaba, ¡joder!, yo solo quería mantenerla a salvo.—Por favor, Evelyn. Ve con Luka o no podré trabajar pensando en que algo pueda pasarte —insistí, esperando convencerla. Evelyn podía ser testaruda, mas no insensata.—Bueno, pero volveremos a hablar de esto —replicó con el mismo
NathanHabía llegado a la salida e intentaba abrir la puerta con Evelyn en mis brazos cuando la escuché decir con determinación que hablaría con sus hermanos. Entonces la dejé ir, jamás haría algo en contra de su voluntad.—Es tu jodida culpa, pasó porque ella fue a buscarte a ti —señaló Sebastian, apuntando en mi dirección, cuando Evelyn les contó lo que había sucedido. Y no pude refutarlo, tenía razón.—¡No peleen! Ya pasó, estoy bien. Solo quiero irme, le dije a Nathan que me llevara a casa y es lo que intentaba —expuso ella en tono conciliador.—Lamento mucho que esto pasara, hablaré con David para que se asegure de que ese imbécil no ponga otro pie aquí —sostuvo Sebastian decidido.—Y yo iré a darle su merecido al maldito —añadió Simon antes de dar media vuelta y alejarse con las manos empuñadas. America lo siguió; detrás, se fue Sebastian.—Ve, no dejes que hagan ninguna tontería. —Le pidió Evelyn a Keira.—Vamos, te sacaré de aquí. —Tomé su mano con suavidad y ella se zafó de m
NathanNo pasó mucho antes de que las primeras notas de la marcha nupcial se escucharan, consiguiendo que mi corazón enloqueciera. ¡Realmente estaba pasando! ¡Evelyn sería mi esposa y dedicaría cada día de mi vida a ella! No necesitaba más en el mundo para ser feliz. No importaba cuántas batallas tuviera que librar para estar a su lado, cada una valdría la pena.Cuando la vi caminando hacia mí, el tiempo pareció ralentizarse, como si todo transcurriera en cámara lenta. Lucía hermosa, radiante, como un ángel. La amaba con locura y sin medida, la amaba con cada parte de mi ser, con cada respiro. No imaginaba la vida sin ella. Se convirtió en el centro de mi existencia, lo era todo para mí.La miraba enajenado, perdido en su hermosura y en la candidez de sus ojos ámbar. Ella era el sol y yo orbitaba a su alrededor. No había nadie en el mundo que amara más que a esa pequeña y preciosa mujer que se adueñó de mi vida entera.—Cuídala —pronunciaron Sebastian y Simon a una voz cuando entregar