Barbra. Al abrir la puerta soy recibida por Nutella, quien algo inquieta camina de aquí para allá alegre por mi presencia. No tenemos mucho tiempo juntas y ya somos inseparables. Realmente es el mejor regalo que he recibido, aparte de la sudadera tejida que mi madre me envió desde Alaska. —Te traje nuevamente tus galletitas de hueso —expreso, y al ponerme en cuclillas la sujeto y acurrucándola entre mis brazos me levanto nuevamente, mientras con ayuda de mis propios pies me quito los zapatos y después me dirijo en dirección a mi típico y cómodo sofá—. Veamos algo, Nutella, para no aburrirnos. Tomo el control remoto y cambio a varios canales, en busca de algo entretenido que ver. Y después de tanto cambiar y cambiar me detengo en FootNetwork. Y en silencio observo las técnicas de la chef. Pero al ver tanta comida deliciosa y mirar que mi reloj marca la hora de cenar. Tomo mi teléfono y decido pedir una exquisita hamburguesa de cerdo, carne, pollo y lo demás incluido. Así que me li
Barbra.En cuanto llego a la parte de arriba me detengo y observo las otras dos escaleras que conducen al tercer piso. En medio de ellas hay dos gigantes puertas doradas que están cerradas. A mi derecha hay un pasillo largo con hileras puertas dobles de vidrio y transparente a ambos lados. También lámparas del mismo modelo y en ese tono de luz. Ha si mismo como en mi lado izquierdo. El piso de esta zona es negro, casi que de espejo. Hay una que otra pareja recostadas de las paredes, hablando, besándose, y claramente se puede ver como hay una mujer y un hombre, justo en pasillo derecho. Visualizo como la chica de vestido levantado color negro con lentejuelas, que esta recostada de la pared color vino. Está de piernas abiertas y enredadas a la cintura del hombre con traje que la sostiene de sus nalgas y mientras la besa, al mismo tiempo se impulsa dentro de ella. Sus gemidos o jadeos no se escuchan gracias a la canción que retumba en el lugar. Para no interrumpir me dirijo al pasillo i
Barbra.No me niego. También deseo sus labios, así de esa forma como él está besando los míos. Elevando mis dos manos sujeto su nuca, para besarlo al mismo ritmo. Ladeando mi cabeza hacia la derecha, arremeto con sus suaves y húmedos labios, mientras sus manos viajan a mi cintura y con suavidad me estrecha contra su cuerpo. Ahora envueltos en un beso intenso y hambriento en el cual los dos tratamos de alguna manera tomar el control. Volviéndose posesivo y ardiente. Un beso deseoso el cual ambos necesitamos para desatar estas ganas inmensas que tienen nuestros cuerpos de probarse una vez más. De saciar esa sed. Su mano de inmediato sube por debajo de mi vestido y yo dirijo las mías hasta los botones de su camisa, para comenzar a desabrocharlos con agilidad. Sin que nuestros labios se alejen. Sintiendo como sus manos se apoderan de mis nalgas las aprieta con firmeza, pegándome a su erección que ya siento como crece. Esta vez nuestros labios se mueven con calma y pequeñas pausas. Rec
Barbra.Hace lo que le pido. Comienza a dar estocadas rudas en mi interior, bombardeándome con salvajismo, haciéndome cerrar los ojos. —¡Ah… ah, así! —digo y cierro los ojos al sentir cada entrada y salida. Su impacto contra mi pelvis ocasiona que mis jadeos salgan sin parar y mis gemidos fuertes en esa habitación salgan libremente. Su respiración acelerada y sus ronroneos suaves de total disfrute, se escuchan realmente espectaculares. Y cuando creí que era todo, me penetra con más intensidad y rudeza. —¡Ah...! —abro mis ojos y levanto mi rostro para mirarlo nuevamente con los labios entreabiertos y arrugando mis cejas —. ¡Travis! —grito para después dejar caer mi cabeza hacia atrás sobre la cama. Volviéndome loca. No negare que este ser humano llamado hombre coge como los putos Dioses. Y eso hace. Me esta follando duro y sin piedad. El sonido de nuestras pieles al impactar hace una melodía fuerte en el lugar. Su miembro toca lugares dentro de mi que me hacen ir a otra dim
Barbra. Mirándome al espejo con él ceño fruncido y la frente sudada. Trato de subirme mi pantalón negro del trabajo. Así que haciendo un movimientos de cintura suave de un lado a otro, logro subirlo con dificultad; y después abrocho el botón también con algo de inconveniente. Me observo en el espejo con los ojos aguados. No es drama. Siento una impotencia dentro de mi por ser así. A veces me gustaría ser como esas modelos hambrientas. Bueno, no tan hambrientas, pero así como las de Victoria Secret's. Tipo las hermosas rubias Barbara Palvin o Cara De levigne, que comen y no les engordan casi nada, aún teniendo dietas. Hay personas así. Pero no. Barbra Isabella Evans heredó el exagerado culo de su madre. Es mi problema. Cuando engordo, lo único que se esponja en mi es mi CULO. Razón de bajo autoestima en mi desde que tengo conciencia. Era difícil usar vestidos cortos, ya que se levantaban y al momento de comprar vaqueros también era un problema al subirlos. Hubo un tiempo en mi ado
Barbra.En cuanto entramos a la oficina impregnada de ambos perfumes caros que pertenecen a Jon y a Travis. Diviso al señor tomate frente a nosotros sentado sobre su cómodo y elegante sillón del escritorio. Jon no se molestó en entrar, así que simplemente nos encontramos nosotros tres. Travis con la mandíbula endurecida me observa a mi y a Ricardo. —¡¿Están locos, ustedes dos?! —refiere en un tono de reclamo—. Barbra, te di la oportunidad de ganarte el puesto que ahora posees y te encuentro... allí —levanta su mano para señalar a Ricardo y lanzarle una mirada de arriba abajo—, con este hombre... —lo interrumpo. —Se llama Ricardo y no es nadie extraño, es mi mejor y amigo íntimo —aclaro tranquilamente. —¡Oh, si. Ya veo lo íntimos que son! —suelta con molestia, esta vez con los ojos puestos sobre Ric nuevamente. —Con su permiso, señor. Mi compañera y yo no estábamos haciendo lo que usted creer. Travis soltando una risita irritante se recuesta del respaldo del sillón. —¡Por los ci
Ric y yo siempre frecuentamos este centro comercial y ya tenemos una mesa en específico que nos gusta, y que en frente tiene una linda vista a una pecera con un hermoso arcoíris de peces. En cuánto llego veo mi bolso sobre la mesa—es lo que usamos para dar a entender que está ocupada—, tomo asiento y veo a Ric de espaldas a mi entre el gentío que paga y pide sus respectivas pizzas. Mientras espero impaciente, reviso mi teléfono y reviso el SMS de mi cita confirmado que ira por mi a las 21h para la fulana celebración. La verdad no quería ir sola, ya que no conozco a nadie allí. Sólo a Jon, Travis. Betty no cuenta porque es una perra estúpida y mi ex, con quién al final también iré. En cuanto Ric llega con un plato que contiene dos trozos de Pizza de inmediato guardo mi teléfono y lo miro con una pequeña sonrisa. —Se ve y huele exquisito —sobo mis manos. Ricardo deja el plato en su lugar y me mira con una sonrisita. —Si… —mira los trozos con ojos brillantes—Tengo un hambre, amiga
Barbra. Con una simple excusa, dejo a los de la mesa, para después dirigirme al auto de quien estoy ya consiente que se va volver mi maldita perdición. No sé en que me estoy metiendo, pero en estos casos, no pienso en otra cosa más que dejarme llevar y disfrutar. Luego me tocará llorar por el golpe que quizás me vaya dar. Es raro salir ilesa de los errores. Y quizás este sea uno. Una hora después nos encontramos en un sitio de la ciudad. Con suavidad me recuesta de la pared del elevador, mientras nuestros labios bailan al son de lentos movimientos, saboreándolos con gusto. Sujeta mis mejillas y yo me aferro los bordes de su chaleco, atrayéndolo hacia mi, mientras profundizo ese beso. Cuando el ascensor se detiene abre sus puertas. Aún sin despegar nuestros labios salimos, pero en cuanto las luces del lugar se encienden, me alejo de ellos y abro mis ojos para mirar la linda sala con sofás de cuero, piso color gris oscuro, y cortinas altas que cubren lo que me imagino es una ventana