Travis. Sobre los árboles se escuchan los pájaros cantar. Apenas y se está despertando el Sol. Todos los días a las 05h me levanto para hacer mi rutina diaria de ejercicio. Primero comienzo con una caminata y luego un trote. Después una hora en el gimnasio privado de la casa. Pero el día de hoy no habrá gimnasio. En la casa hay un buen terreno para salir y hacer ejercicio. Ya que hay un bosque privado el cual se compró con la villa. Hago todo temprano. Ya que mi trabajo comienza desde que sale el Sol. Si. Quizás debería ser como esos hombres los cuales por ser los dueños llegan tarde. Pero no. Mi padre me enseñó hacer todo desde muy temprano. Ser puntual y responsable. Aún así, mayormente termino de trabajar a altas horas de la noche. Y llego tarde a casa. De camino a la villa, puedo ver como ya el Sol ha salido a brillar por completo. Veo la gigante casa elevada de tres pisos y con paredes en color blanco. Sobresalen los balcones y las ventanas rectangulares altas con vidrios que
Travis. Betty con expresión seria voltea a mirarme. —Está bien. Debo irme —expresa elevándose de su asiento. —Nos vemos, luego. —refiero mirándola. Hace una afirmación —Por supuesto, jefe. Betty sin perder tiempo se retira de la oficina. —Hablaré con uno de los chicos para que tengan listo el almuerzo. Vere que menú nos tiene Barbra —Jon se levanta de su asiento, mientras me observa. —Hablando de Barbra. Dile que venga. —Copiado ¿Comerás aquí? Niego, mirándolo. —Bien. Jon se va de la oficina y mientras espero que Barbra llegue, le envió un mensaje a Nora. Norita. —Norita, Creo que el anillo se me perdió. No pasaron tantos minutos cuando responde. —¡Te voy a cortar la verga, Travis! ¿Como que se te perdió? —No se me perdió como tal. No recuerdo su paradero. Un minuto después. —Soluciónalo antes que llegues a casa. Mi padre se da cuenta de todo. —Entendido. ¿Dónde carajos conseguiré uno, y a esta hora? Guardo el teléfono cuando escucho unos pasos tranquilos detrás d
Barbra.La música en el lugar suena en un volumen adecuado y todos disfrutan de la celebración de compromiso de Naomi. Y yo solo estoy enfocada en el chico que se encuentra limpiando mi vestido a causa del vino que sin querer echó encima. Bueno ya estoy completamente convencida que se manchó. —No te esfuerces tanto. Es de seda, Iam —bajo la mirada a la zona afectada —. Creo que ya se manchó —elevo la vista hasta sus ojos cafés, quienes ya me miran. —Realmente lo siento, Barbra —comenta, apenado y aun sosteniendo el pañito que tiene rastros de ese tono vino. —No te preocupes, un accidente le pasa a cualquiera, Iam —refiero con una pequeña sonrisa en mis labios. Traga con suavidad y desliza una sonrisita. La cual hace que me pierda en ella. Se le nota tan de cerca que lo que tenía de niño bueno, se desapareció. —Y dime ¿Cómo has estado? —inquiere, mientras vierte otro poco de vino en la copa, para después dejar la botella sobre la mesa y en donde están las demás que aún no se han
Nora. A través de la pared de vidrio, veo el maniquí que usa un hermoso minivestido en forma de corazón. Su fondo es blanco sus flores son de color rojo, algo parecidas a las amapolas. Es hermoso. Aunque mi día no lo esté pasando de esa manera. Salir con mi madre significa, conversaciones aburridas, temas de matrimonio, las hijas de sus amigas y otras cosas más, nada interesantes. Los días en los cuales mis padres vienen, no puedo ir a donde realmente vivo. Es algo incómodo, no por la casa. Sino por ellos y lo adaptada que estoy de vivir con Preston. Mi madre y mi padre no se quedan en un hotel, sino en la villa con Travis y conmigo. Así que en esos días Travis debe por lo menos amanecer en casa. Lo conozco y sé que en sus andanzas llega extremadamente tarde. Pero yo no le digo nada, ya él sabe. O bueno, ya los dos sabemos lo que debemos hacer. —Nora, querida —escucho la voz de mi madre detrás de mi. Giro sobre mi eje y la miro. —¿Necesitas algo, mamá? —inquiero mirándola con s
Barbra. Los fines de semana son algo estresantes en el restaurante. Vienen muchas personas, y son más activos que los días de semana. En si todos los días, pero los sábados y domingos son peores, Y eso indica mucho trabajo. Mi ventaja de ya haber pasado la prueba y ser la nueva Chef, es que Amy—quien está haciendo las pasantías—, se queda a cargo en las noches, pero con mis reglas. La chica lo hace bien, así que cuento con ella. Además, sabe que, si hace algo mal, esta consiente que su jefe superior la pondrá de patitas a la calle. —Son dos tipos de quesos, Ric —le comunico, mientras me detengo a su lado con una bandeja pequeña de jamón de pierna. Ricardo voltea a mirarme y asiente una vez. Dejo las dos bandejas sobre la el mesón y sin perder tiempo comienzo armar la pizza. Salsa especialmente traída desde Italia, queso de cuatro tipos, jamón, champiñón, granos de maíz, pimentón y otras cosas más. —Señorita, Barbra —escucho que dicen detrás de mi. Termino de colocar unas lonjas
Barbra.En cuanto se detiene bajo y con mis manos ocupadas me adentro al edificio. Pero al entrar veo como un hermoso perro color chocolate y peludo me recibe. Me quedo estática en mi lugar al ver como el pequeño perro mueve su cola y después se sienta soltando un gemido y luego ladea su cabeza mirándome con ternura. Arrugo mis cejas, preguntándome quien lo trajo. Pero suavizo mi rostro al recordar que el único que tiene acceso a mi apartamento es Ricardo. —¡Ay! Que cosa más linda —me pongo en cuclillas y dejo el arreglo de rosas sobre el piso al igual que la caja donde se encuentra el pedazo de pastel. Agarro al lindo perro y me elevo cargándolo entre mis brazos. El animal de inmediato comienza a lamer mi mentón, mientras hundo mi rostro entre su pelaje suave. —¡Eres hermoso...! —con suavidad acaricio su cabecita. Me pongo en cuclillas y agarro el pedazo de pastel para después dirigirme a mi cómodo sofá y tomar asiento. —¿Tienes hambre? —abro la caja y agarro un trocito de past
Barbra.Mirándolo me aproximo a sus labios para besarlo, pero se aleja. —Nos vemos adentro —dice bajando del auto. Cierro mis piernas de inmediato. Quedando completamente encendida. Dios, dame fuerzas para no ser yo quien lo agarre del cuello y lo obligue a follarme como debe ser. Un rato después de ver a él causante de convertirme en una bola de fuego viviente, encaminarse tranquilamente en dirección al edificio. Acomodo mi vestido y agarro mi bolso. Al bajar ya el chofer se encuentra fuera con las otras cosas que traigo conmigo. —Tenga señorita —dice él hombre extendiendo la bolsa de comida. Las sostengo. —Gracias. Me giro y me voy en dirección al edificio. Al adentrarme de inmediato subo al ascensor que en minutos me deja en el piso del apartamento. La puerta se encuentra entreabierta, así que entro en el lugar y veo que Travis va camino al salón mientras se quita su chaleco tranquilamente. Es inevitable no sentir molestia por lo que acaba de hacer y después se va como si
Travis. Miro a través de la pared de vidrio. La ciudad de Boston, y el sin fin de edificios que nos rodean. Con ventanales de espejos, estructuras elegantes y hasta las más simples. En silencio escucho la disputa que hay detrás de mi. —¡Es mi hijo, debes dejar que yo también comparta con él! —reclama mi padre irado. —¡Ahora si es tú hijo, Taylor! —replica Pamela de inmediato—. ¡Después de no querer darle el apellido, porque creíste que no era tuyo! — le recuerda con sus ojos puestos sobre mi padre. Suelto un suspiro cansado y deslizo mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón. Dándome cuenta que no me gustaría que ocurriera esto conmigo si algún día llego a Casarme. Realmente es una tortura. Mi padre perdió a una buena mujer y la cual lo amaba, por una aventura. Nunca hay que perder algo estable, a causa de lo inestable. Hacer eso es un grandísimo error. Es normal en los hombres que sean tentados por otras mujeres que no sean sus esposas, pero Joder, realmente me gustar