Son en estos casos en los que habría de pensarse aunque fuera por un rato, si en realidad se quisiera hacer o buscar un reencuentro con los verdaderos valores morales de una sociedad, donde la familia no viva con el sobresalto de tropezarse con la pantalla negra de una televisión a color y el lenguaje rancio y morboso de ciertos paquetes musicales de radio y el derrame de sexo que hay en algunas telenovelas de tachas negativas.
Las aves sienten mucho miedo cuando ven al hombre, a la mujer y a toda una familia dando vuelta en un disco con letras de doble sentido, donde el acostumbrado instinto del hombre malicioso le da una traducción acertada y cuando los niños y niñas se deshuesan moviendo sus cuerpecitos ante una música adornada con el lenguaje asqueroso y con muy poco valor lírico; Pero peor aún, es cuando sus propios padres los aplauden en señal de apoyo de que los están haciendo muy bien, sin sab
Yo como pájaro de especie urraca, a quien su padre le enseñó toda una cultura de procedencia costarricense, así como sus leyes, principios y reglas, he estado plenamente convencido de que cualquier nación del mundo que invierta en la educación y en la buena preparación del individuo, siempre ocupará un lugar, donde el índice de delincuencia estaría muy por debajo que los de cualquier otra sociedad, a tal punto que sus miembros no llegarían tan a menudo a requerir del auxilio de la ley, como pasa en otros países, que se componen más de agentes policiales que personas civiles y aun así, la delincuencia está a la orden del día. Mi padre que voló por calles, montes y avenidas del territorio costarricense, nunca vio un cuerpo policial en la calle, pero para el asombro de cualquiera, tampoco vio tantos crímenes y delitos, como en otros contornos sociales.
¿“cual fue primero el huevo o la gallina”?, frase de la que sentimos mucho celo, como un día me preguntara el avestruz,- ¿Pero será que el ser humano no nos tiene como aves? Porque también debería preguntarse, que ¿cuál fue primero el huevo o el avestruz?, pero de hacerlo, también tendría que preguntarse “que si la semilla o el árbol” y entonces terminaría sin juicio como pasa con su radio y su televisión.Pero mientras “el hacha va y viene”, mi instinto de ave urraca me aconseja que les preste mis alas a los niños, niñas y adolescentes para que no puedan ser alcanzados con el arma de doble filo de una radio y televisión totalmente dañina y contraria al buen criterio de moral y la salud psíquica de la niñez y la adolescencia de cualquier país del mundo.DE LA VIOLENCIA DOMES
Siempre fue un pájaro ejemplar que nunca supo tener secretos escondidos. Por eso entiendo ahora, por qué me decía aquellas cosas que eran completamente suyas y discretas. Siendo capaz de decirme una vez, “que si el hombre le hubiera fallado a Dios, negando su costilla para sacar a la mujer, él con mucho gusto se la habría ofrecido y que por muy pájaro que Dios lo hubiera hecho, jamás levantaría la mano contra ella.”Mi padre sí que fue un filósofo soñador, no niego que a veces llegué a sentir celos, ya que mi cabeza de pájaro infantil llegó a pensar que mi padre nunca quiso ser pájaro; sino un hombre. Lo raro fue que nunca lo vi abusar de mi madre, ni siquiera discutir con ella, este patrón de conducta, hizo de mí, que nunca me alejara del criterio de que seguía siendo un pájaro, a pesar de su forma de pensar.Yo sé que
Si hiciéramos un breve examen de cada uno de los sistemas jurídicos de la antigüedad, podríamos encontrarnos de manera fácil con el molde machista de la conducta del individuo y el empleo de la fuerza bruta y el maltrato verbal y sicológico de que fuera objeto la mujer de la era primitiva de la sociedad romana. Es verdaderamente allí donde aparecen las primeras huellas de este mal social que de generación en generación ha venido creando la base de la propia conducta del hombre, haciendo de él, en lugar de un ser social, un monstruo social, producto de los usos y costumbres que fueron arrastrados de una antigua Roma, que fue totalmente indolente y despiadada frente al sexo débil de aquella época.Esta situación por la que atravesó la mujer en la sociedad romana, no resultó ajena tampoco, para las mujeres de otras sociedades como Alemania, el pueblo bárbaro y Francia qu
A través de esta secuencia consuetudinaria y de las más erradas reglas de derecho se dio paso a la creación de una conducta desequilibrada del individuo, quien a través de sus generaciones ha venido alimentando su comportamiento de manera muy negativa, convirtiéndose cada día en el esclavo de su propio error conductual. Sobre esta base investigativa es que nosotros los pájaros nos hacemos responsables en destacar o afirmar sin temor a equivocarnos, de que desde toda una antigüedad ha existido la violencia y el maltrato doméstico y también de género.Yo sé que algunos pensarán que el pájaro vive metiendo el pico en todo, pero si alguien llegara a creerlo así, entonces le preguntaríamos,- ¿Qué tú comes que adivinas?- Porque en realidad no sólo hundimos el pico en las frutas maduras que proporciona la naturaleza; sino que también
Por tanto, habría que ser muy cruel para no reconocer sus encantos y para no admirar su belleza.Por tantas cosas bonitas que ella ofrece a la vida, nosotros los pájaros creemos que el hombre entonces nada tiene que exhibir que resulte tan necesario y tan bueno que no sea su mejor y buen comportamiento ante el ser que tenga como pareja. Lo mejor del hombre no es el hombre en sí, sino las cosas buenas que salgan de él y que sirvan de beneficio a su propia familia y de hecho también a la misma sociedad.Hay un refrán que dice: Que “a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”, por eso las aves no hacen nunca sus nidos en el árbol seco, sino en la mata frondosa para que le sirva de hogar y de sombra, por consiguiente, quisiéramos invitar al hombre, para que busque la sombra del árbol bueno para que lleve el buen ejemplo a su familia y a su propia patria.¡Pe
Y siguió añadiendo sin hacer pausa alguna, que los patriarcas ejercían su autoridad fuera de todo raciocinio humano, donde el hombre “macho” era el jefe de familia con la facultad no sólo de cometer el peor maltrato contra su pareja, sino que tenía un gran dominio en los bienes propios de la mujer, pudiendo hacer inclusive, todo lo que quisiera o le viniera en gana, sin tener más respuesta que el silencio de la esposa, ya que cualquier desacuerdo quedaba resuelto de inmediato con la correa y el látigo como forma de someterla a la obediencia.En realidad como pájaro adolescente que era, desconocía todas esas cosas, pero en la medida que avancé en mis estudios, fui entendiendo a través de la lectura, que no sólo el sistema y la religión de la antigüedad estaban inmersos en este asunto; sino con más profundidad lo estuvieron algunos tratadistas y pensadores, quienes
Todas estas corrientes consuetudinarias, principios y reglas, no tuvieron un cambio significativo, sino hasta los finales de la década del 1930, específicamente en el 1938 la cual se extendió hasta 1942, cuando el legislador del momento, comenzó a tomar en cuenta algunas reivindicaciones del sexo femenino, las cuales sólo pudieron servir para debilitar un poco el yugo de obediencia al que estaban sometidas.Todas esas injusticias vividas por el sexo débil a lo largo y ancho de la historia lograron permanecer hasta muy cerca de los años cincuenta, época en que llegó a desvanecer, aunque no de forma remota, ya que muchas de las quejas y querellas presentadas por la mujer resultaban de muy poca atención por parte de las autoridades.Esa indolencia y falta de conciencia del sistema judicial, obligó al sexo femenino a buscar su auxilio y refugio en su propia resignación y a conformarse