LA CURIOSIDADAmaneció y Neck fue el primero en despertar. Tenía pendiente varios asuntos en Mykonos, antes de llegar trabajar como voluntario de la Cruz roja en el hospital. Hoy era su turno, así que no podía darse el gusto de llegar tarde.Mila remoloneo un poco, y por fin se puso de pie. Inmediatamente sintió que el piso desaparecía bajo sus piernas, y las náuseas la hicieron marearse.Estaba en uno de esos días de su embarazo, que creía que estaba enferma y no gestando un bebé.Neck la ayudó a llegar al baño, y le sostuvo el cabello como de costumbre. Ella no mejoró, a pesar de que se lavó el rostro, así que Neck la tomó en brazos y la regreso a la cama y la arropó.—Deberías quedarte en casa hoy— propuso él algo preocupado. — No pasará nada por qué no vayas al hospital hoy. ¿O tenías alguna cirugía?—No, no tenía pacientes urgentes— respondió ella sintiendo que el mundo se la tragaría en cualquier instantes.—Lamentó no poderme quedar contigo, Mila. Sabes que es mi turno y…—¡De
PARANOICAMila espero que su esposo la llamara durante su hora del almuerzo, pero no pasó.Al parecer Neck, había estado tan ocupado que había olvidado por completo que ella estaba en casa sintiéndose .Quizás era que ella estaba demasiado sensible, quizás sus hormonas la estaba haciendo sentir celos de más.Es que estaba ese paquete que le borraba el sosiego, y por desgracia Neck no había regresado… y no lo haría hasta el anochecer, pasadas las seis de la tarde, cuando terminará su turno en el hospital.Vincent y Ulises también dejaron la propiedad en la tarde. Así que se quedó sola, ardida, celosa, y aburrida. «Muy aburrida»Sin dudas era una mala combinación, era una verdadera bomba de tiempo. Y allí estaba el sobre descansando… en la mesita del lado de la cama de Nickolau Kronos… como si la llamara… como si la invitara a abrirlo.Tenía que contenerse, aún para una embarazada, le era prohibido abrir correspondencia ajena, así fuera de su devoto esposo.Veinte minutos después se s
CAMBIANDO LA VIDA DE ALGUIENNickolau bajó las escaleras en busca de su esposa, Mila se estaba comportando demasiado raro.Quizás fueran las hormonas, pero lo cierto es que ella no estaba igual de cariñosa, o entregada que hacía semanas atrás.El abuelo le había explicado a Neck que las mujeres se tornaban demasiado sensibles durante el embarazo, pero ahora que vivía en carne propia el cambio en los estados de ánimo de su esposa, pues estaba convencido que era absolutamente cierto.Saldrían a Francia, pero en la casa tanto Ulises como Vincent creían que iban de vuelta a Inglaterra. Neck quería hacer una única y última acción por su mejor amigo. Si con eso no conseguía que él y Ivette se dieran una oportunidad, tendría que aguantar al pobre piloto llorando por los rincones por el reto de los años en que durara su amistad, y serian varios.—¿Estas lista para partir ya , amor ?— preguntó él cuando encontró a la joven sentada en un enorme sofá en la sala de estar con su abuelo y al sus
CUANDO SABES LO QUE QUIERESNeck y Mila por fin salieron rumbo a la casa de Ivette. Se habían demorado bastante, pues Mila a pesar de continuar esbelta, ya notaba los cambios en su cuerpo producto al embarazo, y pasó bastante tiempo, buscando ya prenda que la hiciera sentirse cómoda consigo misma.Al final se había decidido por vestido negro casual y largo, que caía libremente sin remarcar totalmente su figura, aún así se veía elegante, y refinada.Cómo accesorios escogió una hermosa chaqueta de terciopelo negro, y una costosa cartera Chanel que le había regalado Neck durante la Luna de Miel, y ella ni siquiera sabía el precio. Cenarían en un restaurante cercano a los Campos Elíseos y luego irían a casa de la francesa. Neck también iba de negro, con un vaquero oscuro, y un jersey negro tejido. Mila lo contempló en silencio, antes de que él notara que ella estaba en la sala, y se quedó sin habla. Observándolo desde la distancia y pensando en el hombre tan atractivo que tenía en frent
ELLA NO ES FELIZ—¿Cómo no vas a estar segura? Mira este hombre cómo te mira… ¡Está embobado!— observó la francesa divertida con una sonrisa cómplice— ¡No saben cuando diera yo por saber que alguien me mira así, de ese modo que más que romántico, es de devoción total… pura y dura!— agregó poniendose algo melancólica— pero, díganme… ¿Qué les ofrezco para beber?— peguntó tratando de ser una perfecta anfitriona y dejando al un poco de lado a sus sentimientos.—Agua, solo agua— dijo Mila rápidamente y Ivette negó con la cabeza.—¿Agua? ¿es en serio?!Estas embarazada mujer! Necesitas alimentarte… ¿Qué tal un jugo?— preguntó y Mila asíntio—¡Eso!¡un jugo de naranja!—Ok, está bien. Que sea un jugo— confirmó Mila y Ivette se volteó a Neck para proponerle algo.—Para ti tengo un vino Trío Merlot exquisito, es de los viñedos de los Duques de Auriol, me lo obsequiaron este fin de semana cuando fui a verlos— informó la muchacha y se puso de pie para irse a la cocina.—Demen un segundo, y ensegu
¿INOPORTUNO?—No sería capaz de jugar con algo así, Ivette— dijo Neck con seriedad— Se que tú lo amabas con fervor, y también estoy seguro de lo inmaduro que fue, y que lo sigue siendo aún cuando sabe que te puede perder, y…—¡Y no le importa!— interrumpió Ivette con violencia— Antes pensaba que si le daba celos a ese estúpido, alguna vez reaccionaría y se daría cuanta que sentía cosas por mi, pero eso nunca pasó. ¡Nunca pasó! ¿Entiendes eso Neck?—¡Ivette!— trato de decir Mila para calmar a la francesa que había perdido un poco la compostura con el tema que había abierto Neck, que francamente era como abrir la caja de Pandora.—¡Ahora no me vengan a decir que ese inconsciente me ama! ¡Porque no me lo voy a creer…!—Ivette, él te quiere…— insistió Neck e Ivette comenzó a reír como una desquiciada. Neck sospecho que tal vez venir a habla con ella había sido altamente contraproducente. Quizás era mejor dejar las vías como estaba, y lo de ellos era un caso perdido. Ambos se habían hech
LA ENTRADA SORPRESALo menos que Neck, Mila, o Ivette imaginaron es que Vincent fuera tan impulsivo como para aparecerse allí, así, de sorpresa.Ivette ni siquiera noto que no había juntado bien la puerta cuando hizo pasar a sus invitados, pero lo cierto era que ahí estaba Vincent de Auriol, mirando a la mujer que amaba, con una nueva valentía; una que por supuesto había adquirido al escucharla decir que ella también lo amaba.Él la miraba, y sus ojos eran como caricias que viajaban a la muchacha, con esa penetrante mirada es como si pudiera atravesar el espacio que los separaba, y aumentar con anticipación, esas ganas casi destructivas que sentía de apretarla contra su pecho sabiéndola por fin suya. La observaba con tanta intensidad, que es como si la tocara cuatro, cinco… cien veces sin acercarse a ella.—¿Qué haces aquí Vincent?— preguntó Ivet retrocediendo dos pasos.—Estoy haciendo lo que debí hacer hecho desde que era un niño— espetó él cruzando de dos zancadas el espacio que l
LA MOTIVACIÓN DE ULISES KRONOSTan pronto salieron, Neck supo que dentro de la casa de Ivette se desataría el pandemónium, pero ya era hora que Vincent madurara, y si las cosas entre él y la mujer que amaba no podían fluir, era mucho mejor que no forzaran las cosas y permitiera que la muchacha fuera feliz con el hombre que había escogido para continuar con su vida.Era lo mínimo que Vincent podía hacer. Hablarían, si era posible un entendimiento entre ellos, todo estaría bien, de no ser así, con ese encuentro acabaría todo y cada cual seguiría su camino intentando superar al otro.Esa pequeña jugada, el papel que había desempeñado en unirlos, se le había salido de las manos, pero esperaba que la intromisión de Ulises Kronos y su modo arriesgado de hacer las cosas no terminara dañando su idea inicial, y su propósito, que no era más que cambiarle la vida a Vincent.Mila cayó rendida desde que llegaron a casa, y él fue quien se encargó de sacarle las botas despacio y deshacerse del