Recuerdo de Delia y Gabriel… Gabriel observaba los anuncios en el periódico. “Este se ve bien, podríamos remodelarlo con el tiempo”. Delia le preguntó mientras trabajaba en la computadora. “¿Estás segura que quieres que sea un restaurante?”. Gabriel asintió. “Si, la comida será deliciosa y la gente hará fila para entrar, tú y yo seremos las anfitrionas, Gabriel se encargará de todo lo técnico y administrativo, es bueno en eso”. Delia sonrió imaginando el futuro que tenían. Gabriel llegó al departamento con comida. “Buenos días”. Dejó bolsas de comida en la mesa. Gabriel se levantó directo a las bolsas. “¿Qué trajiste?”. Ella abrió una bolsa al sentir el olor, se cubrió la boca y corrió al baño. Delia se fue detrás al verla vomitar en el excusado preguntó. “¿Estás bien?”. Después de vaciar su estómago, Gabriela salió asintiendo. “Si, es solo que tengo algunos días enferma del estómago, iré a ver el doctor mañana”. Delia la observó detenidamente y con hermetismo le hizo una pr
Caminaron juntos por el cementerio hasta el auto, Gabriel acomodó a la pequeña en su asiento. Delia se sentó en el piloto y pidió las llaves. “Es mi turno”. Gabriel le entregó las llaves y se colocó sus lentes oscuros, Delia hizo lo mismo acomodando sus lentes oscuros regalándole una gran sonrisa a Gabriel. Ella condujo hasta un centro comercial, disfrutaron de la tarde junto con la pequeña que veía a las botargas brincar y bailar, la pequeña sonreía feliz y aplaudía moviendo su cabeza. Delia la acompañaba y bailaba igual que ella. No muy lejos de ahí, Edgar estaba de pie mirándolos, odiaba la imagen, parecían una hermosa familia feliz. Ray también los miraba de vez en cuando pues veía el espectáculo mientras comía las golosinas que Edgar le compró. “Mamá se ve feliz”. fue lo que dijo con la boca llena de dulces. Edgar resopló y le advirtió. “Será más feliz cuando esté con nosotros”. Ray asintió y siguió viendo el espectáculo. Días después… Delia llegó al restaurante con la
Delia les dio algunas instrucciones y las dejó con Ben qué les diría sus horarios de trabajo y las reglas del lugar. Al entrar Delia se encontró con Gabriel sentado en el sillón serio y al parecer muy molesto. “Quiero que la despidas”. Delia se sentó en su lugar. “Pero si la acabo de contratar, ella podría demandarnos”. Gabriel afirmó. “Si la dejas aquí será un problema, no presenciaste como me hablo, es una grosera”. Delia jugó con su pluma. “¿Por qué te molesta tanto Gabriel? Fue solo un malentendido”. Gabriel se levantó exasperado. “¿Un malentendido? Esa chica se atravesó en mi auto cuando estaba en verde, pude haberla atropellado incluso pudo morir y ella lo único que hizo fue golpear mi auto furiosa gritándome groserías”. Delia río del hombre. “Tú siempre has dicho que yo soy la que tomó decisiones aquí, así que me gusta ella para trabajar aquí, solo ignorala y ya”. Gabriel se quedó en silencio apretando las sienes era decisión de Delia todo lo relacionado con el restaurante
Delia nerviosa quería que él se alejara, pero al mismo tiempo sentía gran deseo por sus labios que estaban tan cerca. “Edgar detente”.Edgar sonrió tomándola de la barbilla. “¿Por qué? Delia, no engañes a tu corazón, lo escuchó y lo siento palpitar, así como el mío, sé que todavía sientes algo por mí, sé que hay dentro de tu corazón, ahí una esperanza para mí, solo necesito una oportunidad, ¿Puedes dármela?”. Ella tragó ante sus palabras y miraba fijamente sus ojos, esos ojos que tanto venían a su mente en las noches solitarias.Edgar no pudo más y se acercó a besarla, Delia giró la cabeza, el beso cayó en su mejilla.Edgar se alejó y río burlándose de sí mismo pensando que había ido muy rápido. “Dejaré de venir a buscarte si prometes aceptar mis regalos”.Ella entrecerró sus ojos, no confiaba en sus palabras.Edgar levantó las manos rindiéndose. “En serio, solo acepta mis regalos”.Delia aceptó. “Está bien, acepto tus regalos si me dejas tranquila”.Edgar asintió y salió de la oficin
Delia lo interrumpió. “Tengo una hija con otro hombre que te hace pensar que quiero volver contigo”. Edgar sonrió. “Investigue… sé que es hija de Gabriela, que tú y Gabriel no están juntos”. Delia se quedó en silencio mirándolo. “¿Cómo sabes que no estamos juntos? vivimos en la misma casa”. Edgar negó. “Solo lo sé, al principio quería irme y dejarte ser feliz pero cuando me enteré de la situación, me di cuenta que podía tener una oportunidad, solo necesito que me la des”. Delia negó. “Tú y yo terminamos hace mucho Edgar solo deja las cosas así”. “¡Pero no puedo! quiero estar contigo, te amo Delia, nunca lo he dejado de hacer y nunca dejaré de hacerlo”. Él fue acercándose poco a poco sin darle tregua a Delia. El corazón de Delia vibró con sus palabras. Trago saliva. “Edgar…” Él acarició los labios de Delia con las yemas de sus dedos. “Eres tan hermosa, siempre lo has sido, la más hermosa de todas”. Delia río burlonamente. “Y aun así me engañaste”. Edgar tomó su rostro para qu
Delia resignada se acercó. “Buenas noches Ray”. Le dio un beso en la mejilla mientras Ray estiraba los brazos para abrazarla. “Buenas noches mamá Delia”. Se despidió con mucho cariño en sus palabras. Ray se alejó y con ojos suplicantes dijo. “¿Puedes darle las buenas noches a papá Edgar también?”. Esto lo dijo tierno y lastimero. Delia observó a Edgar con los ojos entrecerrados. Sospechaba que todo era una treta de Edgar. Edgar negó al instante. “No fue mi idea”. Ray volvió a decir. “Por favor…” Delia se acercó para besar la mejilla de Edgar, el giró un poco haciendo que las comisuras de sus labios se unieran en un beso rápido, el hombre sonrío y disfruto del pequeño beso. Delia solo abrió los ojos sorprendida por la desfachatez del hombre. Gabriel carraspeó acercándose y tomando el brazo de Delia. Delia se alejó. “Buenas noches”. Camino junto a Gabriel quien la abrazó de la cintura mientras volvían a la casa. Ray y Edgar los observaban, Ray preguntó. “¿Puedo dormir ya?”. Ed
Ella dudaba en subir. Mirando las puertas del elevador y a la gente alrededor trabajando. “Vamos solo serán unos minutos”. Trato de convencerla amablemente. Ella aceptó, pero entró a elevador sin darle la mano Subieron en completo silencio Edgar seleccionó el piso 3. Al abrir las puertas del elevador Delia observó que el lugar era muy parecido a la empresa de su padre. Salió caminando poco a poco. “¿Qué es este lugar?”. Edgar caminó con ella. “Es la empresa de tu padre… tu empresa”. Delia frunció el ceño. “Mi padre te la entrego a ti”. Ella se acercó a un escritorio y observó las pinturas alrededor del lugar todas las había escogido su padre y su mamá. Edgar negó acercándose a ella. “Yo sólo trabajé para que la empresa siguiera Delia, aunque tu padre me la entregó yo solo percibo mi sueldo, todo lo que ves aquí es tuyo”. Delia trató de alejarse, pero Edgar la acorraló. “No te entiendo”. Edgar sonrió acercándose más. “El día de nuestro aniversario cuando te fugaste…” Él hiz
Ben no pudo detenerlo, Constanza se acercó. “Lo siento, yo…” Ben negó interrumpiendo. “No te preocupes, ve a casa”. Constanza asintió y fue tomar sus cosas, Samara se acercó también se iba. “¿Que loco no? Todo lo que pasó”. Constanza confirmó, pero se sentía triste por la pequeña, su padre era muy violento. En la empresa… Delia despertó, observo la ventana, estaba oscureciendo, giro mirando a Edgar dormido abrazado a su espalda. “¡Maldición!”. Recordó todo lo que paso y se levantó vistiéndose. Busco su teléfono, estaba apagado. Edgar despertó. “¿A dónde vas?”. Delia negaba. “No debimos…” Edgar se levantó. “¿Por qué no? me demostraste que me amas y que podemos estar juntos de nuevo”. Delia empezó a discutir. “No, fue un error y no va a volver a pasar”. Ella se puso su vestido y busco sus tacones. Edgar se acercó. “Delia”. Delia lo alejo. “No. Olvídate de esto… tengo que irme”. Salió de la oficina dejando a Edgar en medio de la habitación. El observó alrededor y sonrió miran