El silencio cortante y la atmósfera tensa incomodaron a más de uno. Los dos soberanos se miraron fijamente. Él le había pedido ver a su gente y él se lo había negado. Lukyan hizo de sus labios una línea y se levantó lentamente, analizando cada uno de sus movimientos, aun así sus rodillas crujieron. Aguantando el dolor se acercó a donde debía estar el alfa y se detuvo delante de él alzando la cabeza.
Su olor delataba calma, tranquilidad, no arrebato como Dante se imaginaba después de su negativa.
-Solo quiero verlos y que vuelvan a su estado normal-razonó ecuánime.
-No- el alfa volvió a negar.
-¿Por qué?- inclinó la cabeza intentando colegir con él.
-¿Acaso eres consciente del estado de tu cuerpo?- su voz había bajado varios tonos -No llevaría a nadie en tu condición a un lugar tan peligroso-comentó, temiendo por la integridad física y mental del lobo. Muchos lobos de la antigua manada estaban fuera de control y no creía que reconocieran al omega r
Uno de los guardias entró corriendo a la celda con una expresión exasperada en el rostro.-Alfa, Comandante, los lobos, los lobos- le costaba articular palabras- de buenas a primeras se quedaron quietos, sus ojos cambiaron de color y se quedaron inconscientes-miraba a uno y a otro sin tener una explicaciónDante miró a su hermano que no salía de su misma impresión. En sus brazos Lukyan apenas podía moverse, había agotado el último atisbo de energía que le quedaba y dentro de poco acompañaría a sus compañeros a un buen merecido sueño, pero no quería. Sacudió la cabeza en un intento de espabilarse.El alfa sintió el movimiento y le prestó atención.-Después quiero que me expliques con detalles que fue lo que hiciste, ahora descansa- le quitó los mechones de cabello que caían sobre su rostro.Él negó.-No lo haré- sus ojos se cerraban y los volvía a abrir con fuerza.Dante lo comprendió. La forma en que su pequeño cuerpo comenzaba a temblar era
Lukyan parecía caminar a su juicio y literalmente lo hacía. Bastian a su lado lo dirigía por una se las tantas alas de la mansión que no conocía. Parecía más nervioso que él mismo.-Cálmate Lukyan, tu tranquilo- sus manos estaban sudadas y temblaban ligeramente, ese no era buen indicio.Se detuvieron delante de una inmensa puerta de roble con incrustaciones de metal y cobre. El sonido de estar abriéndose erizó la piel de ambos lobos. Dante apareció con un semblante serio y tenso, hasta que cambio al ver al omega.Su delgado cuerpo ya con sus debidas curvas recuperadas enfundado en aquel traje le quedaba hermoso. Su rostro parecía más joven pero no perdía seriedad debido al peinado que mantenía sus mechones recogidos elegantemente.Las ojeras que antes la maquillaban habían desaparecido y sus labios parecían apetecibles. Se tragó la lengua recordando cuando le había dicho que no era hermoso. No es que fuera la mayor belleza del mundo, pero sus cual
Abrió los ojos con la respiración atorada en su garganta. El techo se cernía sobre él en una nebulosa clara que reconoció. Estaba en su habitación. Se incorporó con cuidado. Cada músculo de su cuerpo rugió y tuvo que morderse los labios para no gritar.¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido con sus cachorros? Lo último que recordaba era haber saltado contra alguien y todo negro después. Había una inmensa laguna mental desde haber oído las palabras de aquel lobo.Aquel lobo. ¿Qué demonios se creía? Le hablaba como si él fuera una mísera basura que no valía nada. Eso lo había molestado, pero la gota que había colmado el límite era que intentaba poner los dedos sobre sus hijos y no lo permitiría.La rabia volvió a invadirlo y tensó los brazos en respuesta, causándole repetido dolor.-¿Ya estás despierto?-la voz de Dante se escuchaba cerca.El olor del alfa de aquel lugar lo invadió. Denotaba decepción, molestia. Estaba intranquil
Si había algo que Lukyan había aprendido a lo largo de los años era que las lágrimas no resolvían absolutamente nada, así que derramarlas era en vano. En vez de eso, tenía muchas cosas en las que pensar y qué hacer. Una de ellas era el estado de su relación con ese alfa que cada vez que podía le mencionaba que era suyo.No podía negar que tenía mucho que agradecerle, había hecho por él y su manada más que cualquiera; aun cuando el precio era su cuerpo, el cual dentro de poco perdería, incluso, su independencia.Acarició la marca de mordid
La risa frenética de la loba invadió de forma molesta el comedor. La atención de todos estaba enfocada en aquellos que se enfrentaban. Más de uno se había levantado de su asiento para intervenir. A pesar de tener nuevos integrantes y de irse adaptando, tenían órdenes específicas de Dante de no atacar a ninguno. Siempre había alguien que obviaba la palabra del alfa. Ese, por supuesto, terminaba castigado. Y esta no sería una excepción.En primera, aquella loba estaba amenazando e insultando un cachorro indefenso, error fatal; segundo, se enfrentaba con el que había sido la reina de la Manada Gris y el nuevo protegido del alfa. Al igual que con Bastian, a quien quería como un hijo, provocar a Lukyan o sus hijos significaba ofender al mismo Dante.Pero la ofensiva loba pasaba por alto todas las reglas. Sus orbes se habían vuelto dorados. En medio de la trasformación y olvidando toda advertencia se lanzó contra Lukyan, en un salto, agitando los brazos.Falco caminó rápido para interceptarl
Dante gruñó al sentir la puerta sonar y percibir el olor detrás de él. -Lucian- dijo cuándo el lobo entró y se sentó cómodamente en el sofá de terciopelo que acompañaba los muebles de la oficina. -Tienes un espécimen interesante como prometido -utilizó un tono que molestó al ya furibundo alfa. El cuerpo del líder se tensó y lo miró fulminándolo con la mirada. -No te le acerques -le advirtió amenazante. -¿Acaso me crees capaz de todo alfa? Pero tienes que admitir que hay detalles que omitiste en nuestra segunda reunión. Fue muy conveniente que él no estuviera marcado por Sylas, que su matrimonio fuera anulado y que este fuera sentenciado a perecer en la próxima luna llena. No obstante la parte de que puede doblegar a los lobos, eso no lo mencionaste -parecía cortés, aunque en el fondo de sus palabras se vislumbraba una velada amenaza. -No debía por qué- Dante se levantó de su asiento y se acercó- Lukyan es un omega por lo cual tiene facultades diferentes a nosotros, eso no es secr
Lukyan retrocedió un paso para detenerse temblando violentamente. La imagen del alfa ante él lo aterraba, tanto como podía cautivarlo. El oscuro cabello suelto y alborotado que enmarcaba su rostro perlado en pequeñas gotas de sudor. La camisa desabotonada que se pegaba como una segunda piel, dejando a la vista los músculos definidos de un lobo adulto en la mejor etapa de su vida. Los pantalones holgados que apenas hacían el esfuerzo de ocultar sus torneadas piernas y la ausencia total de zapatos; le daba un aspecto más salvaje de lo que usualmente mostraba. Aunque, Lukyan estaba más atento al brillo amenazador de sus plateados ojos, que podía definir incluso con su deteriorada vista. Retrocedió otro paso solo para recibir un gruñido y su garganta se secó. Su cuerpo entero se retraía, queriendo huir e ir hacia él en partes iguales. Su mente dictaba que tenía que salir de allí, pero la naturaleza animal era fuerte y dictaba que debía unirse a ese alfa. No quería. Le haría recordar el
Buscando dentro de uno de los bolsillos de su pantalón sacó una llave y abrió el grillete dejando libre la pierna, con un hematoma ya morado alrededor del tobillo. Lo agarró del brazo y lo hizo ponerse de pie. -Sígueme y no intentes escapar, tengo lobos en todos lados y no vacilarán con arrancar la cabeza a cualquiera que no sea de la manada- sus palabras eran tranquilas, pero el deje de amenaza no las abandonaba. Lukyan lo siguió por un largo pasillo hasta llegar a una puerta de hierro al final de este, que tenía varios seguros. La atmósfera se sentía cargada y pesada y le costó respirar. Su corazón latía nervioso indicándole que detrás de la puerta no había nada bueno. Lucian tocó algunos mecanismos y la puerta se abrió lentamente dejando salir un olor rancio, así como el sonido de un rugido. Lukyan retrocedió, pero fue detenido por la mano del alfa que lo detuvo y lo arrastró hasta el interior, en contra de su voluntad. La oscuridad en el interior solo era rota por la luz de peq