Capítulo 32 Ella es solo una amiga— ¡Maldito demonio, solo déjanos ir! —gritó Daniela, su voz cargada de rabia y desesperación—. Dame lo que les corresponde a los niños. Solo quiero lo suficiente para mantenerlos hasta que Renata tenga más edad y yo pueda salir a trabajar. Nos iremos lejos, y nunca más sabrán de nosotros. Tú y tu mamá vivirán felices y comerán perdices. No seremos más su problema, no seremos su motivo de vergüenza. Nos perderemos en el horizonte, nadie jamás sabrá de nosotros. Nunca voy a reclamar nada, —le aseguro con firmeza.Daniela respiró hondo, había estado conteniendo la respiración, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir, pero la furia seguía creciendo en su interior. Sabía que todo lo que él decía estaba dirigido a su mamá, por eso hervía de furia.—Soy perfectamente capaz de trabajar —continuó, la voz quebrándose apenas por un momento—. Si no lo he hecho es porque son cuatro niños… ¡cuatro! Y hay un bebé. Nos dejaste sin una casa, sin un l
Capítulo 33 Averigua quién es ellaJavier apretó los labios con fuerza, sus ojos llenos de furia.— ¿Vienes aquí a defenderla de mí? —preguntó, con un tono burlón que apenas disfrazaba su hostilidad.Felipe frunció el ceño, y su rostro se torció en una mueca de impaciencia. Ambos hombres se miraron fijamente, midiéndose de arriba abajo como si estuvieran a punto de lanzarse el primer golpe.— ¡Hace dos años Belinda te adoraba! —replico Felipe, su voz elevándose—. Lo que hayas hecho para que ella cambie de opinión no tiene nada que ver conmigo. Además, sabes la situación de ella con su familia. No hay nadie más que la apoye.Belinda, que había permanecido en silencio, se movió inquieta detrás de Felipe. Él sintió su nerviosismo antes incluso de girarse a mirarla. Al escuchar las palabras de Javier, ella había dado un paso atrás, ocultándose parcialmente tras la figura de Felipe. Sus hombros estaban tensos y sus manos temblaban ligeramente, aunque intentaba mantenerlas quietas.Por much
Capítulo 34 Vine para arreglar un asunto contigoFelipe llegó a la mansión con el ceño fruncido y la tensión se reflejaba en cada uno de sus movimientos.Había estado de mal humor todo el día, un estado que parecía haber sido instalado en su pecho desde esta mañana después del encuentro con Daniela.No quiso llamarla para pedirle explicaciones, aunque la idea había asaltado su cabeza varias veces. No. Prefería enfrentarla cara a cara. Lo que tenía que reclamarle era demasiado importante, y él confiaba en su capacidad para leer las expresiones de las personas. Siempre había sido bueno para descubrir lo que otros sentían, al menos en los negocios. Pero, ¿sería igual con esta mujer?Esa mujer era todo un caso. Resulta que ya andaba con otro hombre. Quién sabe si desde antes de que su papá muriera. Incluso aquí en la ciudad. Por supuesto, este era un hombre joven, seguramente más vigoroso que su anciano padre, quizás uno o dos de los niños, no eran de su papá, o probablemente ninguno lo er
Capítulo 35 Un verdadero desastreDaniela tuvo que contener las ganas de reír al ver como el "grandullón", sostenía a Renata en brazos, mientras la pequeña le agarraba las mejillas con sus manitas pegajosas.Ella acababa de comer, y aunque Daniela se la había entregado a la niñera para que la lavara, al parecer la llegada de Felipe había interrumpido todo. Como siempre, Renata había insistido en que quería estar en brazos.Para completar el espectáculo, Manuela tiraba del traje de Felipe con una mano, mientras con la otra le hacía gestos y sostenía algo envuelto en un pañuelo.— ¡Mira! ¡Es mi diente! —decía Manuela con entusiasmo, ignorando por completa la incomodidad de Felipe.Él, mientras tanto, miraba a Daniela con una expresión donde se mezclaba la irritación y la determinación.—Tenemos que hablar —dijo, su tono bajo pero firme—. Y no me voy de aquí hasta que me des una explicación.Daniela arqueó una ceja, cruzándose de brazos. Por dentro, la escena le resultaba casi cómica: un
Capítulo 36 Esto no ha terminadoDaniela dejó la bandeja de galletas sobre la encimera, pero su mirada permanecía fija en Felipe, quien seguía observándola con esa mezcla de frialdad y acusación que le estaba empezando a irritar.— ¿De qué hombre estás hablando, Felipe Ortiz? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque su tono comenzaba a mostrar su impaciencia.—Ya te lo dije. Hoy te vi con un hombre. Ibas muy sonriente.Daniela lo miro extrañada. Se había quedado pensativa y con el rostro tenso. Sus espectaculares labios hicieron una mueca. Felipe no pudo evitar fijarse en sus labios.— ¿Cómo dices? ¿Hoy me viste con un hombre? Y me preguntas si es mi amante o mejor dicho creo que afirmas que el padre de los niños ¿Dónde me viste con un hombre?Felipe cruzó los brazos, inclinándose ligeramente hacia ella, como si quisiera intimidarla.—Lo sabes mejor que nadie —respondió Felipe, con una seguridad que la enfureció aún más.Las palabras la golpearon como un balde de agua helada. Po
Capítulo 37 Los compensaré Eugenia salió de su habitación. Su costumbre era vestirse elegantemente para la cena. Con frecuencia su hijo la acompañaba en la cena, a veces también en el almuerzo.Observó la mesa elegantemente servida, donde se había colocado con esmero varios platillos cuidadosamente preparados y bellamente presentados.El mantel de lino blanco, los cubiertos de plata y las copas de cristal relucían bajo la suave luz del comedor. Todo estaba perfecto, representaba la opulencia y la formalidad tal como a ella le gustaba, pero había algo que faltaba ene esta ocasión, y esto era… su hijo Felipe.Frunció el ceño, una sombra de molestia cruzando su rostro. Se giró hacia su asistente, Georgina, que permanecía de pie junto a ella, como siempre, supervisando los últimos detalles.— ¿Felipe no ha llegado todavía? —preguntó, su tono frío, inquisitivo. La paciencia era un lujo que Eugenia no solía permitirse, y en ese momento estaba al borde de agotarse. No le gustaba esperar a n
Capítulo 38 ¿Es tu amante?Eugenia permanecía inmóvil, con la mirada fija en Felipe. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, ahora reflejaban una mezcla de incredulidad, furia y algo más profundo… algo que parecía miedo.—Espero una explicación de tu parte, Felipe —dijo, su voz cortante como una hoja afilada, cargada de un desprecio que lo atravesaba como una daga—. ¿Te gusta esa mujer? ¿Quieres ser su próximo amante?Felipe, que hasta ahora había mantenido la calma, cerró los ojos un momento, respirando hondo. Al abrirlos, su mirada era dura, llena de exasperación.— ¿Qué dices, mamá? ¿Estás loca? —replicó, alzando la voz por primera vez. Su tono era más firme que nunca—. Ya te di una respuesta antes. Estaba allí porque Fabián está de cumpleaños.Eugenia soltó una risa amarga, incrédula.—¡Fabián! —exclamó, señalándolo con un gesto impaciente—. ¡Que te importa ese niño! No puedes aceptar a ese niño como tu hermano! ¡Ese niño es hijo de Federico, con esa mujer! Ella es otra de sus…
Capítulo 39 Buscaré una soluciónDaniela lo observó en silencio durante unos segundos que parecieron eternos, mientras su mente, traicionada por el resentimiento y el agotamiento, vagaba en direcciones inesperadas.Al notar que el sistema de riego del jardín se había encendido, no pudo evitar imaginarse a sí misma tomando una manguera y disparándole agua directamente al rostro, tan fuerte y constante que Felipe terminaría atragantándose. La idea le arrancó una sonrisa casi imperceptible.Pero no se detuvo ahí. Su imaginación, alimentada por la tensión acumulada, la llevó más lejos: se lo imaginó atrapado en una olla gigante con agua hirviendo, tratando de escapar mientras ella lo obligaba a pedir clemencia y perdón. ¿Perdón por qué?, se preguntó. ¿Por ofender a su madre o por ofenderla a ella misma? Ya no estaba segura.Finalmente, dejó escapar un suspiro pesado, abandonando esas fantasías absurdas, y se apoyó contra el marco de la puerta, como si el peso de toda la situación estuviera