Verdades amargas 
Capítulo 105 Verdades amargas

— ¡Ni muerta o loca te apoyaré en esa estupidez! —gritó Eugenia, su voz temblando de indignación—. Dejando de lado el hecho de que esa mujer es la hija de la amante de tu padre. Es una pueblerina, sin educación, sin prestigio, sin estatus. Una mujer que no vale nada. ¿Te imaginas el escándalo en el que nos veremos envueltos? Todos hablarán de la tenebrosa historia de los hijos de tu padre. Dirán cómo el hijo ahora anda con la hija de la amante. Eso me salpicará; seguiré siendo humillada por todos. ¡Será mejor morirme!

Eugenia se pasó las manos por el rostro, sintiendo que la rabia y la tristeza se entrelazaban en su pecho. La angustia le nublaba la mente.

—Te he formado para que seas el hombre que eres. Eres admirado por todos los que te conocen. Todos te envidian. Eres inteligente, adinerado. ¿Cómo podría aceptar que la hija de una amante se presentara al lado de mi hijo en sociedad? ¡Qué vergüenza! Dios mío, es que mi humillación no tendrá fin algún día
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