Capítulo 111 Siempre segura en mis brazos— ¡Maldición! ¿No nos piensan decir nada? —exclamó Felipe, visiblemente frustrado. —He buscado información. Cerca de aquí hay un hospital pediátrico privado. Tal vez sea mejor trasladarla —sugirió, preocupado.—Cálmate, Felipe. Ya nos indicaron que están atendiéndola —le respondió Manuela, tratando de tranquilizarlo.— ¿Cómo puedes estar tan tranquila? ¿No te parece que tardan mucho? La niña está allí sola. Deberías pasar a ver qué sucede.—Acabo de entrar y está dormida. Ya no vomita, la fiebre le bajó. No podemos estar allí, el espacio es reducido. Imagínate a todos los familiares allí —explicó Manuela.—Entonces será mejor una habitación privada. Veré que la trasladen al hospital pediátrico —insistió Felipe.—Felipe, cálmate —repitió Manuela, intentando mantener la calma en medio de la tensión.Felipe se pasó la mano por el cabello, un gesto de nerviosismo que repetía cada vez que se sentía abrumado. La preocupación por la niña lo consumía.
Capítulo 112 El propósito de vida de Javier En la sala del hospital, el momento íntimo fue interrumpido por la enfermera de turno. Ella revisó a Renata y, al asegurarse de que todo estaba en orden, se despidió. La niña seguía dormida en los brazos de Felipe, quien se negó a acostarla en la cuna. Así que continuó sosteniéndola, como si su cercanía fuera el único remedio que ella necesitaba.Daniela no podía evitar mirarlo con admiración. El contraste entre la imagen varonil de Felipe y la pequeña niña que yacía en sus brazos era notable. Su espalda era tan sólida como una roca, proyectando una sensación de fuerza y protección. En un instante, deseó estar en el lugar de Renata, sintiendo la calidez y la seguridad que parecía emanar de él. Esa idea la mantenía cada vez más nerviosa, especialmente porque estaban solos en ese pequeño espacio.Felipe, sintiendo su mirada, la volvió a ver con esa intensidad ardiente que le hacía palpitar el corazón. Él se preguntó por qué sus mejillas estab
Capítulo 113 Nadie amenaza a Javier Ortiz.Javier se detuvo en seco al ver a Belinda. El hermoso rostro que antes le atrajo tanto mostraba un rictus de desesperación, como si hubiera estado huyendo de algo aterrador. Ella corría hacia él, sus pasos apresurados resonaban en el vestíbulo del hotel y se lanzó a sus brazos. La mirada de Javier se endureció, pero no pudo evitar que un destello de preocupación atravesara su mente.— ¡Javier! —exclamó Belinda, su voz temblando—. ¡Ayúdame! No quiero estar sola… me siento muy mal.La súplica en sus ojos era visible. Javier sintió un poco de resentimiento; aquí estaba, la mujer que había intentado dejar atrás, acudiendo a él en busca de apoyo.— ¿Qué te sucede? —preguntó, tratando de mantener la distancia emocional. La escena era incómoda; ella le inspiraba desprecio, su debilidad para aceptar las situaciones y seguir adelante lo molestaba. En un tiempo, esa forma de ser le pareció femenina y atractiva; ahora, estaba claro que era puro y llano
Capítulo 114 ¡Te necesito!Felipe salió temprano para buscar a Daniela y llevarla a su empleo y a los niños al colegio. Su guardaespaldas ya tenía el vehículo al frente, listo para partir. Había recibido buenas noticias: Renata estaba mejor, según le había informado hace poco Teresa por teléfono.Esta noche invitaría a Daniela a cenar. El problema que le aquejaba, es que: ¿cómo salir con una mujer que tenía cuatro hermanos pequeños? Ella no querría dejarle toda la responsabilidad a Teresa.Mientras sus pensamientos giraban en torno a buscar una solución y en cómo organizar esa cita, una voz familiar y no deseada lo sacó de su ensueño.— ¡Felipe!El mal presagio se instaló en su corazón al girarse y ver a Belinda. Su asistente, Ernesto, ya le había notificado que ella había salido de la clínica de reposo, pero lo que menos quería era un enfrentamiento con su exesposa justo antes de un momento que deseaba que fuera especial.— ¿Qué quieres? —preguntó, finalmente, resignado. La última co
Capítulo 115 Maestra de la seducciónFelipe observó asombrado a la mujer que se interpuso en su camino. Era Belinda.Se giró hacia Daniela, la preocupación marcando su rostro.— ¿Estás bien? ¿Te has lastimado en algún lado? —preguntó, mientras su mirada recorría su cara y su cuerpo en busca de cualquier herida.—Estoy bien, ¿y tú? —respondió ella, aunque su voz delataba cierta inquietud.—Estoy bien —dijo Felipe, aunque tenía una mancha roja en su frente, un claro signo de que se había golpeado.—Lo lamento, señor. Salió de repente —se disculpó el guardaespaldas, consciente de la tensión en el aire.—Está bien —respondió Felipe, sintiendo que la situación se volvía cada vez más complicada.—Daniela, esa es Belinda. Antes de salir de aquí hablé con ella y no creo que esté bien de la cabeza. La envié a una clínica de reposo, pero decidió irse y nadie podía obligarla a quedarse, ya que estaba allí voluntariamente. —Su voz era firme, pero su preocupación crecía—. Voy a ver qué le pasa. Es
Capítulo 116 Volveré pronto junto a tiLos ojos de Daniela se llenaron de lágrimas no derramadas recordando lo sucedido hace unos instantes. Nunca espero que las cosas fueran fáciles, con Felipe casi nunca lo había sido, sintió lástima por él y por sí misma. La vida de él tampoco era fácil, eso lo entendía perfectamente.Hizo falta mucha entereza de su parte para integrarse a sus labores y a la mirada disimulada de sus compañeros de trabajo.Mientras tanto, Rojas hablaba con Emma en su oficina, en presencia de la Jefe de servicios. Su tono severo marcando la pauta de la conversación.Ella, con la rabia burbujeando por dentro, escuchó cómo el gerente le ordenaba que se dirigiera a Recursos Humanos para recoger su indemnización.— ¿Esto es por ella, verdad? —gritó Emma, su voz repleta de desprecio—. Usted está de parte de Daniela Blanco. Está ciego a todo lo que ella hace.Sin que Rojas respondiera a su acusación, la Jefe de Servicios comenzó a enumerar las causales de su despido. Los
Capítulo 117 ¿A quién crees que quería más papá?Los días trascurrieron y todo volvió a la calma. Después de que despidieron a Emma, el ambiente de trabajo también fue más calmado.Felipe solo se comunicó dos veces en un tiempo aproximado de 20 días, y su voz sonaba alterada, como si estuviera atrapado en un torbellino de responsabilidades. Le informó que estaba en Nueva York y volvería pronto.Al principio, los niños preguntaron por él con curiosidad y añoranza, se habían acostumbrado a que estuviera cerca, pero al ver la tristeza que se reflejaba en el rostro de Daniela, pronto dejaron de hacerlo.Era evidente que la ausencia de Felipe pesaba en el corazón de Daniela.Javier, aunque estaba lejos de la ciudad, había llamado varias veces, indagando por los niños y asegurándose de que estuvieran bien. Mencionó que su asistente les entregaría una tarjeta para manejar los gastos de los pequeños, una manera de mantener su apoyo, aunque él estuviera fuera del país. "Pronto volveré", les pr
Capítulo 118 Dame una oportunidad de explicarmeFelipe estaba emocionado mientras llegaba al hotel, un ramo de rosas frescas en la mano, las flores desprendían un grato aroma. Sabía que se acercaba la hora de salida, pero, al mirar a su alrededor, su corazón se hundió al no verla por ningún lado.— ¿La señorita Daniela Blanco se encuentra? —preguntó, con un atisbo de ansiedad en su voz que traicionaba su entusiasmo.—La señorita Blanco tiene el turno de la noche, señor —respondió el recepcionista con una sonrisa cortés—. ¿En qué puedo servirle?— ¿No ha llegado? ¿A qué hora vendrá? —dijo Felipe, tratando de ocultar su decepción mientras su mente imaginaba el momento en que ella lo vería.—Debe estar por llegar —dijo la chica amablemente, aunque se notó su curiosidad, pero sus palabras no lograron calmar la inquietud en el pecho de Felipe.—Está bien, muchas gracias —contestó, sintiendo cómo la emoción se mezclaba con la incertidumbre. Mientras esperaba, acarició suavemente las rosas,