Capítulo 28 Déjale la educación de los niños a su madreFelipe, como era su costumbre, terminó la conversación y salió rápidamente de la habitación. Daniela levantó a Ángela y lo siguió, preguntándole qué iba a hacer con Renata. Solo los niños observaron la mirada de desprecio en la cara de la niñera cuando los vio retirarse y el modo en que tomo en sus manos el teléfono móvil para comenzar a marcar un número.— ¡Ven, hermana, apúrate! —dijo Fabián, tomando velozmente de la mano a Manuela para sacarla de allí lo más pronto posible.Al llegar a la cocina, vieron a Ángela sentada en una silla al lado de la mesa, y a Felipe sentado en otra silla, con Renata en sus piernas. La niña estaba sonriendo, tocándole la nariz y los ojos, y parecía muy divertida.— ¿Puedes darme a Renata?, le pidió Daniela a Felipe.—La sostendré mientras cocinas el pastel —sugirió Felipe.—Puedo ponerla en su coche; en realidad, eso es lo que iba a hacer con anterioridad. Pensaba buscarla después de que ordenara
Capítulo 29 Yo solo quiero que estemos juntos—En realidad, mamá, el niño mayor, tiene ocho años, y tú y papá llevaban separados físicamente más de veinte años. Esa es una verdad que no puedes ignorar. Papa ha sido siempre tu angustiosa obsesión—dijo Felipe, su voz ahora más suave, casi un susurro lleno de tristeza—. Deberías ya pensar en olvidarlo y seguir adelante. Eres muy joven todavía, podrías rehacer tu vida, agrego en un tono suplicante.Eugenia respiró hondo, tratando de mantener la calma a pesar de la rabia que burbujeaba dentro de ellaSe cruzó de brazos, su cuerpo rígido como un muro. Su mirada se oscureció, y por un momento, Felipe vislumbro el destello doloroso de una herida antigua. Lamento de inmediato haber pronunciado esas palabras.— ¿Qué dices? Jamás me habías hablado así. Siempre me has apoyado. Esa mujer te ha embrujado a ti también —respondió Eugenia, su voz temblando con desilusión y confusión. Sentía cada palabra de su hijo como un cuchillo que se hundía lentam
Capítulo 30 ¿Cómo salir de esta situación?Daniela salió temprano de la casa de huéspedes, en dirección a la cocina. No esperaba encontrar allí a Georgina. Aunque había planeado hablar con ella. Entre esta mujer y la señora Eugenia, prefería tratar con la malhumorada Georgina. Al menos, con ella sabía a qué atenerse.Su plan era simple y constaba de varias acciones: buscar a Georgina, pedirle permiso de salida, salir de esa atmósfera opresiva, comprarle un regalo a Fabián por su cumpleaños y reunirse con el abogado que su amiga Elisa le había recomendado la noche anterior.Al entrar en la cocina, encontró a Georgina adelantando el desayuno de Eugenia. Había más empleados allí, incluso un chef. Daniela no entendía por qué demonios tenía ella que prepararle el desayuno a la dueña de la casa. Por supuesto que si entendía, era parte del plan para humillarla y hacerle pagar sus pecados.Georgina, con su habitual gesto severo, dejó de darle vueltas al café por un momento y la escaneó de arri
Capítulo 31 ¿Están locos todos?A Daniela le parecía que habían pasado siglos, desde que entro en esta habitación. No apartó la mirada de Felipe.Aunque la incomodidad inicial había sido evidente, algo en su interior la insto a rebelarse. Era una mujer adulta de 25 años, y tenía claro que no iba a avergonzarse por estar frente a un hombre semidesnudo, ni siquiera si ese hombre era tan intimidante como Felipe.No pudo evitar que sus ojos recorrieron su figura con calma, desde su torso firme hasta el cabello despeinado que le daba un aspecto descuidado pero atractivo. Si él se había dado cuenta de su descaro, no dio señales de molestia inmediata.El torso de él era como una obra esculpida en mármol, cada músculo definido con una precisión casi irreal.Los pectorales se alzaban firmes, como si sostuvieran la fuerza de todo su cuerpo, mientras los abdominales formaban un relieve marcado, una línea perfecta de fuerza y control que descendía hacia su cintura estrecha. Su piel, tersa, pero
Capítulo 32 Ella es solo una amiga— ¡Maldito demonio, solo déjanos ir! —gritó Daniela, su voz cargada de rabia y desesperación—. Dame lo que les corresponde a los niños. Solo quiero lo suficiente para mantenerlos hasta que Renata tenga más edad y yo pueda salir a trabajar. Nos iremos lejos, y nunca más sabrán de nosotros. Tú y tu mamá vivirán felices y comerán perdices. No seremos más su problema, no seremos su motivo de vergüenza. Nos perderemos en el horizonte, nadie jamás sabrá de nosotros. Nunca voy a reclamar nada, —le aseguro con firmeza.Daniela respiró hondo, había estado conteniendo la respiración, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir, pero la furia seguía creciendo en su interior. Sabía que todo lo que él decía estaba dirigido a su mamá, por eso hervía de furia.—Soy perfectamente capaz de trabajar —continuó, la voz quebrándose apenas por un momento—. Si no lo he hecho es porque son cuatro niños… ¡cuatro! Y hay un bebé. Nos dejaste sin una casa, sin un l
Capítulo 33 Averigua quién es ellaJavier apretó los labios con fuerza, sus ojos llenos de furia.— ¿Vienes aquí a defenderla de mí? —preguntó, con un tono burlón que apenas disfrazaba su hostilidad.Felipe frunció el ceño, y su rostro se torció en una mueca de impaciencia. Ambos hombres se miraron fijamente, midiéndose de arriba abajo como si estuvieran a punto de lanzarse el primer golpe.— ¡Hace dos años Belinda te adoraba! —replico Felipe, su voz elevándose—. Lo que hayas hecho para que ella cambie de opinión no tiene nada que ver conmigo. Además, sabes la situación de ella con su familia. No hay nadie más que la apoye.Belinda, que había permanecido en silencio, se movió inquieta detrás de Felipe. Él sintió su nerviosismo antes incluso de girarse a mirarla. Al escuchar las palabras de Javier, ella había dado un paso atrás, ocultándose parcialmente tras la figura de Felipe. Sus hombros estaban tensos y sus manos temblaban ligeramente, aunque intentaba mantenerlas quietas.Por much
Capítulo 34 Vine para arreglar un asunto contigoFelipe llegó a la mansión con el ceño fruncido y la tensión se reflejaba en cada uno de sus movimientos.Había estado de mal humor todo el día, un estado que parecía haber sido instalado en su pecho desde esta mañana después del encuentro con Daniela.No quiso llamarla para pedirle explicaciones, aunque la idea había asaltado su cabeza varias veces. No. Prefería enfrentarla cara a cara. Lo que tenía que reclamarle era demasiado importante, y él confiaba en su capacidad para leer las expresiones de las personas. Siempre había sido bueno para descubrir lo que otros sentían, al menos en los negocios. Pero, ¿sería igual con esta mujer?Esa mujer era todo un caso. Resulta que ya andaba con otro hombre. Quién sabe si desde antes de que su papá muriera. Incluso aquí en la ciudad. Por supuesto, este era un hombre joven, seguramente más vigoroso que su anciano padre, quizás uno o dos de los niños, no eran de su papá, o probablemente ninguno lo er
Capítulo 35 Un verdadero desastreDaniela tuvo que contener las ganas de reír al ver como el "grandullón", sostenía a Renata en brazos, mientras la pequeña le agarraba las mejillas con sus manitas pegajosas.Ella acababa de comer, y aunque Daniela se la había entregado a la niñera para que la lavara, al parecer la llegada de Felipe había interrumpido todo. Como siempre, Renata había insistido en que quería estar en brazos.Para completar el espectáculo, Manuela tiraba del traje de Felipe con una mano, mientras con la otra le hacía gestos y sostenía algo envuelto en un pañuelo.— ¡Mira! ¡Es mi diente! —decía Manuela con entusiasmo, ignorando por completa la incomodidad de Felipe.Él, mientras tanto, miraba a Daniela con una expresión donde se mezclaba la irritación y la determinación.—Tenemos que hablar —dijo, su tono bajo pero firme—. Y no me voy de aquí hasta que me des una explicación.Daniela arqueó una ceja, cruzándose de brazos. Por dentro, la escena le resultaba casi cómica: un