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Tú y yo nos casaremos.

El macho contempló aturdido el par de ojos color aguamarina que lo miraban fijamente sin perderse ningún detalle de sus duros rasgos, su pequeña boquita se había abierto levemente ante la perturbadora presencia masculina que estaba justo delante de ella. Con rapidez movió su cabeza en dirección de Rosie ocasionando que su rubio cabello chocara contra su delicada mandíbula.

Su ceño se frunció al ver la cercanía de su madre con el macho y se cruzó de brazos pidiendo una explicación silenciosa.

A 135 le causó una gracia voraz al sentir el olor de los celos proveniente de la pequeña  Love, sintiendo una ternura infinita quiso abrazarla y enterrar su cara en los dorados rizos pero pronto descartó eso, si se atrevía Sarah estaría demasiado asustada como para querer conocerlo.

Se sorprendió a sí mismo por la mezcla de sentimientos que ella le había despertado de pronto así que movió la cabeza tratando de aplacar todos esos locos pensamientos, le estaba pasando lo que le sucedía con el resto de los niños aunque esto era mucho más fuerte, sentí que quería protegerlos y mimarlos como no había hecho con su hijo propio.

— ¿Quién es él? —habló exigiendo respuestas.

135 arqueó una ceja debido al tono posesivo que ella había utilizado.

— ¿Quién va hacer sino tu tío cariño? 

La niña abrió los ojos al igual que la boca con sorpresa entonces él se fijó en sus arreboladas mejillas y una vez más su instinto le dictó que debía tomarla en brazos y  estrecharla con fuerza.

—Yo pensé —balbuceó con voz avergonzada.

En menos de un minuto les dio la espalda corriendo a su habitación causando que su madre soltara una carcajada que él apenas escuchó en medio de su estado atónito. 135 sabía que él imponía pero no tanto como para hacer a su propia sobrina correr a refugiarse en su habitación.

Todo el ánimo que había tenido al conocer a Love se deshizo haciéndolo entrar en la realidad, no sabía porque había reaccionado de esa forma al ver a la pequeña hembra si de todas maneras él se alejaba lo más que podía de los niños.

Su ceño se frunció y su mandíbula se apretó cuando su mente jugó con él trayendo recuerdos dolorosos que creía había desechado.

—Debo irme —dijo apresurado queriendo salir de ese lugar lo antes posible.

Pero antes que diera un paso más Rosie lo detuvo sosteniendo su mano, sus ojos estaban llenos de dulzura y sus manos lo tocaron gentilmente.

—Es muy celosa conmigo al igual que su hermano, no creas que ha sido tu culpa su huída 135 —aclaró—, mi pequeña Sarah es demasiado tímida y tu repentina llegada le causó impresión eso es todo.

135 asintió aun sin creérselo del todo pero no dijo otra palabra ni Rosie tampoco.

*

Callista dio una barrida con su mirada por todo el lugar, se sentía terriblemente incómoda y por alguna razón un dolor se instaló en la boca de su estómago, mordió sus labios como siempre hacía cuando estaba nerviosa, al darse cuenta de esto frunció el ceño reprendiéndose por la dirección que estaban tomando sus pensamientos, fue entonces cuando sintió una presencia detrás de ella e instintivamente volteó.

La garganta de pronto se le secó en busca de palabras pero no pudo decir más que balbuceos al verlo allí de pie delante de ella luciendo arrebatador con ese smoking que llevaba. Sin duda ese macho era la combinación de la perfección humana.

— ¿Dónde está tu hermana? — Preguntó con lentitud.

Su voz ronca la puso al límite, Callista casi gimió cuándo él doblaba las piernas dejándose caer en cuclillas frente a ella para estar más cerca y su aliento de menta chocó contra su rostro.

—No lo sé —Pudo decir luego de que ese par de ojos gatunos la miraran con tal fijeza que causaron un leve estremecimiento.

Tomándola por sorpresa 135 se acercó tanto a ella que su nariz pronto estuvo en la clavícula de Callista ocasionando que esta ante la sorpresa jadeara y a la vez ambas manos se detuvieran en sus hombros empujándolo para que se apartara de ella nunca le había gustado que invadieran su espacio personal sin embargo él no dio un paso atrás, por el contrario, su nariz siguió en el mismo lugar y antes de apartarse definitivamente la olfateó.

135 no insistió más porque sabía que ella no mentía así que se dio la vuelta y comenzó a buscar a Theo Kafieri quien le debía demasiadas explicaciones. Ese día 135 estaba más furioso de lo normal, no le gustaba nada estar rodeado de gente pero aquella idea pertenecía a su hermana y aunque no lo admitiera en voz alta él no le negaba nada a Rosie.

No resultó un alivio cuando vio a Theo traer a su hija menor del brazo sin embargo se dijo a si mismo que necesitaba acostumbrarse, y mientras terminara aquella farsa de compromiso mucho mejor ya que el traje comenzaba a picarle aparte de que hacía un calor atroz.

Al llegar al frente de él Theo sonrió con autosuficiencia, sonrisa que 135 quería eliminar de un fuerte golpe, si bien el griego no era un mentiroso 135 no confiaba del todo en él sin embargo lo necesitaba, era un buen amigo de Adriano además de ser el mejor detective de la ciudad.

Sus ojos volaron hasta la delgada figura de Valentina y más tarde a su rostro afligido, endureció la mandíbula y volvió hasta Theo.

—Tarde —Dijo como si siquiera le importara su impuntualidad.

—Tengo buenas noticias 135, o más bien debería llamarte Valerian.

135 frunció el ceño por sus palabras antes de comprender lo que quería decir.

— ¿Los has encontrado? —Preguntó casi sin aliento debido a la sorpresa.

Valentina los observaba en silencio incómoda sin saber que decir, ella sí que sabía de que se trataba todo eso y no le gustaba nada, ese hombre al que le gustaba a su hermana no sabía en lo que se estaba metiendo y no sería ella quien le advirtiera, ya sabía en carne propia la magnitud de ese embrollo, esa era la verdadera razón del porque no podía negarse al matrimonio con 135, además de que tenía muchos motivos para odiar a los cambiaformas en secreto, los despreciaba y el sólo pensamiento de estar a solas con 135 y que él la tocara le causaba arcadas.

—No aún, pero hemos encontrado tu acta de nacimiento, felicidades 135, ahora eres Valerian Markov, y por cierto ¡Bienvenido a la familia hijo!

135 miró la hora en el reloj hastiado, nunca le había gustado esperar incluso si ese momento resultaba ser el que pusiera fin a su secreto deseo de encontrar a su compañera, una hembra que lo quisiera tal y como era, una hembra a la que amar y proteger.

Fastidiado por el rumbo que estaban tomando sus pensamientos miró a Theo en busca de una explicación.

—Callista ha ido a buscarla —se apresuró a decir el griego—, Valentina está muy nerviosa y ansiosa por casarse.

Como si eso fuera verdad.

Pensó el macho.

Giró la cabeza en busca de ese dulce olor a vainilla y se encontró con la despampanante figura de la hija mayor de Theo, ella llevaba un vestido negro que se pegaba a ella como una segunda piel haciendo que sus atributos salieran a relucir, Callista tenía la cara de un ángel y el cuerpo de una diosa, poseía grandes pechos, una cintura de avispa, unas anchas caderas y un trasero perfecto.

135 maldijo al verla acercarse a Travis con su sexy sonrisa que hacía a cualquier macho caer en sus encantos, pronto se sintió furioso pero no supo el porqué. 

La cercanía del hombre humano y Callista lo irritaba de sobremanera, entonces se preguntó ¿Qué habría pasado si en vez de casarse con Valentina se casaba con Callista? 

Consiente de la barbaridad de su pensamiento negó con la cabeza con la vista fija en la expresión coqueta de ella pero a Travis acercarse a ella de un modo insinuante casi como si fuese impulsado por algo caminó con rapidez tomando del brazo a Callista, de inmediato le dio la vuelta y ella chocó contra su pecho.

Sus ojos lo miraron con asombro antes de balbucear algo inentendible.

—Piérdete Becker —dijo agresivo sin apartar la vista de Callista.

El humano obedeció rápidamente mientras que ella lo seguía con la mirada, 135 masculló algo entre dientes y su mano grande tomó su barbilla ocasionando que dejara de mirar al hombre humano y que su atención solo fuera para él.

La ferocidad en sus oscuros ojos la hizo jadear asustada sin saber que ese sonido hizo despertar una parte animal de 135.

Él estuvo a punto de ronronear cuando ella movió su cuerpo tratando de liberarse de su agarre.

—Nos están mirando —dijo ella entre balbuceos.

—Que miren todo lo que quieran, no es relevante, ¿Dónde está Valentina?

En ese momento Callista despertó de su ensueño, ese hombre que la apretaba contra su pecho podría convertirse en un par de minutos en su cuñado ¿Qué estaba haciendo? Su cara palideció tratando de soltarse una vez más pero él era evidentemente fuerte.

—Suéltame y te llevaré con ella.

A duras penas él la soltó y bajo la mirada de todos la siguió a dónde debería estar su prometida.

Con el corazón agitado Callista entró en la habitación que parecía estar vacía, con el ceño fruncido buscó con la mirada a su hermana pero no la consiguió.

—Estaba aquí —aseguró ella nerviosa.

135 miró irritado la habitación y olfateó el aire buscándola pero aquello confirmó sus pensamientos.

—Ha escapado.

Callista gimió confundida.

Valentina no sería capaz de huir ¿O sí?

—No puede haber huido —dijo apresurada—, debe estar aquí.

135 se encogió en hombros como si no pasara nada.

—Alguien la ayudó a escapar.

—Entonces no habrá boda.

Su voz sonó más aliviada de lo que debería.

Volteó a verlo pero él la escaneó con una sonrisa ladeada que le aceleró el pulso.

—En eso estás equivocada ¿Cómo dicen ustedes los griegos? Oh, si... Agápi

mou.

Callista lo miró perpleja ante aquello ¿Él la había llamado mi amor?

La garganta se le secó y por medio de un susurro preguntó:

— ¿Qué quieres decir con eso?

— ¿No es obvio? Que si habrá boda porque tú y yo nos casaremos.

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