Capítulo 96
No había rastro alguno del hombre; seguramente ya se había ido. Marina devolvió el casco y la moto al joven, sonriendo.

—Gracias.

—¿Podemos hacernos muy buenos amigos? —preguntó el joven, algo tímido.

Marina sonrió, y se subió al auto y, tras un gesto de despedida, se dirigió a casa.

Diego entregó el casco a Daniel, encendió un cigarro y se acomodó en el asiento del auto con actitud algo relajada. Daniel, frustrado por completo al ver el brazo aún recuperándose de su jefe, aun se preguntaba por qué se había subido a una moto.

Se encontraron con el auto de Marina en el camino y la siguieron hasta el Monte Altivo, sin percibir si quiera que ella también se subiría a una moto.

Desde el auto, Diego observó detenidamente a Marina montar su moto, sujetando el cigarro entre sus dedos.

—Jefe, la señorita Leticia lo busca —anunció Daniel, recordando la llamada reciente.

Leticia había comprado ropa y estaba ansiosa por entregársela a Diego.

...

Marina llegó a casa. Yolanda aún no había regresado
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