Luis: Si te despido por completo, Camilo promete un diez por ciento de las ganancias del nuevo proyecto.Marina, al leer el repentino mensaje, respondió con frialdad: Realmente valgo eso.Parecía que algo había ocurrido en lo absoluto para que Camilo quisiera que ella dejara Marbesol, aunque Marina no sabía qué era lo que realmente sucedía.Luis, tras leer la respuesta de Marina, miró a Camilo con una sonrisa irónica y dijo:—Lo pensaré y te daré una respuesta.Guardó el celular en el bolsillo, se levantó de inmediato y le dirigió una mirada a Camilo:—Marina ha tenido mala suerte al conocerte.Camilo, impaciente, no mostró ninguna reacción.Luis se rio con desprecio y salió del reservado.Una vez que Luis se fue, Camilo se levantó, tomó un vaso de la mesa y lo arrojó al suelo.Quiles entró y vio los fragmentos de cristal en el suelo.—Señor, la señorita Yadira ha llamado buscando alguna respuesta sobre usted.Camilo se masajeó la frente y respondió con gran frialdad:—Dile que no volv
Daniel no supo qué decir.—La señorita Leticia está afuera y quiere invitarlo tan pronto como pueda al festival de música —anunció.El festival, organizado por Marbesol y celebrado cada tres años, era un evento al que Leticia, que vivía en el extranjero, decidió asistir tras oír hablar al respecto sobre él.Yolanda y Marina también estaban en el festival, moviéndose entre sí en la multitud.—¡Marina, esto está mucho más animado que el bar! —gritó Yolanda.—Sí, está bastante animado —respondió Marina.—Además, habrá un espectáculo de fuegos artificiales al final —añadió Yolanda.Marina, al mirar a su alrededor, se detuvo en seco.Entre la multitud, Diego estaba con la llamativa Leticia, que intentaba colocarle una diadema en la cabeza mientras sonreía. Él giró la cabeza por un instante, impidiendo que ella se la pusiera.Leticia, riendo, le dijo a Diego:—¡Diego, ponte una tú también! Mira que otros jóvenes también la llevan puesta.Diego alzó una ceja y respondió:—No me la pongo y no
—Mira bien al hombre de la foto. Él fue quien, borracho, atropelló a Marina —dijo Camilo.Camilo no apartaba la mirada de Yadira, observando cómo su expresión cambiaba a sorpresa.—¿Tanta coincidencia? —preguntó curiosa ella.—¿Crees que fui yo quien lo mandó a atropellarla?Yadira lo miraba algo incrédula, mientras las lágrimas comenzaban a rodar.—¿Cómo puedes acusarme solo por una simple foto? ¡Ni siquiera lo conozco!Apretando los labios, se dio la vuelta para salir. —¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué gano yo con eso? Además, ya te divorciaste de ella, su presencia no me afecta —Justo antes de cruzar la puerta, conteniendo con tristeza el llanto, dijo.La puerta se cerró de golpe.Camilo se frotó las sienes, incapaz de comprender. ¿Por qué Yadira querría hacerle daño a Marina? Quizá alguien la había tendido una trampa con esa foto.Yadira salió apresurada del Grupo Jurado y se subió al auto.Su mirada se ensombreció al volver a ver la foto.No podía quedarse tan tranquila de brazos
Marina se levantó de golpe y le dio una feroz bofetada a Yadira con tanta fuerza que la dejó aturdida y con los oídos zumbando.—Yadira, la joven de la foto eres tú, ¿verdad? —preguntó Marina con un tono severo—. ¿Me la trajiste para insinuar que tienes algo que ver con ese accidente? ¿verdad?Yadira, aún cubriéndose la cara, intentó defenderse.—El accidente no tiene nada que ver conmigo. Solo quería mostrarte que no conozco a ese hombre. Ese día fui precisamente a comprar un violín para Camilo, y alguien tomó la foto justo cuando le preguntaba el camino.—¿De verdad? Qué casualidad —Marina con su expresión sombría soltó una risa sarcástica. Siempre había sospechado que Yadira estaba involucrada en el accidente, pero nunca tuvo pruebas.Incluso con esa foto, la policía no la consideraría evidencia suficiente.Desde que despertó del coma, Marina había alimentado su rencor, decidida a hacer que Yadira perdiera todo lo que valoraba. Acercarse a Camilo formaba parte de su entrañable plan
Diego regresó a Mansiones de la Felicidad.Leticia estaba en el sofá, con el cabello suelto y un test de embarazo en la mano, visiblemente nerviosa.Al ver el test con dos líneas, Diego sorprendido se sentó en el sofá, cruzando las piernas.—¿Qué piensas hacer?Leticia, con la mirada perdida, mordió nerviosa sus labios.—No lo sé.Diego la observó un momento.—Mañana te llevo al hospital para un chequeo.—Está bien —respondió Leticia, intentando sonreír forzosamente, pero no pudo.El embarazo la había tomado por sorpresa.Diego le sugirió que subiera a descansar. —Quiero tener este bebé —Leticia se detuvo por un momento y dijo en el primer escalón.Apretó los labios con determinación.—Piénsalo bien, ese niño nacerá sin padre.Leticia no respondió, solo endureció un poco más su expresión.—Tus padres no lo aceptarán.Diego fue directo.Leticia sabía que los Santamaría no permitirían un embarazo fuera del matrimonio, pero estaba decidida a seguir adelante con esto.Cuando Leticia subió
Si no logró vengarse, ¿cómo podía rendirse tan pronto?Marina sentía que aún no era lo suficientemente fuerte. Luis, con las manos en los bolsillos, la observó de reojo.—Prepara un café para mí. A las diez tenemos que ir al Grupo Jurado.Marina desvió la mirada y fue a preparar el café, que dejó sobre la mesa en la oficina.Luis se desabrochó un botón de la camisa, mostrando su piel bronceada, y la miró.—Marina, si no quieres ir al Grupo Jurado, puedes quedarte.Marina levantó una ceja.—¿Por qué no? Es mi trabajo.Luego salió a paso firme de la oficina.Luis, al ver su determinación, se sintió más tranquilo.Al llegar a la sala de reuniones del Grupo Jurado, Camilo frunció el ceño al ver a Marina.Dirigió la mirada a Luis.—Señor Camilo, ¿qué significa esa mirada? —preguntó Luis, sonriendo levemente.Camilo respondió con indiferencia:—Nada.El grupo entró en la sala de reuniones.Luis, que decidió ponerse corbata, no estaba acostumbrado a ese tipo de formalidad.Al finalizar la reu
El auto negro avanzaba a gran velocidad por la carretera, frenando y volviendo a arrancar por el tráfico.Era hora pico, y Marbesol estaba particularmente concurrido.Camilo revisó atento algunos correos y, al recordar a Marina deshaciendo la corbata de Luis, frunció los labios, sintiendo un leve desagrado. De repente sonó su celular.—Camilo, voy a Luzara a promocionar el álbum. No estaré en Marbesol. Regresa pronto a casa a ver a nuestra hija —dijo Yadira con una voz suave.Camilo sabía que aún estaba molesta porque la había malinterpretado, creyendo que era malvada.—Está bien —respondió, y Yadira colgó primero.Natalia, notando su mal humor, preguntó ansiosa:—¿Qué te pasa?—Nada —respondió Yadira.En ese preciso momento, un empleado se acercó con un ramo de rosas.—Señorita Yadira, un señor de apellido Jurado le envía esto.Yadira se sorprendió gratamente, y su ánimo cambió de inmediato. Agradeció con agrado al empleado y tomó las flores.Natalia, riendo, comentó:—El señor Camil
Marina se levantó apresurada, salió del evento con la pancarta de apoyo y la arrojó al cubo de basura. Entrecerró los ojos. El clima era agradable.Sacó su celular y marcó un número. —Señorita Blanca, soy Rosario —dijo mientras caminaba—. Tengo nuevas canciones. ¿Te gustaría comprar los derechos? Te las doy solo a ti. Blanca, preocupada por su futuro, atendió una llamada de un número desconocido. Al escuchar la propuesta, no pudo contener su alegría. —Sí, quiero. Marina sonrió en señal de triunfo. Blanca se sonrojó ante la risa juguetona de Marina. —Te enviaré una dirección. Nos vemos mañana. —Perfecto, hasta mañana. Blanca colgó y se volteó hacia Emilia. —Emilia, ¿puedes pellizcarme la cara? Acercó su rostro. Emilia no dudó en apretarle la mejilla. —¿Qué pasa? ¿Tan feliz estás? —¿Sabes quién es Rosario? Ella aceptó venderme los derechos de sus nuevas canciones, ¡y solo a mí! —dijo Blanca sonriendo—. ¿Es esto un giro total del destino? Así, Yadira no podría