Capítulo 16La mañana llegó, pero la noche había dejado en Bianca una inquietud que ni la luz del sol lograba disipar. El mundo que antes le parecía lejano y casi irreal, el de las mafias, las lealtades compradas y las amenazas invisibles, ahora la rodeaba como una jaula de oro. Alessio era esa jaula: hermoso, imponente, irresistible… pero un enigma tan peligroso como tentador.Sentada junto a la ventana, Bianca observaba el despertar de Nápoles. Las calles parecían tranquilas, los vendedores abrían sus tiendas, las madres paseaban con sus niños, los autos zumbaban por las avenidas. Todo parecía normal, pero ella sabía que bajo esa fachada la ciudad estaba plagada de sombras. Sombras que ahora se habían posado sobre ella.Alessio apareció en el umbral de la puerta, impecable como siempre, con ese porte que denotaba poder, aunque sus ojos delataban cansancio. No había dormido, y Bianca lo supo incluso antes de que hablara.—No hay señales de ellos, por ahora. —dijo él, intentando sonar
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