DamonEl aire olía igual que la última vez que estuve aquí. A pino húmedo, a tierra pisoteada por generaciones de guerreros, y a luna. Pero bajo todo eso... también apestaba a traición.Mis botas hundieron el suelo con firmeza cuando me detuve al borde del bosque, donde el territorio de los Blackthorn comenzaba oficialmente. Mi territorio. Mi maldita manada. El lugar que me arrebataron por la espalda, con dientes manchados de mentira y sonrisas disfrazadas de lealtad.El viento me azotó el rostro, cargado de las memorias que prefería enterrar. Pero el problema con los fantasmas es que les encanta resucitar justo cuando crees haberlos olvidado.—Han pasado cinco años —murmuré, más para mí que para la luna que me observaba como una testigo muda—. Y sin embargo, nada ha cambiado.Mentía. Todo había cambiado.Yo.Ya no era el Alfa joven, confiado y con la cabeza llena de ideales. Ya no era el hermano que confiaba ciegamente en el lazo de sangre. Y, sobre todo, ya no era el hombre que cre
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