Llegado el día, el castillo en Inglaterra estaba adornado con flores blancas y doradas, con candelabros de cristal brillando en cada rincón. Naiara estaba en su habitación, lista para ponerse el vestido de novia, mientras su mejor amiga y Carla la ayudaba.—¡Ay, por favor, que alguien me pase una copa de champán! —suspira Carla dramáticamente, abanicándose con una mano—. Estoy demasiado emocionado para esto.—Carla, todavía no hemos terminado de abrochar el vestido —le recordó la mejor amiga de Naiara, estirando los cordones del corsé.—¡Ay! ¿Quieres que me quede sin aire en plena ceremonia? —se queja Naiara, intentando respirar mientras Carla seguía asegurándose de que todo quedara perfecto.—Princesa, tú tranquila. Si te desmayas, al menos caerás con estilo —dice Carla con una sonrisa pícara—. Aunque si yo fuera tú, me desmayaría justo cuando el cura diga “puedes besar a la novia”, así Aziel entra en pánico y tenemos un momento de drama gratis.—Eres un caso perdido —se ríe Naiara, m
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