Lysandra apretó ligeramente su mano antes de soltarla, un gesto que parecía cargar una promesa no dicha. Luego se giró, indicando el camino con un movimiento de la cabeza, pero algo en su postura mostraba que el momento también la había afectado, aunque jamás lo admitiera en voz alta. —Sigamos. El camino no se recorrerá solo —dijo Lysandra con su tono usual, pero aún había una calidez latente en sus palabras. Mientras ambas retomaban la marcha, el silencio que las acompañaba no estaba lleno de tensión, sino de algo más profundo: una conexión que, aunque no necesitaba explicarse, era imposible de ignorar. Cada paso las acercaba más a su objetivo y, de alguna manera, también entre ellas.La oscuridad de la noche comenzaba a ceder ante un suave brillo en el horizonte, anunciando el amanecer. Asteria se acomodó en el asiento del auto mientras Lysandra ajustaba su chaqueta y revisaba nuevamente el mapa que habían descifrado. El acertijo de las constelaciones seguía siendo un misterio e
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