EmilyEstaba sentada en la pequeña sala de espera del consultorio, sintiendo el peso de la vida presionando sobre mis hombros, como si estuviera tratando de respirarlo todo sin poder exhalar. Mi corazón latía rápido, mis manos temblaban un poco mientras pasaba los dedos por la página de una revista, sin realmente leerla. Los minutos parecían arrastrarse y mi mente se mantenía en el mismo lugar, en ese pedazo de tierra que Daniel había dejado vacío en mi vida, un lugar donde la incertidumbre y el dolor se mezclaban, creciendo con cada segundo.El sonido de la puerta se abrió y la doctora entró, su rostro amable, pero con una expresión que me decía que no estaba allí solo para darme buenas noticias. “Emily, tus resultados están listos”, dijo mientras se sentaba frente a mí, con una ligera sonrisa en los labios, como si intentara calmarme. Pero yo no estaba nerviosa por los resultados, al menos no de la forma que ella pensaba. Los resultados de mi análisis habían sido lo último que me ha
Leer más