47. EL INSTINTO PRIMITIVO
KAESAR: Estaba furioso; la rabia me consumía por dentro, como fuego líquido. Yo era un Alfa Real, el más poderoso de mi linaje, y no tenía por qué esconderme en mi propio territorio como un cachorro asustado. Por eso, lancé otro aullido, más poderoso que el primero, haciendo temblar el aire mismo y llamando a toda mi manada. La sangre me hervía al pensar en mi abuelo, ese manipulador que había ambicionado mi manada toda su vida. No le bastaba haber casado a su hija con mi padre ni toda la influencia que ya tenía; ahora deseaba arrebatarme lo que por derecho me pertenecía. En el fondo de mi mente, nublada por la ira, sabía que era una trampa, pero el calor del celo, mezclado con mi furia, me impedía pensar con claridad.—¡Mi alfa, detente! —el grito desesperado de mi beta Otar resonó en el aire helado—. ¡Detente! No podemos ir a
Leer más