Todos los capítulos de Mi luna atrapada. Conquistaré tu corazón: Capítulo 41 - Capítulo 50
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41. EL LOBO KIAN Y YO
KAELA: Había dormido toda mi vida sola; me encantaba hacerlo. Tener la cama solo para mí me fascinaba, pero al dormir abrazada al cuerpo de Kaesar —caliente, fuerte, viril—, sintiendo sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo y su respiración acompasada, no me podía imaginar volver a hacerlo sin él. Lo observé con incredulidad; era apuesto. A pesar de haber crecido, su rostro seguía siendo el mismo que recordaba de niños. Acomodé su cabello lejos de su cara con delicadeza para no despertarlo.Sonreí al recordar todo lo que me había hecho la noche anterior. Recordaba su rostro cuando me levanté sin ropa para ir al baño; me miraba con verdadera complacencia y admiración. Luego, corrió detrás de mí igual que yo, desnudo. Y lo
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42. UN DÍA NUEVO
KAESAR:Desperté al sentir el delicioso aroma de mi Luna y su peso sobre mí. Fue entonces cuando la escuché conversando con mi lobo. No interrumpí; los dejé hablar, ansiando conocer lo mismo que Kian. Al escucharla confesar que nunca había entregado su corazón, una ola de alegría me invadió. Yo sería quien conquistaría ese corazón sin importar el esfuerzo.Sé que todos conocen la leyenda de que las parejas destinadas por la Diosa Luna se aman en el mismo instante en que se encuentran. Pero en la raza de los Alfas Reales no es así: sentimos la conexión y la fuerza magnética que nos atrae, pero podemos resistirnos a ella y elegir vivir con otra pareja sin que nos afecte.Escuché cada palabra, cada susurro entre ella y mi lobo, y me embargó la determinación de ganarme su amor de manera genuina, paso a paso. Sentí a Kaela move
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43. EL REGRESO DE LOS ALFAS REALES
KAESAR:Observé cómo sus palabras cambiaban el semblante del consejo, transformando dudas en determinación. Kaela tenía el don de inspirar, una habilidad que heredó de su padre.—Kaela, es un honor verte tomar las riendas de la manada —dijo Rouf, con firmeza—. Sé que muchos tienen dudas, pero juntos podemos demostrar que tu liderazgo marcará una nueva era.El consejo nos observaba con rostros expectantes y curiosos. Kaela inclinó la cabeza en un gesto de respeto y luego me miró un instante antes de continuar.—Sé que todos se preguntan qué hace el alfa Kaesar aquí —hizo una señal para que me colocara a su lado—. Somos parejas destinadas; él es mi Alfa y yo soy su Luna. Antes de que comiencen a hacerse preguntas, debo aclarar que todavía no hemos decidido nada. Solo se los digo porque tienen derecho a saberlo. Aunque enfren
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44. SIN PODER SEPARARNOS
KAELA:El alfa Kaesar mantuvo su mirada fija en mí, observándome con una intensidad que me estremecía hasta el alma. Se acercó un paso, y pude sentir el calor que emanaba de su cuerpo.  —Las promesas son palabras vacías cuando el destino tiene sus propios planes —respondió, dando otro paso hacia mí—. No te pido promesas, Kaela. Solo te pido que seas sincera con lo que sientes y con lo que somos.  Lo miré en silencio. Era una verdad que no podía negar, pero el miedo seguía allí, aferrado a mi pecho como una garra helada.  —¿Y si lo que somos no es suficiente? —susurré, dejando escapar por fin el temor que me atormentaba—. ¿Y si todo esto es solo una ilusión que se desvanecerá con la primera tormenta?  El sol resplandeció esa mañana de invierno, alzándose sobre nosotro
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45. LA RESPONSABILIDAD Y EL DESEO
KAESAR:Nunca, en todos los años que tengo, había experimentado durante mi tiempo de celo deseos tan descontrolados como los que me provocaba mi Luna. No tenía control, no podía pensar; todo lo demás dejaba de tener importancia, y en mí solo predominaba el instinto de poseerla y complacerla. A pesar de mis esfuerzos por estar a la altura y ayudarla en su rol de alfa, mis instintos primitivos de lobo solo querían hacerla mía.  Cada vez que la miraba, mi mente se nublaba con un fervor que no podía contener. Era un imán para mi alma, un llamado que no podía ignorar. Sabía que mi deber era mantenerme firme y ser el apoyo que ella necesitaba, pero el anhelo en mi corazón rugía con intensidad. Esa necesidad incontrolable de fundirme con ella, de olvidar nuestras responsabilidades, aunque solo fuera por un instante, y rendirnos al llamado de nuestros instintos más b&aa
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46. EL ALFA DE LOS ARTEONES
LUNA ARTEMIA:La noche caía con su manto de estrellas, y mi corazón latía con una urgencia que no lograba sofocar. Con cada paso, la resolución en mi interior crecía. Sabía que el tiempo corría en mi contra, pero aún confiaba en mi habilidad para maniobrar entre las sombras, aprovechando cada debilidad aparente de aquellos que podían arruinar mis planes con su amor verdadero.Mis ojos se fijaron en las ventanas iluminadas. Me esforzaría más, tramaría más. No permitiría que vínculos antiguos arruinaran lo que tanto había imaginado. Aunque las estrellas parecían susurrar otra historia, yo escribiría la mía, cueste lo que cueste.  —Mi Luna, acaba de llegar su papá —me dijo una sirvienta, dejándome anonadada. Eso no podía ser verdad; mi padre, en todos los años que llevaba viviendo en esta mana
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47. EL INSTINTO PRIMITIVO
KAESAR: Estaba furioso; la rabia me consumía por dentro, como fuego líquido. Yo era un Alfa Real, el más poderoso de mi linaje, y no tenía por qué esconderme en mi propio territorio como un cachorro asustado. Por eso, lancé otro aullido, más poderoso que el primero, haciendo temblar el aire mismo y llamando a toda mi manada. La sangre me hervía al pensar en mi abuelo, ese manipulador que había ambicionado mi manada toda su vida. No le bastaba haber casado a su hija con mi padre ni toda la influencia que ya tenía; ahora deseaba arrebatarme lo que por derecho me pertenecía. En el fondo de mi mente, nublada por la ira, sabía que era una trampa, pero el calor del celo, mezclado con mi furia, me impedía pensar con claridad.—¡Mi alfa, detente! —el grito desesperado de mi beta Otar resonó en el aire helado—. ¡Detente! No podemos ir a
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48. LAS DUDAS
KAESAR:Mi mirada se cruzó con la de varios miembros de ambas manadas. Conocía a la perfección a los míos, pero también podía ver el potencial en los Colmillos Reales. Eran fuertes, orgullosos, dignos seguidores de Kaela.  —¡Todos, mantengan la calma! No estamos aquí para pelear contra ellos —declaré, alzando las manos en señal de paz—. Somos lobos reales, no bestias salvajes que se dejan llevar por el miedo y la desconfianza.   Kaela me miró sorprendida cuando tomé su mano, pero no se resistió. Podía sentir el poder fluyendo entre nosotros, esa conexión ancestral que ninguna desconfianza podía romper. Nuestros lobos lo sabían, lo sentían en sus huesos: éramos los últimos de nuestra estirpe, destinados a estar juntos.  A mi señal dejamos salir a nuestros lobos. Cuando nues
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49. ENFRENTANDO AL ALFA ARTEÓN
LUNA ARTEMIA:Todo el palacio se quedó en silencio, congelado ante el eco de aquellos aullidos que resonaban como un presagio ominoso. Mi corazón se detuvo por un instante, reconociendo el profundo significado de lo que acabábamos de escuchar. Hacía décadas que esas dos manadas no unían sus voces de esa manera, y el sonido me heló la sangre en las venas.  —¿Ves lo que has provocado con tu soberbia? —espeté, con rabia y temor—. Has logrado exactamente lo contrario de lo que pretendías. ¡Has unido a los Guardianes y a los Colmillos Reales nuevamente! Décadas de manipulación y estrategias para mantenerlos enfrentados, ¡destruidas en un solo momento!   Me acerqué a la ventana, sintiendo el peso de nuestros errores sobre mis hombros. El aullido conjunto aún resonaba en mi mente como una sentencia de muerte.  —&i
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50. JUNTOS, PERO SEPARADOS
KAESAR:La pregunta me sorprendió; sentía las miradas de mi manada clavadas en mi espalda, al igual que las de la manada de mi Luna, incluidas la suya. No era una respuesta sencilla. Mi madre era hija del alfa de los Arteones, lo que me convertía en su nieto. ¿Estaría realmente listo para ir contra ellos y eliminarlos? A todos mis tíos, mis primos, mis familiares. Sin embargo, siempre tuve la sospecha de que estaban detrás de la muerte de mi padre, y ahora estaban en mi territorio.—Iré en busca de justicia donde deba encontrarla —respondí, mirando a mi Luna—. Si los Arteones son culpables, no importa el lazo de sangre que nos une. La muerte de nuestros padres no quedará impune. Les doy mi palabra como Alfa Real.Kaela me observó fijamente, como si intentara descifrar la verdad en mis palabras. El silencio se extendió por el claro mientras la nieve seguía cay
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