Esa voz, profunda y conocida, cortó el aire como una navaja.Marfil tembló.Giró lentamente, y al ver a Sergio, todo dentro de ella se crispó.Sus ojos, aún húmedos, se entrecerraron con furia contenida.—¡Tú! —escupió la palabra con veneno, con miedo, con dolor.Sergio no se inmutó. Dio un par de pasos hacia ella, con esa calma envenenada que siempre lo había caracterizado. Como si el mundo girara a su ritmo, como si él tuviera todo bajo control.—Imanol te ama —dijo, en un tono casi suplicante, pero que no lograba disfrazar la manipulación detrás—. No puedes dejarlo. No lo hagas sufrir, Marfil. Por favor.La súplica sonaba falsa. Como un disfraz mal puesto.Marfil retrocedió un poco. Tenía el corazón en la garganta. Sus lágrimas aún marcaban su rostro, pero ahora el miedo le latía en la espalda. Lo tenía enfrente. Al hombre que le había arrebatado todo. Su vida. Su identidad. Su paz.Y él…No la reconocía.«¡No sabe quién soy!», pensó, paralizada.«¿Es posible que esta mentira… siga
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