La pantalla del celular se apagó automáticamente.Roberto no le prestó atención y la abrazó, dándole suaves golpecitos en la espalda.—Cariño, no llores más, haces que me preocupe sin necesidad.—Todo esto es mi culpa, no debí haberte traído aquí a pasarla como un zapato. Ella es mi mamá, no la tuya; no tienes la obligación de aguantarte nada por mí.—Puedes golpearme o gritarme todo lo que quieras, siempre y cuando te sientas mejor.Durante el camino de regreso, Roberto no dejó de consolarla.Bellona decidió cerrar los ojos y hacerse la dormida.De vez en cuando, se oían notificaciones de mensajes, y durante el resto del trayecto, Roberto estuvo respondiendo mensajes.Cuando llegaron a la entrada de la casa, Roberto le acarició la cabeza.—Cariño, hay algo urgente en la oficina, quédate en casa y espérame, regresaré temprano, ¿de acuerdo?Bellona bajó del auto en silencio.Después de que Roberto se fue, ella aceptó la solicitud de amistad de Nadia.Luego, abrió su última publicación.
Ler mais