El aire fresco de la noche golpeó mi rostro como una bofetada, pero no logró enfriar el fuego que ardía en mi interior. Cada paso que daba alejándome de la cabaña de Elara era una punzada más en mi pecho, un eco del mensaje que aún danzaba cruelmente en mi mente.Valentina... mi Valentina... ¿enamorada de ese hombre? Del hombre que la había secuestrado, que la había aterrorizado, que había intentado arrebatarla de mi vida. Era absurdo, ilógico, una pesadilla de la que anhelaba despertar.La rabia, caliente y ciega, amenazaba con consumirme. ¿Cómo podía ser tan ingenua? ¿Tan... doble? Todas las veces que me había hablado de su miedo, de su trauma... ¿era todo una farsa? ¿Acaso seguía sintiendo algo por ese monstruo?Un dolor agudo, punzante, se retorcía en mi estómago. El dolor de la traición. Había confiado en ella plenamente, había creído en su amor, en su sinceridad. Habíamos compartido tanto, superado tantas cosas juntos. ¿Y ahora esto? ¿Una puñalada trapera, justo cuando pensábamo
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