A la mañana siguiente, la atmósfera en la casa de Elara era más tranquila, aunque aún marcada por la reciente tensión. Magaly, Valentina y Elara estaban reunidas en la sala, conversando en voz baja sobre los extraños descubrimientos en la iglesia y la misteriosa llave. Valentina, aunque aún convaleciente, participaba activamente en la conversación, su mente trabajando para desentrañar el significado de cada hallazgo.En ese preciso instante, el teléfono de Valentina comenzó a sonar, sobresaltándolas a las tres. Al ver el identificador de llamadas, el rostro de Valentina palideció. Era Gustavo.Un silencio tenso invadió la habitación mientras Valentina dudaba si contestar. Magaly y Elara la miraban con preocupación, conscientes del peligro que Gustavo representaba. Finalmente, con una mezcla de temor y una necesidad apremiante de saber qué quería, Valentina deslizó el dedo por la pantalla y contestó la llamada.—¿Gustavo? —dijo con voz cautelosa, intentando ocultar el temblor en su ton
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