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Todos los capítulos de Trastorno Obsesivo Compulsivo: Capítulo 11 - Capítulo 15
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Paso 11
Manu La tarde en que Nino decidió cruzar la línea que nos separaba, fue, debo reconocerlo, un fiasco. En un comienzo estaba bien, el momento era agradable y yo disfrutaba por completo la nueva sensación que me provocaba estar cerca de ella. Era increíble que mi voz temblara cada vez menos si deseaba hablarle, o que el solo mirarla me diera alegría. Íbamos bien, yo iba bien. Hasta que Nino mencionó la pintura que reposaba sobre la pared a un costado de mi madre. Huir fue una respuesta intuitiva para mí, pues no deseaba ver la expresión de mamá al recordarlo, sabiendo lo difícil que le resultaba evocar esos días en que todo rastro de júbilo fue arrojado a la basura. Me levanté sin ser capaz de dar explicaciones y esperé con paciencia en mi habitación a que Nino golpeara como cada tarde, solo para decir adiós con su genuina sonrisa, y en efecto, no pasó mucho tiempo hasta que la oí subir. Me levanté de mi escritorio con el corazón acelerado, listo para acudir a sus tres golpecitos en
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Paso 12
ManuMamá me esperaba a dos cuadras, en el único lugar donde había conseguido estacionar. No sé por qué, pero caminé despacio, tal vez con la intención de tentar a la suerte y permitir que la vida me sorprendiera y me cruzara con ella, algo que por desgracia, no ocurrió. Desanimado di con mi madre, y segundos antes de subir al auto, oí el teléfono, y luego su dulce voz emocionada, diciéndome que la esperara y que no me moviera de aquel lugar. Mamá no entendió porque me detenía. Me voltee, creo que avancé un par de pasos y la vi frente a mí, agitada y con los ojos cubiertos de lágrimas. Desee hablarle, explicarle la demora, que había pasado tiempo sin pintar, que quería usar solo su recuerdo, pero antes de que pudiera decir una palabra, ella estaba abrazándome con fuerza. Una persona real estaba rodeándome con sus brazos, y era ella. Y no estaba temblando, al contrario, mi cuerpo la recibió de forma automática, como si hubiese estado esperando por ella toda la vida. No sé cuánto duró,
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Paso 13
NinoNo es que Manu no me gustara lo suficiente, sino que tan solo no había notado por completo lo mucho que lo hacía, hasta ese domingo en que lo visité, cuando sentí la flecha traviesa de cupido clavarse en mi corazón, en forma lenta y dolorosa, para que no lo olvidara jamás.Como acostumbraba, me presenté en su casa para la hora del té. Lo normal, siempre era que Tomás o su madre me hicieran pasar directo a la cocina donde se encontraba el comedor diario, y que Manu bajara al escucharme llegar para sentarse con rapidez en su lugar de la mesa, junto a la ventana que daba hacia el patio y muy cerca de mí. Pero esa tarde, Claudia abrió la puerta con un entusiasmo para nada característico en ella. Me saludó con un sincero abrazo y me hizo un gesto de silencio con sus manos para llevarme a hurtadillas hasta el patio de su casa, donde se encontraba una habitación de madera con enormes ventanas. Muy despacio hizo que me acercara hasta ahí, mientras me explicaba que aquello era el taller d
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Paso 14
NinoEl momento de nuestra cita llegó y me preparé como nunca. Si bien jamás me sentí perfecta o única, supe, mientras anudaba mi cabello frente al espejo, que estaba hermosa. En ese minuto, asumí que de alguna forma amaba a Manu, y que si él no me volviera tan loca como lo hacía, de seguro me habría enamorado de mi misma. De tanto arreglarme, salí algo retrasada, y eso, sumado a al lento tráfico acostumbrado cada vez que alguien va con prisa, me hizo llegar a casa de Manu casi a las cinco de la tarde.Bajé del autobús corriendo nerviosa, segura de que mi galán estaba odiándome por completo. Fue Claudia quien me abrió, con rostro sonriente y tranquilo. Eso era otro aspecto que cambió en los días en que Manu y yo nos comenzamos a acercar: Claudia se veía algo más relajada, incluso bajo la evidente preocupación que le provocaba ver adentrarse a su hijo en un mundo que él desconocía, y para el que según ella, no estaba preparado. Aun así, lo disimulaba y me recibía con total amabilidad.
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Paso 15
Manu En el momento exacto en que escuché la risa cómplice de mi madre, adiviné que Nino estaba ahí, junto a ella. Ya estaba feliz, pero verla lo superaba todo. Con rapidez me encaminé hasta la puerta, deseoso de sentir el alivio que me provocaba cada vez que miraba sus ojos. Estaba hermosa, como siempre, con un sweater de tres colores y su pelo cogido con una cinta de lunares. No parecía una mujer adulta vestida así, o tal vez yo era solo un aburrido pasado de moda. Al menos, esa terrible falta de estilo que me faltaba —mientras a ella le sobraba— no se sentía como un obstáculo. Aunque de seguro yo, todo sucio y con ese ridículo pañuelo en la cabeza, me encontraba muy lejos de combinar con ella. Aun así, me saludó con la misma alegría a la que ya me estaba acostumbrando.Entusiasmado con su presencia la hice pasar de inmediato al taller para compartir con ella mi inspiración, y de alguna forma, agradecerle por impulsarme a pintar una vez más. Caminé delante de Nino enseñándole mis ma
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