Su respiración era agitada; mientras miraba a su padre darle la última palabra. No estaba en posición de debatir los motivos. Pero quería, realmente deseaba demostrarle que era capaz. Se giró, obedientemente. Sin la dignidad para levantar siquiera la mirada. Abrió en silencio y se marchó dejándolo encerrado. Al salir a la calle, el corazón que había logrado mantener a flote frente a su padre, se hundió. Todas sus metas cayeron al suelo, no fue capaz de demostrar nada. Agotó las últimas fuerzas que tenía. Sus pies ya no se despegaron del suelo, arrastrándolos sobre las piedras lisas. Iba pasando el callejón junto al restaurante exótico frente a la oficina; aunque su vista no estaba enfocada en ninguna parte, vislumbró una sombra que salió de la esquina. Sin ánimos de lucha, sigui&oa
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